Publicado en
abril 08, 2010
2005
I
Recién acababa de llegar. La frescura de la habitación, el confort del sillón y el vaso de agua que me habían ofrecido, fueron para mi un alivio magistral. La subida de la colina, caminando bajo el rayo del sol, me sofocó.
Aunque mi bolso era pequeño, sin embargo hizo sentir su peso en esas tres horas que me llevó llegar hasta la cima, donde estaba tan imponente construcción, dentro de la cual yo me hallaba ahora, en un ambiente parecido a una sala de espera.
Tengo un modesto conocimiento del arte y enseguida pude especular sobre el valor de aquellos cuadros que colgaban de las paredes. No lo podría jurar, pero entendí que valían una fortuna.
Me entretuve mirando los cuadros, las cortinas, algunos adornos. De pronto una mujer, (la misma que me había dado el vaso de agua), se acercó y me dijo: Ya puede pasar. El lo recibirá ahora.
Me paré. La mujer me indicó la dirección extendiendo su brazo. Yo me puse en movimiento hasta llegar a la puerta. Golpee con mis nudillos la antigua puerta y al cabo de unos segundos apenas pude oír un Adelante....entre por favor....
Y entré. La habitación era completamente blanca. No había cuadros ni cortinas. Solo libros. Una cantidad increíble.
Algunos de ellos –muy pocos- en un pequeño estante. Otros –la mayoría- simplemente apilados en el piso, formando columnas desiguales.
Había también dos sillones, una alfombra, una imagen religiosa y una vela encendida, como también estaba encendida una vistosa lámpara que yacía en un pequeño escritorio.
Miré a aquel hombre, al mismo tiempo que el me observaba. Pude notar la profundidad de su mirada y algo que parecía ser una sonrisa.
Era delgado y más bien alto. Casi hasta elegante. Sin embargo, el paso del tiempo no fue en vano. Estaba levemente encorvado. Su mano derecha empuñaba un bastón.
¡Siéntese! – me dijo.
Yo fui hasta uno de los sillones y me senté. El anciano, por su parte, hizo lo mismo, aunque lentamente y con dificultades.
Nuevamente lo quedé mirando, hasta que él me dijo:
Recuerde que no es habitual que yo reciba a un extraño.... y recuerde también que no vamos a hablar nada sobre mi vida personal....
Por supuesto –dije- Así lo pactamos. Y aflojé mi cuerpo como quien acaba de superar un susto.
Entiendo que ha leído Ud. el escrito que le envié – le dije
Si... y muy atentamente.....-me respondió al mismo tiempo que hacía un gesto con su mano-
En efecto, y para sorpresa mía, tapó con la mano su boca, como intentando disimular una sonrisa a la cual yo, en ese momento, me pareció verla plenamente. Por un momento me puse molesto, pero pensé para mis adentros que –seguramente- fue sólo una impresión mía.
¿Y...?¿ Qué piensa...? –pregunté, tratando de parecer indiferente.
Pues verá ... –me dijo-.... ha planteado Ud. muchos temas..... tal vez tengamos que charlarlos uno a uno, en forma individual.... Y tal vez sólo al final podamos hacer una especie de síntesis.... si Dios nos ayuda.....
Y volvió a repetir el gesto. ¡Otra vez la mano tapando la boca para disimular la risa...!
Esta vez ya no aguanté y le pregunté abiertamente: Perdón.... se está Ud. riendo de mi...? ¿Hay algo que le cause gracia....?
El hombre recompuso su postura y, muy “seriamente”, me dijo: ¿Yo...? No de ninguna manera.....
Fue casi desquiciante ver que, a continuación, repitió el mismo gesto.
Espere un poco –le dije bastante ofuscado-
Ud. se está riendo de mi..... Ud. me está tomando el pelo....
De ninguna manera –me respondió-, para luego agregar: Mire.... le voy a ser sincero.... sus preguntas son legítimas... pero de algún modo siento que me está pidiendo Ud. que le de una especie de “catequesis” y eso.... bueno.... eso me resulta un tanto “simpático”.....Sepa disculparme....le aseguro que voy a hacer mi mejor esfuerzo para ayudarlo a resolver sus dudas........
Lo quedé mirando unos segundos y luego expresé: Me parece estupendo –dije- pero... tendrá Ud. el tiempo suficiente....?
