GONZALO RUBALCABA, LA EXPERIENCIA DEL JAZZ
Publicado en
marzo 19, 2011
Por Roberto Rubiano VargasLa noche en que Gonzalo Rubalcaba ofreció su concierto en el Teatro Nacional de la Casa de la Cultura, se produjo un fenómeno inédito en Quito. Los relojes se detuvieron y el corazón de los presentes se aceleró al sonar las primeras notas. En pocos segundos Rubalcaba hipnotizó con su música a un público en el cual se mezclaban conocedores, curiosos, músicos y entusiastas incondicionales. Yo podría considerarme parte de la última categoría: conozco sus discos, había visto presentaciones en video, había leído sobre él, presencié su prueba de sonido. Sin embargo, cuando comenzó el concierto, toda referencia anterior fue superada. Un vendaval tropical invadió mis sentidos, me transportó a un territorio musical lejos de la tierra y me dejó sentado en la butaca hasta dos horas después.
Gonzalo Rubalcaba es un nombre que ha llevado el jazz a una categoría superior. Un músico cubano que sintetiza la evolución musical de su isla y cuya generosa humanidad se despliega sobre el escenario con la amplitud propia de los grandes artistas.LOS ORIGENES
En la Habana de los primeros años de la revolución el niño Gonzalo Rubalcaba recuerda haber iniciado su educación musical de manera informal. Su padre poseía grabaciones de los jazzistas de los años cincuenta, lo cual, sumado a su educación académica, lo convirtió en un jazzista moderno que sintetiza la tradición jazzística y las raíces cubanas en un avanzado criterio musical. Además, en su casa el tema de conversación de todos los días fue algún aspecto relacionado con notas, bemoles y teclados. Se asistía de manera cotidiana a sesiones con destacados charangueros. Por eso en él la música fluye con naturalidad: fue su cuna, su educación, su ambiente y su obsesión.
Gonzalo Rubalcaba reúne toda la experiencia del jazz. En su música está presente la técnica de los grandes pianistas, como Erroll Gardner, Thelonius Monk u Oscar Peterson. El carisma de maestros como Earl Hines. La capacidad de improvisación de Keith Jarret o Chick Corea. El alarde de un concertista académico. La capacidad de diversión de un percusionista del caribe. La alegría de un muchachito tocando en una banda de Rock. Por eso su energía contagia sin medida al público que sigue sus presentaciones en vivo.En Quito, al día siguiente de su llegada, visitó el Teatro para examinar los dos pianos disponibles para su presentación, los probó, escogió uno y se sentó a tocar. Hizo una breve pausa para que el afinador hiciera su trabajo y los técnicos terminaran la instalación del sonido y regresó. Una vez que acaricia el teclado del piano ya no se puede contener. Necesita tocar el instrumento, comenzar a sacar notas de él. Por eso antes de la hora convenida para iniciar el ensayo, ya estaba frente al piano. La prueba de sonido le permite familiarizarse con el espacio donde va a tocar. Se acomoda a la acústica o a la falta de acústica del escenario. Es un músico responsable con el público que va a apreciar su arte.EL PUBLICO DE JAZZ
"Gonsha San" le dicen a Gonzalo Rubalcaba en Tokio. Allí es una institución -una joven institución-, pues desde hace tres años es invitado de honor del Festival de Monte Fuji. Allí fue considerado "músico del año" en el '91 y el '92. Allí grabó en vivo su disco Images, que incluye la antológica pieza Imagine de John Lennon, que el público japonés exige en todas sus presentaciones.
Pero, pese a que los contratos lo ligan, la mayor parte de su tiempo, al público japonés, europeo y -ahora que se le han abierto las puertas-, también al de Estados Unidos, Rubalcaba siente especial interés de tocar en latinoamérica. Ha estado en México, Brasil, Venezuela y Colombia. A fines de año tocará en Uruguay, Argentina y Chile y ya ha iniciado la que esperamos sea una larga relación con el público ecuatoriano. Un público que apreció su maestría y generosa entrega. Que aplaudió el solo de batería del prodigioso percusionista Julio César Barreto, las melodías en la trompeta de Reynaldo Melian, y el trabajo del bajista Felipe Cabrera que, al decir de un joven músico -participante del encuentro de compositores contemporáneos- era como un buen árbitro de fútbol que dejaba jugar a los demás integrantes de su banda."El público de Quito me sorprendió -dijo Gonzalo-. Desde el primer minuto sentí una gran relación con él." A lo que su manager, José Forteza, añadió: "El público aplaudió lo que había que aplaudir, e incluso se pasó, celebró solos de altísima calidad que en otras plazas pasan desapercibidos"."La ciudad -continúa Gonzalo-, lo poco que percibí de ella, me hizo sentir que existe una relación apacible entre la gente. Incluso en la noche, en la salsoteca, sentí que uno podía divertirse sin agresiones, sin problemas, a diferencia de lo que sucede con las ciudades más grandes, donde lo divertido se confunde con lo violento".EL MUSICO DE JAZZ
Desde sus orígenes el Jazz es una música que alegra los sentidos. Es un punto de encuentro entre la música académica, la música popular y sus raíces históricas. Pese a su naturaleza de fiesta y frenesí es una expresión musical de nivel intelectual superior. Pero lo intelectual en el jazz no es la socorrida referencia al cuento de Cortázar sobre Charlie Parker, o su texto sobre Thelonius Monk, sino que es un concepto más amplio. Por su libertad y capacidad de improvisación el jazz estimula la imaginación y amplía las fronteras de lo sensitivo.
