Publicado en
marzo 19, 2011
Cuando la Guerra Fría se caldeó. Entre dirigentes comunistas era habitual el beso de bienvenida, pero Leónidas Breznev-izquierda-y Erich Honecker, líderes de la URSS y la República Democrática Alemana, se mostraron excesivamente efusivos en esta célebre foto de 1979.
Hasta los enemigos más acérrimos cumplen con el ritual de expresar reconocimiento mutuo. El amplio repertorio de los saludos humanos, presentes en todos los lugares y todas las épocas, es un exponente de nuestra compleja naturaleza social.
Por Dario Migliucci
Diariamente abrazamos a nuestros amigos más íntimos, besamos a nuestros familiares y estrechamos la mano de nuestros conocidos. De entrada podrían parecer pautas banales, rituales prácticamente vacíos de contenido, pero detrás de ellos hay todo un mundo por descubrir.
De hecho, al tema se le ha dedicado bastante literatura, y no sólo científica. En su inmortal obra VitaNuova, Dante Alighieri (1265-1321) se estremecía de júbilo y desconsuelo por el saludo que su amada Beatriz le iba concediendo y negando alternativamente. Hoy, antropólogos, etnólogos y sociólogos buscan el origen y significado primordial de estos ademanes protocolarios, mientras que los psicólogos analizan cómo los llevamos a cabo con el fin de desvelar nuestra personalidad.
Ortega y Gasset (1883-1955) ya consagró largas páginas al saludo en su obra El hombre y la gente, donde lo tachaba de inhumano. "Le faltan dos de los caracteres imprescindibles de toda acción estrictamente humana: originarse intelectualmente en el sujeto que lo hace y engendrarse en su voluntad", argumentaba.
ALGUNOS ADEMANES SE REPITEN EN CASI TODAS PARTES
Hay que concederle la razón en sentido de que repetimos de forma automática y maquinal las expresiones transmitidas por nuestros padres y que a su vez ellos habían aprendido de sus progenitores. Es más: de acuerdo con las enseñanzas de Charles Darwin, podemos afirmar que algunos de los saludos que desplegamos cada día -al igual que otras expresiones no verbales- son consecuencia de nuestro instinto animal.
El austríaco Irenáus Eibl-Eibesfeldt, director del Instituto Ludwig Boltzmann para la Etología Urbana, en Viena, ha constatado que algunas salutaciones son universales. Actos como el de levantar la mano hacia el prójimo se encuentran en casi todas las culturas. Además, los expertos consideran que muchas de estas manifestaciones no son nada más que vestigios de arcaicas pautas de apaciguamiento entre homínidos, o sea, para evitar agresiones. Flora Davis, en su obra La comunicación no verbal se pregunta "si a un nivel inconsciente profundo, no estaremos manteniendo la precaución física de nuestros antepasados primates".
Una rana parece saludar con la mano, el modo más universal de hacerlo.
EL MAS PRIMITIVO PUDO SER LA IMITACION DE UN CADAVER
La antropóloga Jane Goodall lo ha comprobado: los chimpancés se abrazan, hacen reverencias e incluso se estrechan las manos. Sin embargo -a diferencia de los otros primates-, el desarrollo social y cultural del hombre ha acabado modificando algunas de estas pautas a lo largo de los siglos. Peter Collett, que fue profesor de psicología experimental en Oxford, sostiene que dicha evolución ha terminando agrupándolas en dos categorías: "De respeto, para resallar las diferencias de poder; y de solidaridad, que expresan mensajes de amistad entre iguales".
Por su parte, el sociólogo británico Herbert Spencer (1820-1903) llegó a la conclusión de que los primeros gestos de saludo fueron llevados a cabo en la prehistoria por los hombres que habían sido esclavizados. El más fuerte tenía el poder de acabar con la vida de quien había sometido, de modo que este último se tumbaba simbólicamente en el suelo, como si estuviera muerto. En suma, sería la imitación del cadáver, una postura que evolucionará más tarde con el esclavo que se pone "a cuatro patas" frente a su amo y a continuación de rodillas.
En la era de las grandes civilizaciones del mundo antiguo, los subordinados todavía debían hincar la rodilla en el suelo y besar la mano de la persona de clase superior. Luego, la reverencia se fue suavizando, pero la esencia no cambió. Hasta hace pocos siglos, el hombre de categoría inferior todavía debía descubrirse la cabeza e inclinar el tronco, mientras que las mujeres doblaban ambas rodillas. Collet señala que era un gesto asimétrico, ya que el señor no respondía con movimiento alguno al obsequio del que era objeto.