- Tiempo creo que si.... aunque tal vez me canse un poco....pero no se preocupe.... En todo caso descansaré un rato y luego continuamos.....¿Le parece?
- Si –le dije- y se lo agradezco..... pero.... ¿por donde empezamos?
-Bueno.... –respondió el anciano- de hecho –mi amigo- todas las preguntas que me envió con anticipación versan sobre la cuestión de Dios...o –para ser más exacto- sobre Ud. mismo, en cuanto que desde el principio de su carta y antes de explicitar pregunta alguna, se declara ateo, subrayando Ud. mismo que tal condición obedece no a cuestiones accidentales sino a sus más profundas convicciones...
Por esto, le propongo tomar la primera de sus preguntas, de manera que podamos charlar sobre ella.
Me dijo esto y volvió a sonreír. Yo no aguanté más y le dije: Pero....¿Qué le pasa...? ¿Tengo un circo en la cara....? ¿Podría dejar ya de reírse y tomarme en serio....?¿No comprende que fue un gran sacrificio para mí llegar a este lugar....? ¿No entiende que realmente busco algunas respuestas....?
Discúlpeme nuevamente.... por favor –me dijo–
Le aseguro que entiendo sus inquietudes pero....¡Hombre....! Trate también de entenderme a mí.....
Soy sólo un viejo al que –de pronto- le piden que trate de charlar o explicar cuestiones tan “pasadas de moda” que uno.... bueno..... a veces no puede evitar sonreír.....
Pero tenga la seguridad que lo tomo muy en serio.... sólo que –como ya le dije- me resulta simpático que un hombre como Ud. esté interesado en estas cuestiones.....¿O ya se olvidó de la primera pregunta que puso en su carta....?
Desde luego que no –respondí-
Al contrario.... la tengo muy presente: ¿Dios existe sólo en la mente del creyente...?
¿Ve lo que le digo....? –me dijo- ¿Se da cuenta de la amplitud del tema....?
Créame –continuó- que no es para nada frecuente que alguien –hoy por hoy- se haga semejante planteo.....
Hasta me siento un poco incómodo –subrayó–
En cierta forma siento que tengo que explicar a un adulto cosas que –en mi vida personal y en la de muchos otros- constituyen algo así como el “a,b,c” de la cuestión religiosa...
¿Tan ignorante cree que soy....? –repliqué-
No –me respondió- En absoluto..... sólo que sus preguntas generan la sensación de estar caminando a “contrapelo” de los demás.....
Cuando todo el mundo está pensando en la cuestión de la globalización, la economía, la política, etc..... que de pronto aparezca alguien con éste tipo de preguntas tan “descolgadas”.....”abstractas”..... bueno.... uno por lo menos “se asombra”, y aún cuando le resulte risueño.... no por eso deja de tomarlo en serio....
Está...... –dije como asintiendo-
Lo entiendo..... Pero le pregunto: ha reflexionado sobre los temas que le he referido en mi carta....? ¿Ha pensado, por ejemplo, en la primera y “graciosa” pregunta que le hice....?
II
En efecto –contestó el hombre- y créame que he pensado mucho en esto. Si, de hecho, es innegable que Dios existe en la psicología del creyente. Y no esta mal decir esto.
El problema no está en lo que se dice sino en “lo que se deja de decir”. Y aquí, junto a afirmar que Dios existe en la psicología del creyente, se debe decir también que así mismo existe fuera del él.
Pero –confronté-...lo que acaba de expresar.... ¿no corresponde ya acaso a un postulado de fe...en el sentido de que sólo una persona que ya “cree” puede afirmar semejante cosa...pero que no puede demostrarlo...?
Volvió a sonreír pero lo disimuló enseguida.
Después agregó: Parcialmente tiene Ud. razón... el creyente no puede demostrarle que Dios es algo más que una fantasía o cualquier otro fenómeno psicológico....
Pero Ud. –por otra parte y espero que lo reconozca- no puede demostrar que sólo existe en el hombre de fe......
Pensé un momento y luego le pregunté: Pero.... dígame...esto no nos lleva a poner sobre el tapete mi segunda pregunta, en el sentido de preguntarnos si es demostrable la existencia de Dios....?.
Efectivamente –me dijo– Y en tal sentido.... le digo que la respuesta es ambigua y hasta contradictoria: Si.....y....No.
