Publicado en
marzo 19, 2011
Los mejores jardines son espacios personalizados, separados visual y ambientalmente del entorno. En ellos se goza de las estaciones y la naturaleza, y se puede equilibrar el ánimo a solas o en compañía.
Por José T. GallegoDe entre todos los seres, humanos o no, el hombre urbano occidental es quien vive mas profundamente aislado de la naturaleza. En las ciudades los árboles han sido sustituidos por inmensos edificios: las manadas de animales, por rebaños de coches y los rios, si no han sido canalizados por el subsuelo, fluyen contaminados y estériles. Los pocos árboles que adornan las urbes, últimos vestigios de una naturaleza esquilmada, sobreviven como pueden, perdida ya su condición mágica y empequeñecida su majestuosidad frente a los rascacielos, modernas torres de Babel que auguran la decadencia de una civilización que ha olvidado la importancia del entorno. Los pájaros, casi ausentes de la ciudad, viven encerrados en jaulas y su canto ya no acompaña al hombre en la labor diaria.
En una sociedad obsesionada por lo material y alejada del espíritu y la naturaleza, el jardín recobra una enorme importancia como fuente de salud y sosiego. Los humanos necesitan la naturaleza para vivir sanos, en equilibrio y armonía. Lo sabemos, pues llevamos plantas y flores a los enfermos y pintamos las paredes de los hospitales de verde, el color más representativo de la vegetación. A la naturaleza la llamamos madre pues nos alimenta y nos devuelve la alegría de vivir, de sanar, de seguir adelante. También regalamos flores para seducir a quien nos gusta, acudimos al bosque cuando estamos tristes o paseamos por el parque de la mano de nuestra pareja.La belleza es el mejor bálsamo para el alma atormentada y la naturaleza es casi siempre bellísima, aunque en ocasiones resulte dura, terrible o inclemente. En cada árbol, flor o rio están condensadas las grandes cuestiones que inquietan al ser humano. Los árboles son gigantes que nos empequeñecen y nos hablan de permanencia y de eternidad; las flores, de lo maravillosa, breve y fugaz que es la belleza, del paso implacable del tiempo. Los ríos son pura regeneración y flexibilidad, iguales y diferentes a cada instante, tal como los seres humanos.UN ATISBO DEL EDÉN
En muchas culturas el jardín es una metáfora del paraíso, del lugar perfecto donde el hombre habitó mientras estaba tan integrado en la naturaleza como las plantas o los animales y al que volverá tras la muerte o cuando alcance la iluminación. En la tradición bíblica cristiana, Dios planto un hueno en Edén, al oriente, y puso alli al hombre que había creado para que lo labrase y lo guardase. Y allí fue feliz hasta que por ansiar el conocimiento el Creador lo expulsó. En otras creencias, el jardín es el premio tras la muerte para los hombres y mujeres justos. Para los antiguos griegos las almas de los hombres virtuosos y los héroes guerreros eran enviadas a los Campos Elíseos, donde descansaban dichosas entre paisajes verdes y bosques de mirtos y rosales atravesados por un rio cuyas aguas hacían olvidar todas las penas. El profeta Mahoma dejó dicho que Alá ha prometido a los creyentes y a las creyentes unos jardines en los que corren rios. En ellos vivirán eternamente: tendrán hermosas moradas en el jardín del Edén. Para el budismo, la naturaleza puede ayudar al hombre en la busqueda de la iluminación. El principe Sidharta Gautama, antes de convertirse en Buda, se sentó bajo un árbol en Bodgaya y recordó todas sus vidas anteriores, liberándose con el conocimiento de la cadena de reencarnaciones. El jardín zen japonés representa a escala el universo e invita a meditar en busca de vitalidad y serenidad. A través de la meditación el ser humano capta directamente la esencia de la realidad, sin filtrarla con su pensamiento. El jardín eleva los sentimientos espirituales del hombre. En palabras del autor rumano Mircea Eliade: "Es la visión religiosa de la vida la que permite desafiar en el ritmo de la vegetación otras significaciones, y en primer lugar ideas de regeneración, de eterna juventud, de salud, de inmortalidad..."
