LO QUE NUESTRAS UÑAS REVELAN
Publicado en
agosto 16, 2011
CONDENSADO DE "MEDICAL SELFCARE" (SEPTIEMBRE/OCTUBRE DE 1987). © 1987 POR MEDICAL SELFCARE. DE POINT REYES. CALIFORNIA. ILUSTRACIONES HOWARD FRIEDMAN
Sirven para algo más que recortarlas, pintarlas y morderlas. Sus cambios en color, textura y forma son importantes indicadores de la salud o la enfermedad.
Por Constance Schrader
Ningún examen médico podría considerarse concienzudo sin la instrucción: "Abra la boca y diga: ¡Aaah!" Y muchos médicos perspicaces añaden: "Permítame ver sus uñas". Saben que estas descendientes evolutivas de las garras pueden ayudarles a detectar muchas enfermedades graves.
El examen de las uñas se practica desde la antigüedad; Hipócrates lo exaltaba como un recurso diagnóstico. Hoy sigue practicándose, pero la mayoría ignoramos la abundancia de información concerniente a la salud que puede proporcionar.
Las uñas protegen las delicadas puntas de los dedos, ricas en terminaciones nerviosas; refuerzan el sentido del tacto y ayudan en la manipulación de objetos pequeños. Químicamente iguales al pelo, se componen sobre todo de una proteína, la queratina, rica en azufre.
Se originan en forma de células blandas, gelatinosas, las cuales mueren, se endurecen y se aglomeran en forma compacta con el crecimiento. La cutícula, es decir, la piel que se encuentra sobre la base de la uña, evita que la mugre, las sustancias irritantes y los microbios lleguen a dichas células. Y la piel que queda debajo está muy bien irrigada por gran cantidad de vasos capilares superficiales; por ello, las uñas tienen su color rosado característico.
Junto con los huesos y los dientes, las uñas se encuentran entre los tejidos más duros del cuerpo, en parte porque su contenido de agua es apenas del diez por ciento. Pero son absorbentes, y cuando se les sumerge en agua dicho contenido puede aumentar considerablemente, de manera que se ablandan.
Las uñas crecen un promedio de 0.5 a 1.2 milímetros por semana, y aproximadamente cuatro veces más rápido en las manos que en los pies. Cuanto más largo es el dedo, más aprisa ocurre esto. El calor acelera el proceso: las uñas crecen con más rapidez en verano y en lugares de clima cálido, y de día, que de noche. Además, las de la mano derecha crecen más aprisa en las personas diestras, mientras que otro tanto ocurre en la mano izquierda de los zurdos.
La buena nutrición es indispensable para el crecimiento normal de las uñas. En ciertos casos de desnutrición o de anorexia nerviosa, el crecimiento ungular se retarda y aparecen surcos trasversales, llamados líneas de Beau. Además, la mala nutrición tiende a volverlas frágiles y quebradizas.
Contra la creencia popular, nunca se ha demostrado científicamente que la gelatina o las vitaminas aceleren el crecimiento de las uñas o contribuyan a su fortalecimiento. El doctor Paul Kechijian, profesor adjunto de clínica dermatológica en la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York y jefe de la sección de afecciones de las uñas en la Unidad de Dermatología y Cancerología del Centro Médico de esa misma universidad, explica: "Las deficiencias vitamínicas pueden retardar el crecimiento ungular, pero los complementos no lo aceleran en una persona sana".
Los esmaltes con que se pintan las endurecen, pero los limpiadores de esmalte pueden resecarlas y hacerlas perder consistencia, así como la exposición a solventes volátiles.
La mala circulación frena el crecimiento de las uñas y puede hacer que se vuelvan más gruesas y duras, y adquieran un color amarillento. Esto se puede observar en diabéticos y cardiópatas. En casos extremos de falta de oxígeno, el lecho ungular se vuelve azul.
He aquí algunas de las anomalías más comunes de las uñas, que pueden ayudar al médico a diagnosticar un trastorno importante:
Dedos en palillo de tambor. La uña se comba y se curva sobre la punta del dedo. Esto puede ser indicio de enfisema, tuberculosis, trastornos cardiovasculares, colitis ulcerativa o cirrosis hepática.
Lúnulas azules. Una coloración azulosa en la lúnula, es decir, en el arranque de la uña, sugiere afecciones circulatorias, cardiopatías, o el síndrome de Raynaud: espasmos en las arterias de los dedos de manos y pies, consecuencia generalmente de la exposición al frío excesivo, y a veces relacionados con la artritis reumatoide o con el lupus eritematoso, que es un padecimiento provocado por el sistema inmunitario de la persona.
Uñas en cuchara. La uña se deprime y se ve plana o cóncava. Esta anormalidad se relaciona con la anemia por deficiencia de hierro, con la sífilis, con trastornos del cuerpo tiroides y con la fiebre reumática.
Uñas de Lindsay. La mitad superior es de color rosa o castaño y la otra mitad se ve blanca. También se les conoce como "uñas de mitad y mitad", y pueden constituir un signo de insuficiencia renal crónica.
Líneas de Beau. Los surcos trasversales deprimidos son resultado de la desnutrición o de cualquier enfermedad grave que interfiera temporalmente en el crecimiento de las uñas, como es el caso de la rubéola, las paperas, los ataques cardiacos y ciertas afecciones como el síndrome del túnel del carpo (compresión del nervio mediano, que provoca sensaciones de ardor y dolor en los dedos).
Uñas de Terry. La piel bajo las uñas se ve blanca, y el área sonrosada está reducida a una franja cerca de la punta de la uña. Puede ser indicio de cirrosis hepática.
Síndrome de las uñas amarillas. El crecimiento se retarda, en tanto que las uñas se engrosan y se vuelven muy duras; además, adquieren un color amarillento o amarillo verdoso. Entre las causas se incluyen ciertas enfermedades crónicas de las vías respiratorias, del cuerpo tiroides y del sistema linfático.
Franjas rojas. Van a lo largo, e indican hemorragias de los capilares. Si son muchas, pueden constituir un signo de elevación crónica de la presión arterial (hipertensión), de psoriasis (afección cutánea ) o de una infección de la túnica interna del corazón (endocarditis bacteriana subaguda), padecimiento que puede poner en peligro la vida.
Hoyitos dispuestos irregularmente. Aparecen en muchos casos de psoriasis.
Hoyitos en hileras. Hay uñas que semejan bronce martillado, como resultado de la alopecia areata, enfermedad relacionada con el sistema inmunitario y aún no bien definida, que redunda en la pérdida parcial o total del pelo.
Cambio de color a pardo o negro. Tales manchas, sobre todo si se extienden a la piel que circunda las uñas, probablemente, sean síntoma de un melanoma maligno. Se puede tratar de una sola grande o de un conjunto de pecas pequeñas. Los dedos donde suelen aparecer son el pulgar y el gordo del pie.
Por tanto, examine detenidamente sus uñas; tal vez estén tratando de revelarle algo.