Publicado en
octubre 01, 2011
Confiar en la vida abre posibilidades y la aligera de cargas. Pero muchas personas, en su intento de prever y controlar las situaciones, tienen su mente ocupada imaginando el peor escenario posible.
Por Cristina Llagostera (psicóloga: www.cristina-llagostera.com)Siempre sufriendo por lo que pueda pasar, siempre pensando en posibles peligros o problemas. Para algunas personas la preocupación constituye una compañera permanente que les impide vivir de manera relajada. Se sienten nerviosas con facilidad, llegando en ocasiones a tener dificultad para conciliar el sueño o concentrarse. Su mente está siempre alerta, dando vueltas alrededor de los temas que les inquietan en ese momento.
La palabra preocupación significa justamente ocuparse de algo antes de que suceda, lo que causa desasosiego o temor. ¿Tiene sentido angustiarse por lo que no ha ocurrido? Probablemente no, pero con esa actividad mental algunas personas intentan hacer la vida más predecible. Si no se agobiasen, si no pensaran en las múltiples posibilidades, especialmente las más negativas, no sentirían que dominan la situación.LA ILUSIÓN DEL CONTROL
La preocupación produce una ilusión de control. La persona a menudo considera que esta estrategia mental le permite estar preparada para cualquier contrariedad o revés del destino. No obstante, preocuparse anticipadamente no solo no mejora la capacidad para afrontar dificultades, sino que genera estrés a través de la imaginación, lo cual tiene idénticas repercusiones físicas, mentales y emocionales que una situación real.
Nuestro cerebro es una máquina de anticipación. A lo largo del proceso evolutivo ha incrementado paulatinamente su capacidad para predecir, utilizando analogías con el conocimiento acumulado de experiencias anteriores, tanto propias como de los ancestros Según el escritor José Antonio Marina, no existe especie más miedosa que la humana. Es el tributo que hemos de pagar por nuestra inteligencia privilegiada.Por un lado, esta facultad para ser previsores supone una ayuda inestimable para la supervivencia, dado que permite evitar el peligro incluso antes de que se manifieste. También es un recurso para aprender, así como para planear proyectos y crear medios con que lograr metas futuras. Pero esta habilidad puede presentar contrapartidas notables.Precisamente la capacidad de anticipar es lo que atrapa a muchas personas en círculos viciosos de preocupación. Al vivir entre el recuerdo y la imaginación, entre los fantasmas del pasado y el futuro, se reavivan antiguos peligros o se inventan amenazas nuevas. Resulta fácil entonces confundir la fantasía con la realidad y sufrir terriblemente por la incertidumbre de lo que pueda pasar.¿UNA CUESTION DE CARÁCTER?
Hay personas que se definen a si mismas como sufridoras. Consideran la preocupación como un rasgo de su carácter y, por tanto, como algo difícilmente modificable. No solo se atormentan a sí mismas con esa aprensión exagerada, sino que también suelen desplazar este temor a las personas de su entorno. Piden o exigen recibir noticias constantes para estar tranquilas y, sin darse cuenta, pueden hacer sentir a !os demás responsables de su sufrimiento.
A nivel social, preocuparse por el bienestar ajeno se considera signo de interés y entrega hacia los demás. Posiblemente por este motivo quienes se identifican con esta cualidad la reconocen incluso con orgullo: «Soy asi, no puedo evitarlo».En parte esta afirmación resulta acertada. Si se intenta eliminar de la mente una preocupación a menudo se obtiene el resultado contrario: el pensamiento está todavía más presente o aparece de manera más intensa. Se debe al efecto paradójico de la evitación, pues cuando se pretende no pensar en algo, en ese mismo momento ya ocupa la mente.Intentar suprimir las ideas que generan angustia, por lo tanto, no supone una verdadera solución. Es más, la persona finalmente concluye que la inquietud es algo irremediable y superior a ella.ADIESTRAR EL PENSAMIENTO
Quizá no se puede evitar que aparezcan preocupaciones, pero sí decidir conscientemente qué hacer con ellas. De ese modo, en ves de crecer e invadir gran parte del espacio mental, pueden definirse de manera más concreta y dar pie a acciones productivas.
