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agosto 01, 2010
Consultores políticos: ¿alquimistas, "marketólogos" o profesionales de rara ocupación.
Por Silvana Larrea OñaDosis de sonrisas y carisma, una buena corbata, independencia frente a los políticos tradicionales, miligramos de demagogia... Podría ser la receta para un candidato en campaña y los autores de la "fórmula" podrían ser los consultores políticos, nuevos brujos que sufren también con la Inquisición.
Se definen como profesionales de conocimientos técnicos especializados en diferentes áreas: unos encuestan; otros asesoran campañas; las dirigen o las diseñan. No adivinan el futuro ni crean monstruos.Surgen frente a cambios del comportamiento social. Cincuenta años atrás la familia votaba por un mismo candidato; si era curuchupa, por lo que el cura decía; si liberal, en contra. Hoy el voto se estructura por la comunicación entre el candidato y los individuos. ¿El papel del consultor? Aplicar técnicas que hagan eficiente esa relación y la campaña en general.CUNA AMERICANA Y BURGUESA
En los años 30, la suegra de George Gallup se candidatizó a un cargo menor. Gallup estudiaba matemáticas y decidió asesorarla usando estadísticas. Nació la empresa encuestadora Gallup y una función de la consultoría.
Estados Unidos era el lugar indicado para el surgimiento de la consultoría política pues allí se celebran más elecciones al año que en todo el planeta. En Europa las elecciones indirectas no exigen el desarrollo de la especialización, excepto en Alemania, sede de las Internacionales Socialista y Demócrata cristiana.La profesión se consolidó en los 40. Sus fundadores son Joseph Napolitan, cuya experiencia se remonta a la primera candidatura de Ferdinand Marcos; Matt Reece, cerebro del clan Kennedy; y Tony Shwartz, especializado en radio y televisión para la política.De la segunda generación los famosos son Ralph Murphine, consultor general, y Bill Hamilton, encuestador. La tercera es más joven y, de ella, muchos fueron a América Latina donde actualmente hay varias empresas de encuesta política: en Venezuela, DOXA, de Gustavo Méndez Caldera, y Consultores 21, de Alfredo Ke-11er; en Argentina, Manuel Mora y Araujo; Apoyo en Perú; Consultores Asociados en Uruguay; Informe Confidencial en Ecuador.Otra vertiente en la formación de estos profesionales en Latinoamérica fue la Fundación Bariloche, extensión de postgrado de la Universidad de Zürich, que existió en Argentina hasta la última dictadura militar. Se estudiaba la "sociología burguesa" o cuantitativa -corriente en extinción para la época- con maestros como Manuel Mora y Araujo, formado en estadística, matemáticas y sociología, y Edgardo Caterberg, consultor del Partido Radical. Sus enseñanzas parecían absurdas pues la estabilización democrática se veía lejana y frente a las dictaduras estaba la opción revolucionaria.En América Latina hay pocos consultores políticos especializados en estrategia, dirección de campañas y asesoría. Eso pasa en el resto del mundo pues ese tipo de consultores están en Estados Unidos y Alemania.¿CANDIDATO O ATUN?
La consultoría política no es marketing. La comparación de Jaime Durán, de Informe Confidencial, es cruda: "Los marketólogos y las empresas de marketing hacen esta actividad mientras no hay profesionales, así como a principios de siglo los peluqueros sacaban muelas porque no había dentistas".
