Publicado en
julio 25, 2011
Sin título, técnica mixta, 80cm x 100cm
Correspondiente a la edición de Febrero de 1997
Texto: Inés M. Flores Fotos: Kira Tolkmitt
Entre las figuras que actualmente exigen la atención de quien se interesa por el desarrollo de la plástica ecuatoriana, encuéntrase María Clara Crespo Toral (Cuenca, 1941). Situada en un punto de confluencia entre la pintura tradicional y las experiencias contemporáneas, esta artista ha experimentado en ambas direcciones, con un lenguaje fresco y desprejuiciado, lejos de cualquier convencionalismo.
Ella es la última de catorce hermanos, hizo sus primeros estudios en su ciudad natal y luego pasó a residir en Guayaquil, antes de instalarse definitivamente en Quito. Desplazamientos debidos a las exigencias profesionales de su padre, el distinguido médico doctor Emiliano Crespo Astudillo. A los 19 años contrae matrimonio con el abogado quiteño doctor Gonzalo Correa Escobar, quien murió cuando su esposa tenía cuarenta y cuatro años de edad. La viudez encuentra a María Clara con la primera hija casada y los cinco restantes estudiando en colegios y universidades. Ella enfrenta su nuevo estado con mucho valor, alternando sus obligaciones hogareñas con las actividades de carácter cultural, especialmente la música, a la que dedica gran parte de su interés, primero como miembro de la Sociedad Filarmónica de Quito y más adelante en calidad de vicepresidenta de la misma.
Su sensibilidad, delicada por naturaleza, se había afinado y lo artístico, en cualesquiera de sus formas, la conmueve profundamente. Se le vuelve una necesidad el dibujo, que practica como un desahogo lúdico, hasta que de entretenimiento pasa a ser una seria preocupación. A partir de esa instancia, y atendiendo a lo que ella llama "una vocación tardía", toma clases con los pintores César Taco y Nilo Yépez, en el Centro de Promoción Artística de la Casa de la Cultura, y practica el lápiz, el crayón, el pastel y la acuarela, "para madurar mi afición", según ha expresado. Descubre la pintura como dimensión en sí misma; es decir, como ejercicio del color, como tratamiento de la materia, como manejo del espacio.
Sin título, técnica mixta, 70cm x 90cm
"Es la fascinación de crear -dice-, de dar forma a mis sentimientos e ideas".
En la primera etapa la pintura de María Clara Crespo es figurativa, trabajada al natural. Se caracteriza por un dibujo de línea limpia y el entendimiento de la figura humana. Después pasa a las naturalezas muertas y la transición es radical, debido a las enseñanzas de Faik Hussein, pintor apasionado, buen maestro y muy certera en la crítica, quien al salir del país deja en su alumna un gran anhelo de perfeccionamiento.
LAS FLORES
Es a través de las flores como tema, que María Clara comienza a transformar planos, colores, formas y volúmenes, y es ella misma quien en última instancia se transforma. Evoluciona gradual pero firmemente hacia el descubrimiento de sí misma y de su propio potencial. Al instalarse en las composiciones florales encuentra infinidad de posibilidades, que hacen de este tema su preferido. Con él participa en una muestra colectiva titulada Vivencias (Sala de Seguros Equinoccial, Quito, y Galería Larrazábal, Cuenca, abril y diciembre de 1990), que organiza con sus cinco compañeras de taller.
Sin título, técnica mixta, 80cm x 1OOcm
En su proceso de desarrollo artístico, el sentido analítico de María Clara la lleva a encrucijadas difíciles. Tiene que conservar como lo más genuino el deleite de pintar, pero al mismo ha desarrollado un gran sentido autocrítico. Concomitantemente disminuye su atracción por los asuntos de la naturaleza -flores y paisajes- y crece su preocupación por el resultado final del color sobre el soporte, al margen de la figura.
Este cambio se consolida con las lecciones de Jorge Artieda, con quien aprende a liberar su poder creador y cuya influencia gravita fuertemente en la obra reciente de María Clara Crespo. El método didáctico de "un taller para hacer y aprender a hacer", le abrió a esta artista un espacio de dinámica interacción, que le ha permitido proyectarse libremente con sus propuestas pictóricas personales, cada vez más ambiciosas.
Sin título, técnica mixta, 88cm x 108cm
LA ABSTRACCION
Por este camino María Clara llega a la abstracción y comienza a experimentar con calidades y texturas, e interpreta las imágenes desde dos vertientes: de un lado el aspecto técnico y del otro el conceptual. Pretende un equilibrio entre ambos en función del resultado final, y le da un tratamiento muy pensado a la superficie, contraponiendo cuidadosas manchas de color plano con trazos gestuales cargados de materia. Utiliza el contrapunto cromático, a fin de conseguir una tensión estética equilibrada, y con la exuberancia matérica de sus texturas y collages, le da al color una palpitante sensibilidad, casi lírica, gracias a su armonía total.
María Clara Crespo ha asumido de ser artista con mucha seriedad y convencimiento. Su pintura se ha ido nutriendo en su esencia con búsquedas y conquistas a lo largo de un trayecto que ha experimentado transiciones a veces dolorosas. Los planteamientos actuales de esta artista, profundamente meditados, tienen una base humanística que trasciende de la estética, y la obra en la que ahora está empeñada revela otra óptica de la realidad, filtrada por la imaginación y construida a partir de una perspectiva contemporánea que la ha llevado al mundo de las abstracciones.
Sin título, técnica mixta, 70cm x 90cm
Radicada por el momento en París, para seguir uno de los cursos anuales de la Academia Poussin, María Rosa Crespo se halla en contacto directo e inmediato con las nuevas corrientes del arte universal, y no sólo está confrontando su obra con lo que se hace en Europa, sino que se halla viviendo una experiencia extraordinariamente enriquecedora para su trabajo plástico.
El caso de María Rosa es el de una artista de nacimiento que no descubrió sino en la madurez esas dotes. Consciente de ese don comenzó a cultivarlo con verdadera entrega y responsabilidad, aprendiendo pacientemente el oficio y ampliando al mismo tiempo su cosmovisión, a fin de responder con solvencia al reto que le planteaba el destino: pintar.
Autorretrato