Los pensamientos influyen directamente en nuestro estado anímico; tienen por ello un gran poder. Pero pocas veces se señala que a pensar bien también se aprende, lo cual a menudo ni surge de manera natural ni resulta fácil. Si se deja que la mente vague libre, es posible que la persona se sienta perdida a causa de un pensamiento desbordado y fuera de control.Para empezar, conviene ser cuidadoso con los calificativos que se utilizan al hablar de uno mismo, especialmente si se trata de etiquetas limitantes que cierran posibilidades de cambio. Las personas tenemos ciertas tendencias de carácter, pero lo valioso es utilizar esa materia prima -sea una predisposición ansiosa, perfeccionista, extrovertida...- para sacarle el máximo partido en vez de que se transforme en algo problemático.Es preciso aprender a tratar las preocupaciones como lo que son: ideas sobre el futuro pero no el futuro en sí. De hecho, en cuanto aparece una inquietud se puede decidir entre alimentar el temor o ponerle límites.Por una parte están los pensamientos que aparecen, y detrás de ellos la persona que los experimenta, que puede observarlos y elegir qué hacer respecto a aquello que ocupa su mente. Mediante esta diferenciación es posible adquirir mayor dominio sobre los propios pensamientos, aprendiendo a enjuiciarlos, ponerlos a prueba o a definir la probabilidad de que suceda aquello que se teme. De este modo, en vez de estar a merced de las propias preocupaciones, se adquiere la libertad necesaria para escucharlas o no según convenga.PERCEPCIÓN DISTORSIONADA
La preocupación mantiene a la persona en un continuo «¿y si...?» que se traduce en un estado de alerta, tensión, nerviosismo e incluso irritabilidad. Viene a ser como si todas las alarmas estuvieran encendidas, y tanto el cuerpo como la mente se preparan para defenderse de la posible adversidad.
Podemos suponer lo que implica sostener a lo largo del tiempo un estado de tensión de este tipo. La preocupación excesiva se vincula a trastornos de ansiedad y produce un importante desgaste físico y mental. El sufrimiento de quien se preocupa en exceso es real, aunque el principal artífice sea su propia mente y no las circunstancias.La psicología nos advierte acerca de las distorsiones cognitivas. Suponen modos de interpretar la realidad que resultan desacertados o extremos, y que conducen a emociones y estados anímicos desagradables. En la preocupación resulta evidente que las cosas no nos afectan por lo que son sino por cómo las vemos.Las personas que suelen angustiarse más de la cuenta sobrevaloran el peligro e infravaloran su capacidad para afrontarlo. Su atención se dirige especialmenie a lo que resulta más negativo o amenazador, desdeñando las demás señales. En ellas suele activarse también un dialogo interno que resulta, cuando menos, alarmante.De entrada no habría que creerse al pie de la letra el mensaje que surge de la preocupación, dado que probablemente se tratara de una información distorsionada que es preciso contrastar con la realidad.TOLERAR LA INCERTIDUMBRE
Quienes tienden a preocuparse en exceso suelen tener una asignatura pendiente: aprender a tolerar mejor la incertidumbre. No se trata de una tarea fácil, pero sí de una de las mas importantes. dado que la duda y la inseguridad forman parte ineludible de la vida.
Es precisamente esta dificultad para aceptar lo incierto lo que conduce a utilizar la preocupación como una estrategia de control. Ante una situación, la persona se imagina todas las posibles alternativas con el fin de obtener una respuesta adecuada para cada eventualidad. Mantener la mente ocupada procura una sensación de estar activo, que alivia la inquietud de no saber lo que puede ocurrir.Sin embargo, a pesar de proporcionar esta ilusión de control, sufrir por anticipado no varia la probabilidad real de que algo suceda. Es mas, vivir con el alma en vilo conlleva un alto coste: sentirse mal y angustiado durante todo el proceso. Tal y como escribió el poeta y critico francés Nicolás Boileau: «A menudo el miedo a un mal nos lleva a un mal mayor».REORGANIZAR LA MENTE
Si nuestra mente pudiera compararse a una pantalla de ordenador seria útil observar cuantos archivos con temas preocupantes están en danza en este momento. Cuando existen demasiadas carpetas abiertas el sistema se enlentece, dado que las preocupaciones consumen memoria operativa, y en ocasiones aparece un tema principal que se adueña de toda la pantalla.