En muchos de los saludos contemporáneos se pueden atisbar signos inequívocos de los antiguos hábitos de las culturas marcadas por rígidas diferencias sociales. Los ciudadanos de los países orientales inclinan profundamente la cabeza y juntan las palmas, una costumbre que, según Spencer, podría remontarse a los tiempos en los que el esclavo entregaba sus manos a su amo. En Sicilia aún se acostumbra a besarlas manos, aunque sólo de palabra: no es usual acompañar la locución con el acto físico. Además, el vocablo italiano ciao procede de una expresión dialectal veneciana que significa "soy tu esclavo", mientras que en muchos estados de la Europa central y del este -especialmente en Austria-se utiliza la palabra latina servus -"soy tu siervo"-.
Heil, tristeza. Una mujer checa no puede ocultar su desconsuelo mientras saluda a lo nazi tras la invasión alemana de los Sudetes, en 1938.
DESDE LA ANTIGUEDAD DESEAMOS SALUD AL PROJIMO
También en los saludos entre iguales el lenguaje no verbal suele ser acompañado de palabras rituales. En algunas culturas se trata de mensajes de paz. Los islámicos dicen salaam aleikum, los judíos, shalom aleichem, y en los ámbitos eclesiásticos de los países católicos antaño se pronunciaba la expresión latina pax vobiscum. Las tres frases significan "la paz sea contigo o con vosotros" y tienen un fuerte cariz religioso.
En la cultura clásica se prefería hacer votos por que el prójimo gozara de larga vida y felicidad, una costumbre que se ha conservado hasta nuestros días: el griego khaíre quiere decir "te deseo alegría", y el propio verbo saludar hace referencia a los auspicios de buena salud. Por otra parte, expresiones como "buenos días" y "buenas noches" comparten la misma filosofía. Según Ortega y Gasset, se trata de locuciones que tenían primitivamente un sentido mágico.
En cuanto a los gestos físicos que se dedican las personas del mismo rango, el repertorio histórico es extenso. Gracias a los escritos del griego Herodoto -padre de la historia y la etnografía-, sabemos que los persas de la misma clase social se saludaban con un beso en la boca. En el Antiguo Egipto, en cambio, los hombres solían tocarse la rodilla -o incluso el suelo- con el revés de la mano derecha. En la obra La liturgia del gesto, la pedagoga Héléne Lubienska de Lenval (1892-1972) recuerda que dicho hábito fue retomado por el mundo bizantino, más adelante por el mundo cristiano oriental y finalmente se convirtió en un rito -llamado metania- que sigue utilizándose en la Iglesia ortodoxa.
En la Europa medieval, las personas de similar estatus solían besarse en las mejillas y darse la mano, aunque los hombres también se quitaban el sombrero y las mujeres hacían amago de reverencia. Siempre se trataba de gestos simétricos, ya que los individuos se homenajeaban de igual forma.
De todas formas, y como en otros muchos ámbitos de la vida, fueron griegos y romanos los que pusieron las bases de este idioma sin palabras en el mundo occidental. Ana María Cestero Mancera, profesora de la Universidad de Alcalá, en Madrid, señala que ambas civilizaciones practicaban casi las mismas formas de saludo, entre las cuales destacaba el hábito de estrecharse la mano.
Además, en la antigua Roma se registraban variedades curiosas. Cada mañana, en las casas más acaudaladas se desarrollaba la salutatio matutina, una ceremonia durante la cual el pater familias recibía a sus clientes, quienes, tras homenajearlo con el más fervoroso de los saludos, le pedían favores y gracias. Mucho menos obsequioso era el que las mujeres recibían de los miembros masculinos de sus familias: el ius osculi, beso con el que los hombres se cercioraban de que sus esposas no habían tomado vino. Esa bebida estaba prohibida a las mujeres bajo pena de muerte.
"LOS QUE VAN A MORIR TE SALUDAN", LE DIJERON A CLAUDIO
Aunque la salutación más sombría de la época romana fue sin duda la que ofrecieron al emperador Claudio en el año 52 los hombres elegidos para entablar un combate naval como macabra diversión de los ciudadanos. Los desdichados le gritaron el famoso Ave imperator; morituri te salutant -"Hola emperador, los que van a morir le saludan"-.
En el mundo grecorromano también se fraguó la costumbre de alzar súbitamente el brazo, si bien estaba mucho menos difundido de lo que nos han hecho creer los directores de cine. Según parece, este saludo tenía varios significados, entre los cuales destacaba el de desear buenos augurios. Asimismo, permitía a los hombres que se iban a encontrar percatarse de que ninguno de ellos empuñaba armas.