Sí.... desde cierta perspectiva y en determinado contexto....
No... desde lo que es “demostrable” en el sentido convencional, por cierto.....
Y esto es así aunque haya habido en el pasado grandes eminencias de la ciencia que -llegados a los umbrales de la misma y no pudiendo avanzar mucho más-, reconocieron que sólo la existencia de un Ser Supremo podría dar la explicación última, aquella explicación que la ciencia necesita para reconocer sus límites y trascenderse a si misma....
En fin.... de todas maneras... –mi estimado- a Ud., por fundar su manera de ver (tal como me ha dejado entrever en su escrito) sólo en lo que es “demostrable científicamente...” ... a Ud... no se lo podría demostrar....me parece.... Y volvió a disimular una sonrisa.
Quedé pensando unos instantes y luego (en medio de una mezcla de incertidumbre y bronca) expresé:
Pero entonces....pareciera que sólo “unos pocos” son parte del “espectacular” grupo de “privilegiados” que pueden “saber” de la existencia de Dios sin ninguna duda...
Me miró, sonrió y luego dijo:
No sea sarcástico....bien sabe que no se trata de eso....
La cuestión es otra. Le pongo un ejemplo:
Así como un análisis de sangre se hace dentro del estricto marco de los métodos hematológicos, así también toda la cuestión de Dios, desde el punto de vista de la razón, implica necesariamente un contexto y un método, donde no se intente realizar un análisis de sangre desde la Biblia ni leer la Biblia desde la ciencia hematológica....
La verdad es que me volví a enojar un poco. Esa odiosa sonrisa cada vez me exasperaba más. Y, tal vez, a raíz del enojo, le dije:
Pero eso lo dice Ud.... es “su” punto de vista....
Efectivamente –me contestó-..... pero sucede que es a mí a quién ud. ha preguntado estas cosas.... y por lo tanto le contesto desde lo que creo y desde lo que pienso....
Eso ya fue el colmo. Tenía razón pero eso no evitaba mi creciente enojo. De todos modos, por una cuestión de cortesía, dije un tanto resignado: Está bien....está bien... Pero en mi interior fue como decirle: Si lo hace feliz.... siga divirtiéndose conmigo...
Luego ambos “convinimos” en hacer un recreo.....lo cual es una forma de decir que la cosa, en ese momento, ya no daba para más.
Por esto, yo me levanté de la silla y me dispuse a salir de aquel cuarto. El anciano intentó hacer lo mismo, pero no pudo.
En efecto, al intentar ponerse de pie, tal pareciera que perdió momentáneamente el equilibrio y casi se desploma.
Yo me acerqué y le pregunté si se sentía bien o sin en algo lo podía ayudar, a lo cual respondió:
A mi edad, “sentirse bien” muchas veces constituye un milagro..... pero claro.... no puedo pretender que Ud. entienda eso..... y volvió a sonreír....
Y me volví a embroncar.
IlI
Caminé un poco por una especie de galería. La vista del paisaje desde allí realmente fascinaba.
Fue inevitable disfrutar de aquella geografía al mismo tiempo que pensar en la charla sostenida anteriormente.
En cierto sentido estaba confundido.
Me comenzaba a preguntar si no había sido un error acudir a aquel hombre.
Pensé, por ejemplo, que tal vez quise sacarme algunas dudas esperando que el anciano coincidiera conmigo, y que al obtener una respuesta tan distinta de su parte, me comenzaba a sentir un tanto decepcionado. ....
En fin.... se me hacía difícil pensar...
De todos modos sabía que debía serenarme y –hasta donde me fuera posible- poner en orden mis ideas...
De pronto escuché una campanilla... De inmediato comprendí que era el aviso para acercarme al comedor para almorzar.... y así lo hice....
Mientras comía me percaté de lo mucho que había estado esperando hacerlo. Realmente tenía hambre, y almorcé a un ritmo bastante acelerado.
Después, cuando ya era el tiempo de la sobremesa, sentí la necesidad del descanso, y me preparé para una pequeña siesta....
***********
Sobre media tarde entré nuevamente a la habitación del anciano. Este ya estaba sentado y, aparentemente, de muy buen humor.
Tenía decidido preguntarle algunas cosas.... y comencé..... y le dije....
