SADDAM HUSSEIN: EL TIRANO QUE CREÓ OCCIDENTE
Publicado en
octubre 16, 2011
Saddam Hussein creó su potente industria militar gracias, en gran parte, a la codicia y a la credulidad de Estados Unidos y Europa.
Por Rachel Flick
SADDAM HUSSEIN es hechura de Occidente. Las fábricas de armas soviéticas proporcionaron a Iraq artillería y defensas antiaéreas; pero al proveerlo de todo, desde armas químicas hasta misiles balísticos y componentes para hacer una bomba nuclear, Estados Unidos y Europa convirtieron a un dictadorzuelo en una amenaza de alcance mundial.
Ciertos artículos europeos cayeron en manos de Saddam por descuido de algunos vistas aduanales. Otros se le proporcionaron con la anuencia complaciente de naciones ávidas de petróleo iraquí o deseosas de obtener ganancias comerciales.
El gobierno estadunidense es también responsable de esta situación, porque comerció con Saddam para que Iraq no perdiera la guerra contra Irán. Estados Unidos no quería que dominara en el Oriente Medio el gobierno islámico fundamentalista del Ayatollah Khomeini.
Además hubo funcionarios de comercio estadunidenses que, deslumbrados por los negocios que hacían los europeos con los iraquíes, se esforzaron asiduamente en comerciar con Iraq. Además, ciertos especialistas del Departamento de Estado, desde su encumbrado sitial de "expertos" en cultura árabe, cometieron el error de declarar que Saddam era "una fuerza moderadora" con la cual "se podía tratar".
A continuación se presenta la estremecedora crónica de un decenio de componendas con Iraq:
1980
El 17 de septiembre estalla la guerra, al bombardear Iraq a Irán con aviones MIG de fabricación soviética. Pronto responde Irán atacando con los cazabombarderos norteamericanos Phantom F-4, que originalmente se habían suministrado al derrocado Sha.
Francia anuncia que cumplirá el convenio de vender a Iraq armamento por valor de 1600 millones de dólares. Es más: Francia e Italia sostienen su compromiso de ayudar a Saddam a desarrollar el reactor nuclear de Osiraq, destinado a fines "pacíficos". El diario Le Monde opina al respecto: "El gobierno francés no puede arriesgarse a incomodar a esta nación productora de petróleo".
1981
A fines de mayo, unos científicos franceses llegan a la conclusión de que con el ya casi terminado reactor de Osiraq, se podrían fabricar armas nucleares. Una semana después, el presidente de Francia, Francois Mitterrand, promete sumi-nistrar combustible de uranio para ese reactor.
El 7 de junio, unos aviones israelíes bombardean las instalaciones de Osiraq, privando de esta manera a Saddam de la bomba que deseaba. Arabia Saudita ofrece financiar la reconstrucción del reactor. George Bush, entonces vicepresidente de Estados Unidos, figura entre los líderes occidentales que "deploran" ese bombardeo.
1982
A cambio de la disminución del apoyo de Saddam al terrorismo —como la expulsión de Bagdad del temible Abul Abbas—, el Departamento de Estado norteamericano borra a Iraq de su lista de naciones terroristas. Gracias a esto, Saddam ya puede adquirir computadoras, aviones comerciales y otros productos estadunidenses. Y no sólo eso: también podrá solicitar algunos de los empréstitos garantizados por los contribuyentes estadunidenses; entre, ellos, los que avala la Compañía de Crédito Comercial, (CCC), de Washington, D. C.
Saddam empieza a construir, invirtiendo en ello sumas fabulosas, bases subterráneas para su fuerza aérea.
1983
Unos agentes iraquíes consultan secretamente a asesores en inversiones suizos y franceses. Siguiendo sus recomendaciones, Iraq empieza a comprar equipo a firmas europeas especializadas en tecnología militar. Con el tiempo, estas adquisiciones pasan a ser responsabilidad del Ministerio de Industria e Industrialización Militar.
No es la primera vez que Saddam "va de compras". Desde 1981, la empresa alemana Karl Kolb GmbH —proveedora de productos para laboratorios y material médico— ha estado construyendo en Samarra, Iraq, seis "fábricas de pesticidas". Saddam anuncia en el otoño que en esas instalaciones ya pueden hacerse armas químicas.