"El Músico de jazz debe evolucionar", dice Gonzalo, "yo creo que se ha confundido la libertad que ofrece esta música, con un libertinaje en el que en general caen los intérpretes, tal vez en razón de que esta música se hace en clubes pequeños y en la vida nocturna. Sin embargo yo creo que el jazz debe evolucionar a un espacio más concertante, donde el músico puede buscar nuevos sonidos y experiencias"Gonzalo es un músico que ha reflexionado sobre su propio quehacer musical. Conoce perfectamente sus ideas musicales y las traduce sobre el escenario con una envidiable naturalidad. Su sólida formación ha definido con claridad su estilo para interpretar y componer. A los treinta años de edad ha hecho una carrera que la mayoría de músicos de jazz empezarían a vislumbrar pasados los cincuenta. Es el único latinoamericano cuya música forma parte del catálogo de la EMI Blue Note, la legendaria colección que recoge la tradición y la modernidad del Jazz. Su versatilidad como intérprete y compositor lo ha llevado a experimentar con diversas posibilidades. Ha utilizado secuenciadores y sintetizadores. Ha trabajado con grandes bandas como su Proyecto Latino en Cuba, con los más afamados bajistas y bateristas del jazz: Haden, Motian, De Johnette o Patitucci, y con pianistas como Michael Camilo o Chick Corea.Sin embargo el formato en el que más cómodo trabaja y con el que consigue los mejores resultados en vivo es su cuarteto cubano, con el cual estuvo en Quito, y además grabó sus dos últimos discos: Suite 4 Y 20 y Rapsodia.EL CONCIERTO
Cuando atravesó el escenario del Teatro Nacional iniciaba una experiencia nueva, pues ninguna presentación es igual a otra. Gonzalo se relaciona con su público en vivo. Por eso ofrece casi cien conciertos al año en diferentes lugares del mundo. No tiene ningún interés en que su trabajo se difunda a través del video y la televisión. Por eso el cuidado que pone en cada salida.
Aunque siempre hay problemas por resolver, el principal es el piano. En Quito los mejores pianos están guardados bajo llave, en recintos para pocas personas. Este es un problema común en toda América Latina donde la cultura musical de alto nivel sigue siendo reservada -como en el siglo XIX- a muy pocos. Además no existe una tradición de cuidado hacia ese delicado instrumento, lo cual dificulta aún más el trabajo de los músicos.Sin embargo todos los problemas quedan en el camerino cuando la banda sube al escenario. Allí cualquier deficiencia se suple con talento. Y durante dos horas las casi dos mil personas reunidas en el Teatro Nacional, escucharon composiciones propias y ajenas, marcadas con el sello inconfundible del genio.Arriba, en ese espacio, la experiencia del jazz materializada en las miles de horas empleadas en crear su propio estilo, se fundió con el aliento del público, con la magia y la energía de los Andes y quien sabe con qué otro ingrediente secreto para brindarnos a los presentes ese milagro musical llamado Gonzalo Rubalcaba.Al terminar, como siempre, se solicitó el bis de rigor. Gonzalo salió e interpretó Mima, una pieza de su propia inspiración, de delicada sonoridad, que dejó al público inmóvil, tranquilo, meditando sobre la profundidad musical que acababa de presenciar."Después de los conciertos quedo en un estado de excitación que me impide dormir -dice Gonzalo-, Necesito desfogar lentamente la energía acumulada durante la presentación"Al día siguiente viajó a Bogotá, Cali y Medellín, ciudades donde daba cuatro conciertos. Tranquilo -le dije mientras íbamos en el auto camino al aeropuerto-, después vendrá el descanso.Gonzalo, regresó a mirar, sonrió y respondió: "Descanso es una palabra prohibida. Cuando estamos de gira nuestro único descanso es que los conciertos resulten bien."