Publicado en
enero 02, 2011
CONDENSADO DE "THE 90/10 WEIGHT-LOSS PLAN". © 2001 POR JOY BAUER, PUBLICADO POR REANISSANCE BOOKS, DE LOS ÁNGELES, CALIFORNIA.
Negarse la comida que a uno le encanta es garantía de fracaso en la guerra contra los kilos. Por fin, un plan que le permite comer cosas ricas.
Por Joy BauerCUANDO VINO A VERME Lisa*, una mujer de 35 años con dos hijos, tenía poco más de 20 kilos de sobrepeso. Había batallado con este problema toda su vida, a pesar de haber seguido cientos de dietas desde sus 17 años. Lo único qué había logrado era subir y bajar constantemente de peso.
El problema con los intentos anteriores de Lisa era que todas las dietas a las que se había sometido descartaban por completo los alimentos sabrosos y engordadores que a ella le encantaban y que sus hijos siempre comían. A media tarde, cuando se sentía agotada física y emocionalmente, no podía evitar ponerse a "picar" cosas prohibidas, generalmente las golosinas de sus hijos, como galletas dulces o saladas, o caramelos. Después, sintiendo que de todos modos ya había echado a perder el día, de unos cuantos bocados de lo que consideraba "comida mala" pasaba a un auténtico atracón. Por supuesto, se juraba solemnemente volver a empezar la dieta al día siguiente. Este ciclo —privación, trampa, atracón— continuaba durante varios días, e incluso semanas, hasta que la mujer se daba completamente por vencida.El predicamento de Lisa es muy común. Según un estudio que se llevó a cabo en forma reciente, sólo una de cada cuatro personas que se ponen a dieta logra mantener después su peso. He conocido a miles de individuos que lo recuperan, y vez tras vez observo el mismo patrón en sus esfuerzos fallidos: tratan de bajar de peso con un régimen radicalmente diferente del que acostumbran seguir en su vida de todos los días.Estas personas son candidatos perfectos para lo que llamo el plan 90/10 de reducción de peso.Concebí este plan en torno a los principios, consagrados por el tiempo, de una pérdida de peso saludable y a largo plazo: el control de las porciones y la satisfacción de los antojos. La idea es que entre 80 y 90 por ciento de las calorías diarias que se ingieren provengan de alimentos nutritivos, y entre 10 y 20 por ciento, de caprichos deliciosos. Puesto que los alimentos que a usted se le antojan y disfruta están incluidos en el plan junto con la comida nutritiva, se sentirá satisfecho tanto física como emocionalmente. Incluso después de alcanzar su peso ideal puede usted incorporar fácilmente el plan 90/10 a su vida cotidiana, pues todo lo que su organismo necesita y desea forma parte del programa. Empiece por elegir uno de dos niveles calóricos para perder peso: el de 1400 o el de 1600 calorías diarias. (Vea el RECUADRO 1 para averiguar cuál es el mejor plan para usted.) Yo le voy a ayudar dándole pautas de cuánto puede comer (RECUADRO 2), pero a usted le toca decidir con qué alimentos "divertidos" se va a agasajar: hasta 250 calorías de galletas dulces, hojuelas de papa, pastel, vino, nueces... Y lo mejor de todo es que puede satisfacer su antojo a cualquier hora del día.No se trata aquí de matemáticas exactas. El plan es en realidad una estrategia para el cuidado del peso que puede durar toda la vida. Si se convence de que le es posible darse sus gustos aunque esté a dieta, seguramente tendrá éxito. Ningún alimento está prohibido; más bien, aprende usted a incluirlos todos en su régimen, y a consumir las porciones correctas.De acuerdo con el plan y las golosinas que usted elija, la dieta puede ser desde 80 por ciento sana y 20 por ciento divertida, hasta 100 por ciento sana.Para lisa, el plan se organizó de la siguiente manera: ella eligió el nivel de 1600 calorías. Dado su historial de atracones, me preocupaba que esta cantidad menor