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noviembre 20, 2011

MIRAR HACIA DENTRO PERMITE GANAR LUCIDEZ
Por Juli Peradejordi (Director de Ediciones Obelisco. Es también autor de diversas obras, entre ellas: "56 cuentos para buscar a Dios, Cuentos de Reyes, Magos, Princesas y Luciérnagas" y "Las babuchas de Abu-Kassim)Se ha dicho que cerrar los ojos no hace desaparecer el mundo, pero pocos han reparado en que a veces permite soñar un mundo mejor. Cerrar los ojos no es siempre una huida y no solo posibilita el ensueño, también ayuda a concentrarse, a meditar, a sentir, a conectar con el alma. Cerrar los ojos no es como apagar el televisor con el mando a distancia, es algo mucho más sutil y trascendental. Los indios sioux opinaban que lo que realmente cuenta en la vida es aquello que vemos con los ojos cerrados; Julián Green, que el gran pecado del mundo moderno es habernos cerrado a lo que no se ve con los ojos.
El sentido profundo del acto de cerrar los ojos puede resultar difícil de entender sin recurrir a la sabiduría de la cábala y a la psicología de las profundidades de C.G. Jung, quien tenía muy claro que todo depende de cómo vemos las cosas y no de cómo son en realidad.EL OJO Y EL YO
Son innumerables, dentro de la literatura cabalística, los comentarios basados en la semejanza entre Ayin, ”ojo” y Ani, ”yo, palabras que se escriben con las mismas letras, pero en otro orden. Algo parecido ocurre en inglés, donde I, ”yo”, y eye, ”ojo” , se pronuncian igual. Hay incluso quien, sin duda exagerando un poco, ha relacionado ”Ojo” con”O Yo”. Con to-do, no se trata del ego, sino del Yo capaz de comprender, aquel que cuando ha entendido algo dice ”ya lo veo”. Los cabalistas nos enseñan también que identificarse con el ego es esclavitud, mientras que identificarse con el Yo superior, con el alma, es libertad.
DEL MANANTIAL AL ALMA
Ayin, ”ojo”, significa también ”fuente”, ”manantial”, algo fácil de deducir cuando vemos a alguien llorando. Así como el manantial trae las aguas de las profundidades de la tierra a la luz del día, el acto de cerrar los ojos en la meditación o durante el ensueño transfiere a la consciencia los contenidos del alma.
La palabra ”ojo” ha llegado a nosotros tras un largo peregrinar desde el sánscrito aksi, derivado de la raiz aks, ”penetrar”, hasta el latín y el griego. Esta idea, que ya vimos con el manantial que penetra hasta las profundidades de la tierra para rescatar el agua, la encontramos también en expresiones como ”mirada penetrante” o ”tener los ojos clavados en algo”.En lituano ”ojo” se dice akis, palabra muy próxima del aksi sánscrito, y en ruso, oko, lo que recuerda más a nuestro ”ojo”. En irlandés antiguo ”ojo” se decía sul, palabra fonéticamente muy cercana a ”sol”, pero también al inglés soul, ”alma”. Cuanto más miremos en dirección a nuestra alma, con los ojos cerrados, más clara se hará nuestra visión.LA REALIDAD INTERIOR
En el Ayurveda de la India, en la religión egipcia así como en la astrología y la alquimia medievales, el ojo derecho se relacionaba con el Sol y el izquierdo, con la Luna. Esto no pasó desapercibido a Carl G. Jung, uno de cuyos temas favoritos era precisamente la coniunctio. La unión del Sol y de la Luna vista con oíros ojos no es sino la del ojo derecho y el ojo izquierdo en lo que los orientales han denominado ”tercer ojo”, y la teosofía cristiana el sensorium, órgano de visión interior que trasciende la dualidad. Este órgano es el de la inteligencia profunda, de la conciencia suprapersonal que hay en cada ser humano.
A pesar de las apariencias y de la paradoja, vivimos con los ojos cerrados, mal cerrados, porque hemos olvidado cómo cerrarlos. Esta situación no ”hace desaparecer el mundo”, es decir no soluciona el enigma que estamos llamados a resolver, sino que nos puede convertir en una especie de avestruces incapaces de encararse con la realidad, con la de verdad, la que realmente cuenta, porque, como escribía Jung, aquel que mira hacia fuera sueña; aquel que mira hacia dentro despierta.Fuente:
CUERPO MENTE - ESPAÑA - OCTUBRE 2008