Esta última razón explica que en casi todos los rincones del planeta se levante la mano hacia arriba, algo que seguimos realizando sin plantearnos su significado primigenio. Por eso, el guerrero masai se desarma hincando su lanza en el suelo y el caballero medieval se desprendía de sus guantes de hierro y entregaba al otro la mano derecha, la misma con la que hubiera podido desenvainar su espada.
Precisamente del medievo procede el gesto precursor del saludo que efectúan los militares. Oretha D. Swartz, autora del libro Service Etiquette -considerada la biblia del protocolo castrense-, conjetura que esta pauta podría ser la derivación del hábito de los caballeros de alzar la visera para que sus cantaradas los reconocieran. "También puede remontarse a los tiempos de los Borgia, una época en la que eran frecuentes los asesinatos", añade. Por lo visto, en esta época turbulenta se tenía por costumbre que cuando un hombre se acercaba a otro lo hiciera con la mano en la frente, para demostrar que no llevaba puñales.
El apretón de manos podría encuadrarse entre tales expresiones de apaciguamiento. Con todo, es posible que dicho hábito inicialmente sirviera para sellar acuerdos y que sólo posteriormente se convirtiera en el saludo de las sociedades en las que los comerciantes jugaban un papel destacado. El sociólogo Herbert Spencer tenía su propia teoría: a medida que se iba democratizando la sociedad, el superior quiso impedir que su mano fuera besada por el inferior, que insistía en demostrar su sumisión. De este forcejeo derivaría el apretón.
EN EXTREMO ORIENTE, EL BESO SE RESERVA SOLO PARA EL SEXO
También tiene un origen antiguo la demostración de afecto que implica una mayor proximidad física: el beso. Sin embargo se convirtió en un ritual de bienvenida mucho más tarde y sólo en algunas regiones del mundo. Así, muchos países de Extremo Oriente lo consideran como algo exclusivo del acto sexual.
Finalmente, están los saludos con connotaciones políticas o reivindicativas, entre las que destaca el puño alzado de los partidos de izquierda europeos. En EE UU fue adoptado por el movimiento a favor de los derechos civiles de los negros Black Power, como hicieron saber al mundo los atletas norteamericanos Tommie Smith y John Carlos, oro y bronce en 200 metros lisos en las Olimpiadas de México de 1968. Las cámaras recogieron su mudo desafío desde el pódium, lo que supuso su expulsión de la Villa Olímpica.
Existen varias hipótesis sobre el origen de este saludo, pero quizá la más sugestiva sea la que afirma que se trata de un símbolo, pues los dedos -como los oprimidos-son débiles cuando están solos pero muy fuertes cuando se juntan.
¡Choca esos cinco, Benedicto! Dos estudiantes de la St. Michael Catholic School, en Washington, ensayan el recibimiento que ellas querrían dar al papa en una figura de cartón de tamaño natural que se exponía en una tienda de recuerdos. El Sumo Pontífice visitó EE UU el pasado abril.
MUSSOLINI INTRODUJO EL "HIGIENICO" SALUDO FASCISTA
En el otro extremo del arco ideológico encontramos el brazo extendido, de siniestro recuerdo. El responsable de su implantación moderna fue Benito Mussolini, que al llegar al poder prohibió el apretón de manos -- para substituirlo por el saluto romano, "más higiénico, más bello y más práctico". Luego fue importado a la España de Franco y la Alemania de Hitler. El sociólogo Tilman Allert, de la Universidad de Frankfurt, asegura que el saludo nazi tenía una capacidad de persuasión extraordinaria, pues lograba transmitir "la fe en el poder mesiánico del Fuhrer". No hay que subestimar, pues, el poder de estos gestos.
A SUS pieS, señoría. Asi se presentaba un emisario a un oficial chino según este grabado decimonónico. La inclinación de cabeza, que es común en algunos países orientales, seria un vestigio de aquel modo de manifestar acatamiento a un superior.
ACERCAMIENTOS EMBARAZOSOS
En algunos países existen formas de saludar diferentes a las que son comunes en Occidente, de modo que nuestras pautas podrían resultar ofensivas en según qué lugares. Así lo aprendió a su pesar Silvio Berlusconi, cuyo beso en la mano de una mujer turca fue tomado por un ultraje por algunos grupos islámicos; la misma mujer retiró la mano, dejando al primer ministro italiano en una situación muy violenta.
NO TE ENFADES SI TE SACAN LA LENGUA
Por la misma razón, algunas conductas propias de otras culturas podrían resultarnos violentas. Los vecinos del Tíbet nos saludarán enseñándonos la lengua, los esquimales y maoríes frotarán su nariz contra la nuestra y los ciudadanos del Cáucaso nos tocarán las caderas con ambas manos, como si nos estuvieran registrando en busca de armas escondidas.
Fuente:
MUY INTERESANTE ESPAÑA - JUNIO 2009