de calorías la dejara insatisfecha y con riesgo de caer en los excesos acostumbrados. Decidió comer su golosina a media tarde, pues a esa hora sus hijos acostumbraban tomar algún tentempié y a ella se le antojaba algo sabroso. Al sentirse satisfecha, podría superar la barrera de los atracones y terminar el día con una cena saludable. Le aconsejé que si se excedía en una comida, no diera el día por perdido, sino que simplemente suprimiera su golosina de media tarde.Lisa y yo hablamos también acerca de la importancia del ejercicio. Los estudios demuestran que la gente que hace ejercicio tiene más probabilidades de no volver a subir de peso. Yo aconsejo a mis pacientes que hagan entre 20 y 60 minutos de ejercicios aeróbicos de tres a cinco veces por semana. Como Lisa tenía poco o ningún tiempo libre para acudir a un gimnasio, le sugerí que se comprara varios videos de ejercicio y los usara en la sala de su casa. Otras veces podría llevar a su niño más pequeño a pasear en su cochecito y caminar enérgicamente, mientras su hijo mayor estaba en la escuela.Con el plan 90/10, Lisa pudo bajar más de tres kilos en tan sólo 14 días. Después de dos meses y medio pesaba nueve kilos menos y se veía y se sentía de maravilla. A dos años de distancia, ya logró eliminar todo el peso excesivo que tenía, más un kilo adicional. Y, aún mejor, ya no clasifica los alimentos en "buenos" o "malos": sigue eligiendo comida sana 90 por ciento de las veces, sin dejar por ello de satisfacer su necesidad de variedad y exquisitez el resto del tiempo. Finalmente encontró una dieta que le resulta posible seguir a largo plazo.Veamos ahora cómo benefició el plan 90/10 a Steven*, un ejecutivo de 50 años de edad. Steven tenía nueve kilos de más y se sentía pesado, lento, poco atractivo e incómodo en su ropa. Pero aseguraba que ninguna dieta se ajustaba a su estilo de vida "acelerado". Le pedí que anotara en un cuaderno todo lo que comiera durante cinco días y llevara esa información a nuestra primera consulta. Según lo anotado, empezaba el día con un tarro de café con crema, endulzado con azúcar. En el almuerzo se comía un pastelillo de maíz o un bagel al que le había untado queso crema, y jugo de naranja. No es de extráñar que en las tardes sintiera dolor de cabeza y cansancio.Varias noches por semana, Steven se atracaba en restaurantes. Después de no comer prácticamente nada satisfactorio ni nutritivo en todo el día, a la hora de la cena tenía un hambre voraz y la satisfacía con pan y mantequilla, tres bebidas alcohólicas, un bistec grande, una papa horneada con crema agria y mantequilla, espinacas con crema y una rebanada de pastel. Con base en su talla y su estilo de vida, el plan de 1600 calorías pareció el más razonable para él. Juntos planeamos unos desayunos sustanciosos, nutritivos y equilibrados, y almuerzos apetitosos y sencillos a la vez.Desayunando fruta y yogur, y almorzando una sopa y una ensalada, o una ensalada y un sándwich —por ejemplo, de pavo con lechuga, tomate y dos rebanadas de queso, en pan de trigo integral— pudo conservar un nivel alto de energía y eliminar definitivamente sus dolores de cabeza vespertinos.Para no sentir tanta hambre a la hora de la cena, Steven se comía en la tarde un tentempié saludable y de bajo contenido calórico, y luego, ya en la cena, se daba gusto con alguno de los alimentos "divertidos" que más le gustaban: fresas con un poco de crema batida, o una bola de helado de vainilla con salsa de chocolate, o una rebanada pequeña de pastel, o un par de rebanadas adicionales de pan. También podía optar por beber dos copas de vino durante la cena. Como entrada podía comer un bistec de tamaño mediano, aunque le propuse que lo alternara con un trozo de pollo o pescado a la parrilla para bajar su concentración de