LAS VIUDAS DEL MUNDO, DOS VECES ABANDONADAS
Publicado en
septiembre 18, 2011
Correspondiente a la edición de Noviembre del 1998Por Caroline Moorehead (Escritora británica especializada en temas de derechos humanos y productora del programa de la BBC Human Rights, Human Wrongs)En Occidente, una viuda sufre una fuerte caída en sus ingresos y cierta pérdida de "status" cuando muere su marido, pero no existe discriminación legal o institucional contra ella. En el Tercer Mundo puede perder todo lo que tiene.
Las viudas tienen en común el hecho de que superan el número de viudos. En Gran Bretaña, el censo de 1991 mostró que el 43 por ciento de las mujeres de más de 65 años eran viudas, y en muchas partes del mundo en desarrollo esa cifra se eleva a más del 70 por ciento.Sin embargo, las viudas como objeto de derecho son desatendidas tanto por los movimientos femeninos como por la comunidad humanitaria internacional.Las viudas en Bangladesh y la India son a menudo mencionadas con palabras equivalentes a prostituta.Las normas culturales y los tabúes, las leyes consuetudinarias y estatales que gobiernan la herencia y, de modo mucho más abrumador, el sida, se combinan para hacer de la viudez una pesadilla infernal.La guerra y la violencia, consideradas endémicas en varias partes de Asia, América Latina y África, han incrementado el número de viudas. En Uganda se calculaba que había cerca de 200.000 viudas de guerra en 1991.Más de 30.000 mujeres que enviudaron como consecuencia de las guerras en Afganistán, ahora piden limosna por las calles de Kabul dado que los fundamentalistas talibanes les prohiben trabajar.Más del 80 por ciento de los refugiados existentes en el mundo -actualmente unos 50 millones- son mujeres y niños. Repentinamente convertidas en jefes de familia y responsables del mantenimiento del hogar, mujeres viudas o separadas encuentran de pronto que deben enfrentarse con situaciones para las que no habían sido preparadas.Por otro lado, durante la desaparición de sus hogares, viven en constante temor frente a violaciones, robos y extorsiones.En Guatemala se dice que "no hay presos políticos" sino sólo cadáveres y desaparecidos. Las víctimas son, en su mayoría, hombres. Esas "desapariciones" son terribles para las viudas.Pero nada, quizás, ha tenido peor impacto sobre las viudas que el sida. En 1994, según la Organización Mundial de la Salud, más de 18 millones de hombres y mujeres y un millón de niños estaban infectadosEl sida ha producido una generación completa de viudas, infectadas además con el virus HIV y con niños también infectados, cuya propensión a morir rápidamente es superior a la de los hombres enfermos, porque habitualmente están desnutridas, trabajan en exceso y son muy pobres.La mayor parte del trabajo efectuado en casos de sida en el mundo en desarrollo se llevó a cabo en Uganda, uno de los países más afectados por esa enfermedad. En 1994, casi el 10 por ciento de la población de Uganda -1'500.000 personas- estaba infectado por el virus HIV.Sea donde fuere en África, los tabúes y el silencio que rodean a las viudas las han convertido en especialmente vulnerables.Las Asociaciones de Planeamiento Familiar en varias naciones en desarrollo, por ejemplo, tienen políticas que no contemplan la asistencia a viudas o mujeres no casadas. Margaret Owen, autora de Un mundo de viudas (1996), argumenta que si las viudas tuvieran seguridad podrían ser capaces de controlar su propio futuro.Ella ha creado una organización llamada Dándole poder a las viudas, para actuar como punto de referencia y proveer información en un campo en el que existe escaso compromiso por parte de Occidente. Según las leyes y convenciones actualmente en vigor en el mundo, no hay razón para que las viudas no sean libres de actuar como quieran, pero el problema es que las violaciones de la Convención de las Mujeres, como los incumplimientos de todas las convenciones de la ONU, no comportan sanciones para quienes las cometen.Pero hay otra razón más importante para que la posición de las viudas en muchas partes del mundo sea tan funesta: como sucede con los refugiados internos, ellas se deslizan a través de las grietas y los vacíos de las disposiciones legales. Nadie asume la responsabilidad formal y específica de asegurarles su bienestar.En una época de proliferación de organizaciones no gubernamentales (ONG) y de organismos internacionales, así como de creciente preocupación por casi todas las facetas de la condición humana, las viudas son invisibles.