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Si uno no tiene parientes en Loja, lo único que sabe de la provincia es que queda lejos. Exactamente a 689 kms. de Quito o a 450 de Guayaquil. Demasiado para que un ecuatoriano medio, sedentario y poco explorador, se arriesgue.
A la falta de interés de los ecuatorianos por descubrir su país se suma la falta de información. Los gringos al menos tienen sus guías turísticas de bolsillo, que les sugieren los lugares de interés y dónde pueden alojarse. Para el viajero que vaya por tierra desde el norte y quiera hacer un tambo en Azogues, la guía advierte que la única residencia existente cobra demasiado caro y las duchas a veces electrocutan a los huéspedes. Los ecuatorianos no nos electrocutamos porque nadie hace tambo por ahí. Aunque sería la mejor manera de ir a conocer, por allí cerca, la alfarería que hacen las mujeres de Jatumpamba, junto a San Miguel de los Porotos.
La entrada al Parque nacional Podocarpus está a pocos kilómetros al sur de la ciudad de Loja, camino a Vilcabamba. Podocarpus es el nombre científico del romerillo, un árbol centenario nativo de esa zona. También está la cinchona o cascarilla, de donde se extrae la quinina para combatir el paludismo. Aunque el paludismo fue erradicado del país, hay noticias de nuevos brotes, de manera que es más preocupante aún que la cascarilla esté en peligro de extinción. La lista de especies de fauna y flora que se puede encontrar en el parque haría regocijar a cualquier amante de la naturaleza, sobre todo si este bosque húmedo se compara con el escenario seco y deforestado del resto de la provincia.
Que nadie vaya en busca de longevos a Vilcabamba. Ya no los hay. Incluso una amante de su tierra, para demostrarnos cuánto llegaba a vivir la gente en Vilcabamba, tiene que enseñárnoslos en fotos. Los que ahora posan para las postales turísticas son ancianos que podrían ser los abuelos de cualquiera de nosotros. Eso no quiere decir que la calidad de vida no sea envidiable en Vilcabamba. Es un buen sitio para ir a descansar, en un paisaje bucólico, clima delicioso y ninguna presión. Perfecto sobre todo para los extranjeros, porque eso es lo que más hay. Incluso en las cabañas donde nos alojamos, el judío israelita que nos atiende pregunta si puede explicarnos las condiciones de hospedaje en inglés.
Para que llegue a la provincia por tierra desde Cuenca, la primera parada es Saraguro. Y si es domingo, vale la pena quedarse porque hay feria. En la iglesia, la nave está llena de una mancha negra: indias e indios vestidos con sus galas dominicales. Nada más elegante que el traje de la mujer con todos los adornos que lleva.
Los que lleguen a Loja en el madrugador avión que sale desde Guayaquil, aterrizan en uno de los pocos valles fértiles de la provincia. El clima no difiere mucho de la Costa. Pero si uno llega por tierra y pasó la noche anterior en el helado Saraguro, tiene que empezar a sacarse toda la ropa serrana porque esto es trópico seco. No para beber, sino para vivir. En el valle se cultiva caña de azúcar, y esa producción alimenta al ingenio Monterrey. Se producen entre 900 y 1.000 sacos de 50 kg. por día, nos informan en el ingenio. Los sacos, hechos de papel reciclado, salen en su mayor parte al Perú.
La capital musical del Ecuador nos recibe con una banda militar que toca en la plaza mayor.
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