LA INTELIGENCIA VEGETAL
Las plantas son las responsables de que haya vida animal en la Tierra. Ellas destilan el oxígeno que los animales, seres humanos incluidos, necesitan para respirar. Además, la cadena alimentaria, que mantiene toda la vida animal del planeta, comienza con los herbívoros, que se alimentan de plantas. Toda la comida viene, de un modo u otro, de las plantas. Los vegetales son seres muy evolucionados, no en vano junto con las algas y algunas bacterias son las únicas formas de vida capaces de trasformar la materia inorgánica en materia orgánica de la que alimentarse. Ellas captan la energia solar de la que viven todos los seres del planeta.
Se ha considerado al mundo vegetal menos evolucionado que el mundo animal, pero en los últimos tiempos se han realizado investigaciones que han demostrado que las plantas no están tan lejos de los animales, ni de los seres humanos, como pudiera parecer. De hecho, las plantas son capaces de comunicarse entre sí, anticiparse al futuro o cuidar a sus parientes. Aunque parece que no tienen conciencia, las plantas son capaces de realizar complejos comportamientos sociales. Cuando un herbívoro come hojas de ciertas especies, estas emiten un mensaje químico al aire que avisa a sus congéneres y les impulsa a introducir sustancias tóxicas en sus hojas para evitar así ser atacados. Otras especies crecen en la dirección óptima para no ser tapadas por las plantas que se están desarrollando alrededor. Cuando se plantan junto a otras plantas con las que están emparentadas, algunas especies evitan competir con ellas bajo tierra por los nutrientes emitiendo menos raíces, algo que no sucede en compañía de plantas con las que no guardan parentesco.UN MUNDO AGRADECIDO
Si las plantas reaccionan cuando son atacadas, es lógico pensar que probablemente también reaccionarán cuando son cuidadas. Las abuelas siempre dijeron que había que hablarles a las plantas y ahora se sabe que estas se habitúan a la voz de quien las cuida y logran mayor armonía con ella que con cualquier otra voz. Curiosamente, la voz femenina tiene mayor capacidad para ayudar a sanar a las plantas que la voz del hombre, menos melódica por lo general. La música, especialmente la clásica, también estimula el crecimiento de las plantas.
Si de algún modo podemos comunicarnos con las plantas y sanarlas con nuestra voz y cuidados es de esperar que ellas también puedan ayudarnos. ¿Quién no se ha sentido alguna vez embargado por la dicha al observar un bello paisaje o la poderosa majestuosidad de un bosque milenario? Cuidar a otros seres es bueno para el karma, esa especie de cuenta sagrada en donde se anotan nuestras acciones. La ley de la atracción entre semejantes viene a decir que lo igual llama a lo igual o, lo que es lo mismo: cuando hacemos buenas acciones estamos atrayendo buenas acciones hacia nosotros. Quien crea un bello jardín mejora el mundo, y este le devolverá el favor.UN JARDÍN PARA CADA PERSONA
Un jardín bien diseñado debe proporcionar placer a los cinco sentidos. La vista disfruta con los colores, las luces y las sombras; el olfato se embriaga de los olores de las flores y las plantas aromáticas. El tacto goza con las distintas texturas que proporcionan la hierba, las piedras y los árboles. Para el oído, el rumor de las hojas movidas por el viento o el murmullo del agua que corre constituyen un bálsamo que aquieta el espíritu y el gusto se deleita con el sabor de los frutos.