1984
Iraq gasta 14,000 millones de dólares al año en equipo militar importado para su guerra contra Irán. Una red clandestina de "tecnomercenarios" europeos (que ha desarrollado misiles balísticos para la Argentina y Egipto) arde en deseos de participar en el negocio. Compañías europeas como la Messerschmitt-Bolkow-Blohm (MBB), alemana, y la Snia-BPD, italiana, a fin de no ser descubiertas, permiten que unos ex empleados suyos establezcan subsidiarias y negocios que manejan ciertas transacciones.
Informado por su servicio secreto de la existencia de la nueva y aterradora red denominada "Consen", el gobierno de Washington envía notas diplomáticas de protesta al gobierno alemán. Alemania no hace nada al respecto.
En febrero, Estados Unidos confirma que Saddam empleó gas mostaza contra las fuerzas iraníes. En noviembre, una vez reelecto el presidente Reagan, Estados Unidos anuncia oficialmente que reanudará en toda forma sus relaciones diplomáticas con Iraq.
1985
En Europa, los agentes iraquíes prosiguen sus planes para comprar a la Consen un misil nuclear: El Cóndor II.
Con el apoyo de Saddam, Marshall Wiley, ex embajador estadunidense en Omán, funda el Foro Comercial Norteamericano-Iraquí, cuyo propósito es promover las inversiones estadunidenses en Iraq. Algún tiempo después, ya participan en el foro casi 70 importantes empresas, entre ellas algunas gigantescas, como la Westinghouse y la Caterpillar.
En septiembre, la Electronics Associates, Inc. (EAI), con sede en Nueva Jersey, tramita una licencia para exportar a Iraq una computadora semejante a la que se utiliza en el campo de misiles de White Sands, Nuevo México. La EAI declara que se destinará sólo a fines científicos. Los Departamentos de Estado y de Comercio dan su aprobación. Sin tomar en cuenta las objeciones del Departamento de Defensa, la computadora se enviará a Iraq en 1987, a través de la MBB.
En octubre, en el crucero turístico Achille Lauro, en el Mediterráneo, unos lugartenientes de Abul Abbas asesinan al norteamericano León Klinghoffer, en su silla de ruedas. Abbas viaja con pasaporte iraquí, y se refugia en Iraq. A pesar de todo, Estados Unidos no inscribe de nuevo a Iraq en la lista de naciones que patrocinan el terrorismo.
1986
Inglaterra vende a Iraq toda su existencia de uniformes militares de tela ligera, propios para el desierto. Cuatro años después, en el golfo Pérsico, los soldados iraquíes llevan uniformes adecuados al clima, y los británicos, en cambio; sudan a mares en sus uniformes gruesos de camuflaje, mientras no los provean de vestuario apropiado.
1987
El 17 de mayo, un avión militar iraquí, de fabricación francesa, ataca por error la fragata USS Stark. Pierden la vida 37 estadunidenses. El Departamento de Es-tado recalca que Iraq se disculpó y ofreció pagar una indemnización por los muertos y los daños causados al barco. Tres años después, tras la invasión de Kuwait por Iraq, un cariacontecido funcionario del Departamento de Estado reconoce que "nunca se llevó a cabo la transferencia de esos fondos".
El gobierno de Alemania Occidental comienza a investigar, por fin, las relaciones entre Iraq y ciertas compañías alemanas. Al mismo tiempo, Estados Unidos firma un tratado para intensificar su comercio con Iraq. Un funcionario estadunidense declara: "Cunde la opinión de que debemos participar en esta bonanza".
En agosto, Iraq anuncia que ha lanzando un misil balístico de mediano alcance.
1988
Los curdos —grupo étnico que busca independizarse de la dominación iraquí— han suscitado la ira de Saddam, el cual lanza los días 16 y 17 de marzo un ataque con gas venenoso contra la población de Halabjah. Mueren 5000 perso-nas; más de 70,000 refugiados —la mayoría de ellos con heridas gravemente infectadas- huyen a Turquía.