A esta altura nadie va al peluquero para una extracción. Pero con los consultores, la confusión sigue y Durán cree que por eso a los políticos nacionales les fue mal en la última campaña."Pensaron que jugar con una cuña chistosa en que aparecían con cara de atún les daría votos. La política tiene determinaciones propias, no se venden tonterías", afirma. Y añade que las encuestas de marketing comercial aplicadas a la política son un desastre.Sin embargo, los consultores cada vez asustan menos. Con una conducta aséptica y sin que sus criterios intervengan, el consultor político elabora los pasos de la campaña.Sus instrumentos, según la especialidad, van desde el focus group, la publicidad, el diseño de estrategia, etc. El contenido es cuestión del político. Es un trabajo a medida. Por ejemplo una encuesta no sirve a dos personas. "No se toman muestras de sangre y se mezclan para saber quién tiene viruela", dice Durán. Y los políticos deben medir su popularidad periódicamente: Sixto Durán Ballén despertaba adoración hace dos años en un "agrada" que llegó a 80. Hoy su popularidad es de las más bajas. El tratamiento es caro: una encuesta en Ecuador cuesta treinta mil dólares.HORAS VELOCES
Desde hace 24 años, simultáneamente con el cambio de mando presidencial de Estados Unidos, en una solemne ceremonia en Washington se reúnen los brujos modernos: trescientos consultores políticos del mundo agrupados en la Asociación Americana de Consultores Políticos (AACP).
La consultoría política exige actualización. Los consultores necesitan estar al día.Viajan, asisten a seminarios, asesoran campañas.Y extienden los conocimientos de la profesión. En Ecuador existe el Instituto Latinoamericano de Política Aplicada (IL-PA), cuyos directivos pertenecen a la AAPC y su función es contribuir a consolidar y modernizar la democracia en América Latina. ¿Cómo? Con entrenamiento a dirigentes y líderes, edición de publicaciones especializadas, organización de seminarios y conferencias, colaboración con partidos políticos y organismos públicos y privados.En política el tiempo pasa a una velocidad descomunal y los datos envejecen rápidamente. Una encuesta de hace dos años para Jaime Nebot sobre su aceptación en la Sierra no tiene los mismos resultados que una actual.Los conocimientos son vertiginosos. La teoría de las campañas sucias utilizada por el estratega de Ronald Reagan, vigente tres años, se desmoronó en la reunión de la AACP del 92.EN CATACUMBAS
Jaime Durán se culpabiliza por la prohibición de difundir encuestas un mes antes de las elecciones, por su programa de televisión Elecciones 90 Informe Confidencial (1990).
"Se reprodujo un vicio latino: en vez de emplear las encuestas como un fusil de precisión, la viveza criolla las usa como mazos y no falta el pillastre que invente datos creyendo que conseguirá votos". Durán dice más: las buenas encuestas no se publican nunca, se discuten con el candidato y se sacan conclusiones.No se ha logrado entender que la encuesta no es una visión de futuro sino una foto del instante.El mito va más allá. Recuerda Durán que durante la realización del programa se alojaba en un hotel de Guayaquil donde el personal del hotel estaba entusiasmado por el porcentaje de acierto de las encuestas."A las dos semanas, hubo el campeonato mundial de fútbol. Los empleados me preguntaron qué equipo ganaría". Alguien dijo: "como usted adivina el futuro, seguro sabe...". Entre decepcionado y divertido, Durán constató que lo creían "una especie de Guga Ayala computarizada".Profesión de matices clandestinos por su grado de reserva, los encuestadores políticos son queridos y odiados pues sus "profecías" no favorecen a todos. Pero sus diagnósticos no son augurios. Los consultores especializados en las otras áreas sufren otro problema: casi siempre son extranjeros y enfrentan a quienes usurpan su profesión. Quien "hace ganar" una elección se siente ya un consultor.Preguntar cuántas de las últimas campañas electorales contaron con un consultor político recibirá el silencio como respuesta. No pasa sólo en Ecuador. En Estados Unidos hay un libro sobre el tema, "The new kingmakers" ("Los nuevos hacedores de reyes"), pues es un profesional visto con suspicacia: tiene mucha influencia pero no está elegido por nadie. Su fuerza se basa en tener conocimientos restringidos y especiales, y en ser pocos por ser "una profesión reciente".Laboratorista, confidente, médico, sastre a la medida, sicólogo, son algunos de los elementos que configuran esta ocupación de sofisticado alquimista que, pese a sus "poderes", no convierte en presidente, diputado o alcalde a todo el que toque con su varita mágica.