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Su gran capacidad energética, un nivel bajo en carbohidratos y alto en ácidos omega los convierten en un alimento muy valioso. Y estudios recientes afirman que no inciden en el aumento de peso.
No sería exagerado decir que una persona podría sobrevivir durante bastante tiempo y además hacerlo bien con una dieta en la que predominasen los frutos secos. Su enorme capacidad energética, su equilibrada composición de lípidos, su gran aporte proteico y sus recién descubiertas propiedades terapéuticas los convierten en un alimento casi perfecto. Pero antes de seguir ahondando en las incontables ventajas de estos frutos conviene determinar qué alimentos forman parte de esta saludable familia. Los frutos secos reciben este nombre por poseer una característica común: su composición natural, sin interferencias de la mano humana, tiene menos de un 50% de agua. Además, con la excepción de las castañas, su nivel de hidratos de carbono es muy bajo, no supera el 2.0 %. Por eso no debemos confundir dentro de este grupo de alimentos a otros muy diferentes de los que forman parte, entre otros, las uvas pasas, los dátiles, los orejones, los higos secos o las ciruelas pasas. Aunque para los consumidores compartan el nombre, se trata de frutas desecadas con una composición nutritiva muy diferente a la de los frutos secos por su alto contenido en azúcares e hidratos de carbono simples, y por su bajo nivel proteico.
Otra característica remarcable es su gran aporte proteico, que puede llegar al 20% en el caso de las almendras. Hay que tener en cuenta, eso sí, que estas proteínas son deficitarias en un aminoácido esencial llamado metionina, que abunda en los cereales. Así, combinando ambos alimentos conseguiremos unas proteínas tan completas como las de los productos cárnicos, pescado o huevos. Pero para sacarle todo el partido que se merecen es necesario seguir dos recomendaciones muy importantes. La primera, evitar los aperitivos de frutos secos fritos o salados, que vienen saturados de aceites de segunda clase, con un contenido mermado de nutrientes y sin muchos de sus beneficios cardiovasculares. La segunda y más importante es masticarlos adecuadamente ya que por su gran contenido en grasas y fibras no solubles pueden resultar algo indigestos. Desgraciadamente, no todo el mundo puede disfrutar de sus excelentes propiedades por ser uno de los alimentos más alergénicos que existen, sobre todo entre los más pequeños. La reacción tras su ingesta puede ser inmediata o tardar un par de horas en aparecer, empezando con un prurito o moderado goteo nasal hasta llegar a experimentar dificultades para respirar, mareos y vómitos. Hay que tener en cuenta que, además de la edad o influencias genéticas, uno de los factores que influyen en esta alergia es la localización geográfica. Mientras en muchos países del norte de Europa la principal fuente de alergias es la avellana, la población española presenta más problemas con el consumo de nueces o almendras. Estos pequeños bocaditos de energía han sido durante décadas discriminados de muchas dietas por su reputación de hipercalóricos. Pero recientes investigaciones, entre ellas la de la unidad de Nutrición Humana de la Universidad de Reus (Tarragona), acaban de demostrar que no hay ninguna incidencia en el peso corporal en personas con dietas ricas en frutos secos. No sólo los investigadores no encuentran relación entre los casos de obesidad y el consumo de estos frutos sino que ahora estudian su efecto positivo en dietas hipocalóricas. Las razones que explicarían esto son diversas. Por un lado, parece que la absorción de sus grasas insaturadas por el organismo podría ser incompleta, ya que las sobrantes son ex-cretadas por las heces, y por otro, podría existir una estimulación en el metabolismo que le ayudaría a quemar el exceso de energía de forma más eficiente. Además, por su efecto saciante disminuyen la sensación de hambre, reduciendo de esta forma el consumo de otros alimentos que son menos aconsejables.