Cuando Ud. dice que es difícil explicarme la cuestión de Dios a causa de la “forma” que tengo de ver las cosas.... exactamente ¿a qué se refiere...?
Pues verá –me dijo– explicar ciertas cosas, a veces es un tanto difícil....
En este caso, por ejemplo, hay muchos factores que intervienen... como el “peso” de la historia de las religiones.... la “variedad” de las corrientes de pensamiento actuales –muchas veces contradictorias entre sí- ...y especialmente... su propia decisión interior...
¿Mi propia decisión interior...? –pregunté casi asombrado-
Si –me respondió, para luego agregar- De hecho Ud. tiene ya una posición tomada... De hecho, por un montón de circunstancias, Ud. parte de una postura básica: Ud. no cree en Dios o en algo “Absoluto”..... piensa que tal “ser” existe “sólo” en la cabeza de la persona que dice tener fe...
¿Dígame....? –prosiguió- ¿Cómo contestar a su pregunta en este contexto...?
Pensé un momento y luego repliqué: Pues no lo sé.... dígamelo Ud..... para eso he venido....
No –me respondió-
Tal pareciera que Ud. no ha venido aquí para obtener una explicación o sacarse alguna duda. Más bien da la impresión que sólo quiere imponer su propia idea, utilizando una especie de “método” de confrontación para lograrlo....
Realmente me molestó lo que dijo. Y no hice esperar mi respuesta:
Vaya...vaya...-repliqué- parece que ha puesto en marcha la maquinaria de los prejuicios.... En verdad, le digo, ¿Qué le hace pensar que quiero imponer mis ideas...?¿No se le ocurrió pensar que la única forma de exponerle mis dudas o confusiones es presentándole primero lo que en verdad pienso....?
El anciano miró sin ver..... y luego expresó:
Puede ser... puede ser... pero la sensación es otra....
En fin.... de todos modos me parece más conveniente proseguir en lo que estábamos.... Y en ese sentido, le reitero: ¿Cómo contestarle teniendo en cuenta la postura que ya tiene asumida....?
Yo sentía que todo cada vez iba peor. Por eso, en un intento de equilibrar las cosas y tras aflojarme un poco le expresé::
A ver... a ver.... está bien.... hagamos de cuenta que no tengo ninguna postura tomada... que no creo ni dejo de creer en algo absoluto......
Hagamos de cuenta que sólo quiero escucharlo en lo relativo a estas cuestiones y que... eventualmente... preguntaré si no entiendo la explicación.
Dudo que pueda hacer eso –me replicó con cierta picardía- pero de todas maneras, no tengo problema en seguirle el juego...
Eso ya me molestó nuevamente, pero me contuve y quedé a la espera de que continuara.
Efectivamente, luego prosiguió, aparentemente un tanto pensativo:
La lógica de cualquier forma de creencia, de religión –si quiere llamarlo así- tiene un punto de partida. Y en rigor de verdad, el hecho mismo de “creer” es, en primer lugar, “respuesta” y no “pregunta”.....
Me pareció casi desquiciado lo que estaba escuchando.... pero me mantuve en silencio....
Trato de decirle –continuó- que el “conocimiento” y la “experiencia” de Dios es posible gracias a que –previamente- a todo ser humano le fue dada la capacidad de alcanzar una forma de percepción, una forma de conocimiento, que –aunque supone la razón- sin embargo la trasciende y va más allá de ella misma.....
¿A ver... a ver....?¿Cómo es eso...?-pregunté-
Claro... –me dijo–
Se le da “algo”.... una especie de “capacidad” que lo faculta para entender y ponderar cuestiones o situaciones que de ordinario no lo podría hacer por la sola luz de la razón...
Los cristianos, por ejemplo, llaman y entienden a esta “capacidad” otorgada como un “don” de lo alto.....
Y, precisamente, es en virtud de esta “capacidad” que el hombre “puede” (si elige hacerlo) llegar al conocimiento y la experiencia de Dios.... Puede –en definitiva- concretizar el acto de fe.....
¿Si elige hacerlo...? –volví a preguntar-
Si.... –me respondió- si “elige hacerlo”...
Y por esto –precisamente-, “el acto de fe” es una respuesta “libre” que cualquier ser humano puede dar desde esa “capacidad” que ha recibido....