En Estados Unidos, los senadores Claiborne Pell y Jesse Helms exigen sanciones contra Iraq. El gobierno califica de "prematura" la iniciativa, que se estanca en la Cámara de Representantes. Mientras tanto, el Export-Import Bank asegura las compras iraquíes de pesticidas estadunidenses. Según los dirigentes de esa institución bancaria, no es probable que esas sustancias se utilicen para producir armas químicas.
El 17 de julio termina la guerra entre Irán e Iraq, sin que ninguno de los dos países pueda considerarse el vencedor.
1989
Se da a conocer que entre febrero de 1988 y julio de 1989 la sucursal en Atlanta, Georgia, de la Banca Nazionale del Lavoro concertó empréstitos a Iraq, secretos y no autorizados, que ascendieron a 3000 millones de dólares. Parte de este financiamiento se destinó a compañías británicas, estadunidenses y germanooccidentales que exportaban tecnología militarmente útil para Iraq; otra parte del empréstito fue para el banco central de Iraq. Otros créditos a ese país por un total de 750 millones de dólares, aproximadamente, fueron garantizados por los contribuyentes estadunidenses a través de la Commodity Credit Corporation. Iraq se ha convertido en uno de los clientes más importantes de la CCC: en cada uno de los dos últimos años solicitó y obtuvo más de 1000 millones de dólares por concepto de garantías. En octubre, dicha agencia decide autorizar 500 millones adicionales en préstamos garantizados.
El Congreso de Estados Unidos no ha olvidado el ataque con gases venenosos, y en diciembre prohibe el acceso de Iraq a la ayuda del Export-Import Bank.
Francia es uno de los países que exhiben más artefactos en la Feria Internacional de Armamento en Iraq.
1990
En enero, el presidente Bush, invocando "el interés nacional", pasa por alto la prohibición del Congreso con respecto a la concesión de fondos a Iraq por parte del Export-Import Bank. En febrero, en una trasmisión radiofónica de la Voz de Estados Unidos (VOA), se incluye a Iraq en la lista de "Es-tados policiacos". El secretario de Estado, James Baker, da instrucciones a la embajadora April Glaspie de presentar disculpas por este incidente.
Ese mismo mes, Iraq obtiene licencia para comprar el más avanzado equipo fotográfico y reproductor de imágenes a la International Imaging Systems, de Milpitas, California. En su pedido inicial, en 1985, los agentes de Saddam habían declarado que ese equipo se emplearía "en silvicultura, análisis del suelo y cartografía"; pero Stephen Bryen, funcionario del Departamento de Defensa, advirtió que era más idóneo para reconocimientos aéreos y para la determinación de las zonas-objetivo de los misiles. A pesar de ello, el Departamento de Comercio concede la licencia, que sigue en vigor hasta que se declara el embargo comercial contra Iraq a raíz de la invasión de Kuwait.
La belicosidad de Saddam se agudiza. Kuwait y Arabia Saudita, advierte, deberán cancelar la deuda por 30,000 millones de dólares que él contrajo durante la guerra, y pagarle 30,000 millones adicionales. Si no acceden, habrá represalias.
El 28 de marzo, unos agentes aduanales ingleses detienen en Londres a cinco personas acusadas de intentar pasar de contrabando capacitores eléctricos especialmente diseñados para hacer detonar armas nucleares. Tales capacitores fueron fabricados por una compañía de San Marcos, California, que había colaborado en un complejo plan para atrapar a los culpables. Entre los aprehendidos estaba Ali Ashour Daghir, de la Euromac, empresa británica sospechosa de encubrir las maquinaciones iraquíes.
A la semana de la detención de los contrabandistas, Saddam proclama muy ufano en televisión: "No necesitamos la bomba atómica: tenemos la química".
En abril, Bush conmina a Saddam a que ponga fin a sus incitantes de-claraciones. En privado, pide a cinco senadores, encabezados por Robert Dole, líder de la minoría, que lleven a Saddam un mensaje menos perentorio. Dole expresa, a nombre del Presidente, sus deseos de que mejoren las relaciones entre ambos países. Ya de regreso, le dice a Bush que Saddam es "un líder con quien Estados Unidos puede hablar".