Si hay algo extraordinario en la familia de los frutos secos es que, pese a compartir entre ellos muchas características organolépticas, cada uno posee una personalidad muy marcada y un sabor único. Eso mismo les pasa a otras variedades de nueces, hasta hace unos años desconocidas en nuestro país, que prometen enriquecer nuestros horizontes culinarios con matices y texturas diferentes. La gran mayoría de estos frutos vienen importados de América, como la nuez de Brasil o los coquitos, más comúnmente conocidos en España. Estas enormes nueces, recolectadas en el Amazonas, concentran una gran riqueza de minerales fruto de la tierra que los nutre. Destaca su contenido en selenio, ya que una ración de 30 gramos aporta el 100% de la ingesta recomendada de este mineral. Originario también de Brasil es el exquisito anacardo, aunque hoy en día se cultiva en diferentes países como la India, que lo ha adoptado e incluido en sus recetarios nacionales. Rico en ácido fólico y sobre todo en magnesio y calcio, por su especial sabor no dejará a nadie indiferente. Subiendo en el mapa hasta América del Norte nos encontramos con una de las nueces más famosas de Estados Unidos, la de pecán. Comparada con la nuez común le dobla en contenido en potasio y posee una mayor cantidad de lípidos. De hecho, es uno de los frutos secos más grasos que existen. Y de aspecto parecido a la avellana y textura cremosa, no hay que olvidarse de la reina de las nueces y el último fruto seco comercializado en nuestro continente, la nuez de macadamia. Al igual que la de pecán tiene un contenido en lípidos superior a la media, con una gran riqueza en ácido oleico y con una composición grasa similar a la del aceite de oliva.
Ya sean en trocitos o enteros, en harina o en aceite, tostados, asados o incluso crudos, los frutos secos añadirán una nueva dimensión a cualquier plato en el que se incluyan. Podemos estar seguros de que un variado surtido de éstos nos salvará cualquier comida, transformando las recetas más insípidas en creaciones de gourmet. Y es que los matices en sus diferentes sabores y su enorme versatilidad los convierte en un ingrediente imprescindible en nuestras despensas. A la hora de adquirirlos hay que prestar atención a los posibles agujeros en los envases, signo de que puede haber algún tipo de
Una vez listos, las posibilidades son realmente infinitas. La menos utilizada y quizás más sorprendente es transformarlos en deliciosas alternativas a los productos cárnicos. La base la elaboramos picando mucho una mezcla de almenos tres frutos secos entre los que no debería faltar la nuez y la almendra. A esta harina gruesa de frutos secos le añadimos un picadillo de ajo, perejil y cebolla y aderezamos con un toque de orégano y comino, pimienta negra y sal. Para hidratar la mezcla le añadimos un chorrito de tamari y caldo vegetal hasta que tenga la consistencia de una masa moldeable. Si queremos lograr una masa más elástica que no se deshaga sólo hay que agregarle un par de huevos o dos cucharadas de harina de maíz. Con esta mezcla podemos hacer albóndigas, hamburguesas, pasteles de
Nosotros mismos, si disponemos de un poco de tiempo, podemos preparar una horchata de almendras muy nutritiva. Sólo necesitamos triturar unas almendras crudas y peladas con su peso en azúcar moreno de caña, un trocito de cascara de limón sin la parte blanca y agua. Agregamos agua en una proporción de cinco partes por una de almendras y lo dejamos unas seis horas en la nevera. Lo colamos con una gasa y lo servimos con un toque de canela en polvo. Y donde los frutos secos tienen una mayor relevancia es en el mundo de la repostería, ya que son el elemento estrella de miles de postres a lo largo del planeta. Pero para darle el final perfecto a cualquier comida no hace falta preparar complicados y pesados postres cargados de grasas saturadas y azúcares refinados, especialmente si tenemos en cuenta el carácter natural energético de estos pequeños frutos. La combinación más adecuada sería 30 gramos de frutos secos mezclados con un yogur de soja o de leche de cabra y una cucharadita de miel. No nos será difícil encontrar una buena excusa para incluirlos en el menú, ya que este alimento se adapta a cualquier preparación, edad o momento del año.
Es difícil cambiar un concepto tan arraigado como el de que los cacahuetes no son frutos secos sino legumbres. Estos frutos, originarios de Brasil, pertenecen a la familia de los guisantes y comparten sus propiedades para la prevención de enfermedades como la diabetes o la arteriosclerosis. Entre su riqueza nutritiva destaca un gran contenido en proteínas, vitaminas del grupo B y potasio, hierro, yodo o azufre. Al ser un alimento naturalmente graso, conviene consumirlo cocido, tostado o en forma de aceite, y evitar ingerirlo frito. Uno de los aspectos que tienen en común con los frutos secos son las alergias que pueden provocar a algunas personas.
Sus aplicaciones no se limitan a los beneficios en la aumentación. También se utilizan en el mundo de la medicina
Un batido muy adecuado y energético para las tardes de invierno, cuando volvemos a casa, necesitamos entrar en calor y reponer fuerzas.
Todos los antioxidantes que necesitamos en un plato ligero y exquisito que no dejará a nadie indiferente.
Un pastel muy rápido de preparar, libre de grasas hidrogenadas, con la deliciosa y saludable aportación de las nueces de macadamia,
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