Cada jardinero tiene una idea del jardín que busca. Veamos algunos tipos:El jardín clásico se suele organizar en diversos parterres alrededor de un césped inmaculado. Las plantas se podan para darles la forma deseada, no se dejan crecer malas hierbas y siempre se busca que el conjunto tenga un aspecto impecable, como recién barrido. Suele requerir muchas horas de trabajo y resulta más rígido y menos evocador que otros tipos de jardín.El jardín silvestre busca un resultado en el que la mano del hombre no sea tan visible, que parezca un rincón especial de un bosque o un prado; para ello utiliza plantas autóctonas y las deja crecer a su aire, sin dirigirlas en exceso. Se pueden combinar parterres más formales con otros asilvestrados para que el resultado final aúne orden y espontaneidad.Un jardín mixto y muy atractivo es aquel que, a la manera del hortus romano, mezcla plantas ornamentales, medicinales, comestibles, aromáticas y árboles frutales. Es un jardín práctico, que los niños disfrutan especialmente. El jardin zen utiliza poca variedad de plantas, grandes rocas a modo de "montañas" y grava rastrillada simulando las olas del mar. El paisaje resultante recuerda a las islas japonesas sobre el océano. Son composiciones minimalistas y asimétricas que ayudan a la meditación.No es preciso disponer de mucho espacio para crear un jardín. El alféizar de una ventana o un pequeño balcón pueden servir para disponer unas cuantas plantas y crear un rincón verde donde la naturaleza sea la protagonista. Los bonsáis o incluso los suiseki, pequeñas rocas que por su forma recuerdan a un paisaje, pueden cumplir el papel y no necesitan apenas espacio.MI JARDÍN ES MI MAESTRO
Quien cuida un jardín se preocupa por los seres que lo habitan y su bienestar. Con el tiempo, el jardinero aumenta su sensibilidad e intuición, se eleva espiritualmente y acaso conecta con la energía de Gaia, el organismo que según se dice forma el conjunto del planeta Tierra. Las plantas se comunican pero no hablan, hay que aprender a leer su lenguaje de modo que una mirada sea suficiente para saber cómo se encuentran. Esta sabiduría no solo es aplicable a los árboles o los arbustos. La capacidad de leer el ánimo y la energía de los seres vivos será igualmente útil con las personas o los animales. El jardín debe ser un espacio sagrado, un lugar donde impera el respeto a la vida, a todas las cosas vivas.
7 FORMAS DE GOZAR DEL JARDIN
Caminar descalzo, sintiendo el frescor de la hierba produce un efecto similar a un buen masaje de pies, libera los bloqueos energéticos y relaja los músculos de todo el cuerpo.
Tocar la tierra con las manos, ensuciándose sin complejos, es una actividad liberadora de las convenciones sociales, nos aleja de la rigidez y permite que fluya la energía vital del planeta a través del cuerpo. No hay que tenerle miedo a la tierra, es fuente de vida y la piel de nuestro planeta.Subir a un árbol rememorando las tardes de verano de la niñez puede ser una experiencia muy estimulante que pone en contacto la psique adulta con el niño que aún habita en nuestro interior.Coger fruta de los árboles y comerla al momento como el ser humano ha hecho desde el principio de los tiempos es un placer incomparable. No en vano nuestra dieta ancestral se componía de frutas hojas y bayas. Recolectar frutos despierta recuerdos olvidados de la memoria de la especie.Meditar sobre una roca ofrece una perspectiva distinta del jardín. El contacto con la piedra en lugar de la hierba puede modificar el modo en que percibimos la meditación, nos pone en contacto con las entrañas de la tierra.Compartir el jardín con otros seres vivos y no solo con amigos. Un estanque con carpas de colores es un gozo para la vista, un comedero o bebedero para pájaros atrae aves que además de cantar comerán moscas y mosquitos.Tumbarse desnudo sobre la hierba, respirando lentamente y dejando que la brisa y el calor del sol acaricien la piel. Con un poco de imaginación es fácil sentirse hierba, árbol o piedra, meditar sobre el ser, el tiempo y la interconexión entre todas las cosas y todos los seres.LIBROS RECOMENDADOS
EL JARDÍN, PAISAJE Y DISEÑOT. Conran. D. Pearson
Ed. BlumeLA MAGIA DE LAS PLANTASIgnacio Abella
Ed. RBA-Integral Fuente:
CUERPO MENTE - ESPAÑA - AGOSTO 2008