Nuestro intelecto es incapaz de ocuparse de manera eficiente de vanas cosas a la vez, pero tenemos más capacidad de la que creemos para organizar nuestra mente. Se trata pues de utilizar la herramienta de la atención para dirigirla hacia los estímulos que se desea, sabiendo que aquello en lo que ponemos más interés se acrecienta.Observando las preocupaciones que aparecen conviene valorar si esos temas merecen que se les dedique cierto tiempo. Si es preferible resolverlos definitivamente y cerrarlos o si ha llegado el momento de arrojarlos a la papelera y eliminarlos del escritorio.La inquietud a menudo nos habla de miedos personales y aspectos no resueltos que conviene abordar, sin embargo es preciso poner un límite a la preocupación para que no ocupe el espacio de cuestiones más relevantes.No toda preocupación resulta nociva en sí misma, y en ocasiones, ante sucesos difíciles, es irremediable y natural inquietarse. Puede ayudar preguntarse ¿estoy mentalmente en el presente o en el futuro? o ¿qué puedo hacer ahora para mejorar la situación? Diferenciar lo que está en nuestras manos y lo que no, nos permitirá vivir un presente mas libre de preocupaciones.6 FORMAS DE EXAGERAR LOS PELIGROS
La preocupación crónica se nutre de una serie de distorsiones cognitivas que acrecientan la sensación de amenaza:
Magnificación: Se exagera el peligro que entraña una situación dada.
Adivinación: La persona cree que sus pensamien tos negativos van a hacerse realidad.
Etiquetar: Se habla de uno mismo como de «una persona sufridora», algo muy difícil de cambiar.
Filtro mental: Se detectan los aspectos amenazantes mientras se pasan por alto los demás.
Generalizar: Un hecho negativo aislado se generaliza al resto de la persona o ae la situación.
Deducción emocional: Se tiende a sacar conclusiones a raíz de sensaciones o emociones negativas: Me sienio angustiado: seguro que irá mal.
RECURSOS PARA GANAR OBJETIVIDAD
Algunas técnicas psicológicas permiten deshacer el círculo vicioso de la preocupación.
La peor fantasíaAnte una preocupación recurrente se puede imaginar lo peor, exagerándolo al máximo: ¿Qué pasaría? ¿Qué haría en esa situación? Se trata de una técnica paradójica que infla la fantasía terrorífica para desvelar su absurdo y quitarle consistencia.La hora de la preocupaciónCada día, a la misma hora, se destinan 30 minutos para abordar lo que inquieta. De este modo se define y acota el tiempo que se dedica a la preocupación, para evitar que invada otros terrenos. Si aparecen pen-samientos inquietantes en otros momentos se colocan mediante la imaginación en un cajón que se abrirá a esa hora determinada.Cambiar el diálogo interno.La manera en que cada persona se siente depende de sus pensamientos y de su diálogo interior. Así como tenemos formas de asustarnos y angustiamos a nosotros mismos, podemos emitir mensajes tranquilizadores y más realistas.Exteriorizar la preocupación.Los pensamientos son ideas sobre el futuro, pero no el futuro en sí. Escribir y hablar sobre las preocupaciones ayuda a identificarlas y a enjuiciarlas: ¿Qué probabilidad real existe de que esto ocurra? ¿Me sirve de algo preocuparme ahora?OrganizarConviene abordar los temas que preocupan y resolverlos, así como establecer prioridades.Área de influenciaSe trata de reflexionar y delimitar qué puede hacer uno mismo respecto al tema que preocupa. Es decir, qué entra dentro de su área de influencia y qué se halla fuera de ella. Así se podrán poner en marcha acciones que permitan resolver la preocupación, o bien aceptar las cuestiones que están fuera del propio control.LIBROS RECOMENDADOS
ADIÓS, ANSIEDADDavid Burras
Ed. PaidósES FACIL DEJAR DE PREOCUPARSEAllen Carr
Ed. Espasa Calpe