colesterol, que estaba un poco alto. Steven sustituyó su acostumbrada papa al horno llena de grasa y sus espinacas con crema por una ensalada y muchas verduras cocidas al vapor. Y, por supuesto, leche descremada para su café, en lugar de la crema y el azúcar con que antes lo preparaba.Lo convencí de que en el trabajo subiera y bajara por las escaleras y estacionara el auto a unos 800 metros del edificio donde se ubicaba su oficina, para verse forzado a hacer todos los días un poco de actividad física. (Muy buen método para alguien que juraba que no tenía tiempo de hacer ejercicio.)Lo que más sorprendió a Steven fue que, a pesar de todos los alimentos llenadores entre los que podía escoger, estaba ingiriendo sólo 1600 calorías al día, lo que garantizaba que iba a perder peso. Y, en efecto, Steven bajó 4,5 kilos en sólo 14 días y siguió adelgazando durante las semanas que siguieron. Sus concentraciones de colesterol se normalizaron y su presión arterial, que había estado alta, se redujo lo suficiente como para que dejara de tomar medicina. A cuatro años de que se puso a dieta, no ha vuelto a subir de peso.Steven es un excelente ejemplo de las personas cuyos hábitos alimentarios estaban tan arraigados, y durante mucho tiempo, que parecían imposibles de cambiar. El plan 90/10 lo convenció, con grandes evidencias, de que perder peso y darse pequeños gustos son cosas compatibles.RECUADRO 1
¿Qué plan es el adecuado para usted?
Las pautas que siguen le darán una buena idea de la opción que le conviene. Pero sea flexible: si siente que no progresa, cambie de plan.
Plan de 1400 calorías. En general, este nivel funciona bien para las mujeres, en especial para aquellas que hacen ejercicio moderado de tres a cinco veces por semana. Pero es demasiado bajo para la mayoría de los hombres, salvo los que miden menos de 1,65 m y son muy sedentarios. Si usted es una mujer pequeña y poco activa, o si tiene más de 50 años —edad en que el metabolismo suele hacerse más lento—, podría ser candidata a un plan de incluso menos calorías.Plan de 1600 calorías. Este es adecuado para la mayoría de los hombres y para mujeres de más de 1,65 m de estatura. Si normalmente come mucho, elija esta opción.A todos por igual les aconsejo tomar un multivi-tamínico con el 100 por ciento de la dosis diaria recomendada, y para las mujeres un complemento adicional de 1200 mg de calcio. Recuerde que para seguir con constancia un plan alimentario se necesitan satisfacción y placer.— J. B.RECUADRO 2
Pierda peso: es rápido, fácil y divertido
Para seguir esta dieta no tiene que pesar y medir los alimentos ni consultar tablas de calorías. Llevando la cuenta de las porciones que come, usted calculará fácilmente las calorías totales. Para diseñar la distribución de nutrientes de este plan consulté con la Asociación Estadounidense de Dietética, la Sociedad Estadounidense de Lucha contra el Cáncer y la Asociación Estadounidense de Cardiología. Todas coinciden en que la grasa debe constituir alrededor del 30 por ciento de las calorías ingeridas; las proteínas, 20 por ciento, y los carbohidratos, cerca del 50 por ciento. Una porción es, por ejemplo:
En las categorías de lácteos y proteínas, elija alimentos con poca grasa o sin ella (la carne ha de ser magra). La categoría de las grasas puede ser confusa, así que haga esto: si come un plato preparado con aceite (verduras salteadas, pollo frito) o usa complementos untables (1 cdta de mantequilla o mayonesa, o 1 cda de queso crema o aderezo con poca grasa), cuéntelos como una porción. Ahora, siga uno de los planes de abajo. Su alimento "divertido" de 250 calorías no está incluido en las porciones mostradas. Si lo elige de menos calorías, añada porciones extra.
* Los nombres se cambiaron para proteger la vida privada de las personas.