En mayo, los auditores de la CCC descubren lo que parecen ser "comisiones" pagadas a los iraquíes —a las que tachan de "pequeñas irregularidades"—, y se niegan a considerar garantías adicionales que ascenderían a 500 millones de dólares.
Alan Friedman, del londinense Financial Times, informa que esas "comisiones" ayudaron a constituir un fondo calculado en 100 millones de dólares, con el cual se financiaban las operaciones de la red que, al mando de Saddam, adquiría pertrechos en Europa. Para 1993, los contribuyentes estadunidenses quizá tengan que cargar con casi 2000 millones de dólares en préstamos incobrables garantizados por la CCC.
A mediados de julio, Saddam comienza a movilizar su ejército. El 23 de ese mes, unos satélites espías estadunidenses revelan que 30,000 soldados iraquíes están concentrados en la frontera con Kuwait. El día 24, como muestra de su preocupación, Estados Unidos participa en maniobras navales conjuntas con los Emiratos Árabes Unidos.
El 25 de julio, Saddam cita a la embajadora de Estados Unidos para protestar por esas maniobras. Amenazaron desencadenar en Estados Unidos una serie de ataques terroristas. La embajadora Glaspie responde elogiando los "esfuerzos extraordinarios" de Saddam para reconstruir Iraq. Acto seguido, "amistosamente, sin afán de confrontación", le pregunta a qué se deben sus grandes concentraciones de tropas en la frontera.
Los días 27 y 28 de julio, el servicio secreto advierte al gobierno estadunidense que quizá Iraq invada Kuwait. El 30 de ese mismo mes, ya hay más de 100,000 soldados iraquíes cerca de la frontera. La embajadora Glaspie, tranquilizada por su conversación con Saddam, parte de Bagdad a Washington, D. C. en un viaje que se había programado tiempo atrás.
El primero de agosto, la CÍA advierte de nuevo al gobierno que Iraq va a invadir Kuwait. No obstante, ese día termina sin que el Departamento de Estado ni siquiera ponga sobre aviso a los turistas. El 2 de agosto, en las primeras horas de la mañana, Iraq invade Kuwait.
LAS NACIONES que han cometido estas imprudencias han tardado mucho en reconocer sus errores. Mientras las tropas británicas se concentraban en Arabia Saudita, las empresas que servían, de parapeto a Iraq seguían operando en Londres. Al principio, París se resistió a proporcionar la información que Estados Unidos solicitaba sobre el equipo, fabricado en Francia, que Iraq empleaba para dificultar el funcionamiento del AWACS (siglas en inglés del Sistema Aerotrasportado de Control y Alerta) estadunidense. Y Alemania, mientras no se impuso el embargo internacional, siguió vendiendo a Saddam tecnología.
Pese a que Estados Unidos ya se estaba movilizando para su mayor empresa bélica desde la guerra de Vietnam, los Departamentos de Estado y de Comercio insistían en que se permitiera a la IBM vender una supercomputadora a cierta empresa brasileña que mantenía tratos comerciales con Iraq.
Muchos seguían pensando que Saddam era un líder "moderado", pese a la invasión. Los funcionarios estadunidenses, especialmente los del Departamento de Estado, "habían visto con indulgencia a los hombres fuertes del mundo árabe", comenta Jeane Kirkpatrick, ex embajadora estadunidense ante las Naciones Unidas. Estos "arabistas", responsables de la política exterior, no prestaron oídos a quienes sí conocían el abismo de odio que separa al dictador iraquí de Occidente.
Un mes después de que Saddam devastó Kuwait, Richard Murphy, secretario adjunto de Estado para asuntos del Cercano Oriente durante buena parte de la guerra entre Irán e Iraq, declaró: "Sigo creyendo que Iraq podría haber sido un Estado con el que hubiéramos podido tener intercambios mutuamente ventajosos".
En otoño de 1990, mientras seguían concentrándose las fuerzas militares que se opondrían a Saddam Hussein, Hans-Heino Kopietz, especialista en asuntos del Oriente Medio, radicado en Londres, consideró la situación desde otro punto de vista, y concluyó: "Cerramos los ojos porque algunas empresas deseaban hacer dinero, y porque Saddam nos resultaba útil en nuestras diferencias con Irán. Saddam es un Frankenstein que creó Occidente".