Y le digo más: recién entonces, cuando libremente ya “respondió”, entiende la razonabilidad de muchas cosas...... del “creer...” –por ejemplo-, del “amar....” e incluso del mismo hecho de “trascender” a la propia lógica, sin que nada de esto –paradógicamente- implique volverse irracional o fanático....
Yo en realidad me parece que me quedé un tanto pasmado....Había escuchado todo con suma atención y aquellas palabras evidentemente que hicieron impacto en mí. Quedé como paralizado, sin saber que hacer o decir.
De todos modos me obligué a recomponerme y con cierto sarcasmo pregunté:
A ver si entiendo.....
¿Es como aquello de “pague primero y reclame después....”?
No –me dijo-
En todo caso –y salvando las distancias-, sería como aquello de “arriesgue primero y gane después....”
Me quedé nuevamente pensando.
Luego comenté: La verdad que todo esto que me ha dicho es en cierta forma “razonable”.... sin embargo no deja de ser –al mismo tiempo- bastante complicado y hasta confuso.....
Por supuesto –replicó-
¿Y qué creía....? ¿Qué para explicar todo este embrollo se necesita sólo sumar dos más dos...?
Bueno... no...-dije- pero pensé que sería un poco más simple.....
Tiene razón –contestó-
Eso es lo que Ud. pensó.... pero ya ve que la cosa es bastante distinta y tiene poco de simple....
De alguna manera me pareció que otra vez se estaba burlando.... pero nuevamente me llamé al silencio, dando por terminada –de algún modo- aquella segunda charla.
Ya comenzaba a oscurecer y también a refrescar. Sentí la necesidad de estirar las piernas y así lo hice. Necesitaba –por decirlo así- “despabilarme”....relajarme.... No se.....
IV
No fumo mucho. Apenas un cigarrillo después de cada comida.
Pero esa primera noche, después de tantas cosas escuchadas, tantas cosas chocantes para mí, decidí encender uno, mientras comenzaba a caminar nuevamente por aquellas extensas galerías.
Noté que mi ánimo estaba cambiando. No sé si sería por el desgaste natural del día o por la intensidad con que había “absorbido” las palabras del anciano. Lo cierto es que me estaba comenzando a sentir extremadamente cansado y hasta débil.
Consulté el reloj y vi que faltaba poco más de media hora para la cena.
Esta vez –a diferencia del mediodía- no tenía la mínima gana de probar bocado alguno.
En realidad no sabía si iba a cenar o no... sólo sentía el deseo de aflojarme un poco.... y tal vez.... hasta de acostarme aunque sea unos momentos.
Pero de todas maneras quise seguir caminando.
Quise distraerme, mirando (ahora desde la oscuridad) el paisaje que me rodeaba. Quise disfrutar de los”ruidos” silvestres de la noche..... cosa a lo cual no estoy acostumbrado....
Quise entretenerme mirando los dibujos que hacen las estrellas....
Pero todo resultaba en vano.
Las ideas me daban vuelta en la cabeza.... no me podía desconectar del diálogo sostenido durante la tarde, y cuanto más me empecinaba en hacerlo tanto más parecía que volvía a revivirlo todo....
De pronto algo llamó mi atención: una mujer –vestida al estilo de una enfermera- apareció presurosa en la galería en la que yo estaba, aunque caminando en sentido inverso.
Cuando llegó junto a mí pregunte:
¿Pasa algo....?
Apenas me miró y apenas me contestó, sin detener su marcha.
Sólo me dio a entender que el anciano se había “descompensado un poco” aunque alcanzó a decirme que eso era bastante frecuente en él, que no me preocupara.
Yo la quedé mirando –como inmovilizado- hasta que dobló hacia el pasillo central que nacía en la galería.....
Luego volví a poner mis ojos en el paisaje, pero esta vez como con la mirada perdida... miraba pero en el fondo nada veía.... sólo rememoré la débil figura de aquel hombre anciano y frágil y –no se como- de pronto me sentí un poco culpable.
Pensé, por ejemplo, si no fui yo el detonante de lo que ahora él estaba viviendo....
Supuse que, tal vez, también a él le afectó la intensidad de las charlas que habíamos tenido.
Y considerar estas cosas me inquietó y hasta me asustó. Comprendí que se me estaba pasando por alto el esfuerzo enorme que durante las charlas había hecho aquel hombre con tal de ayudarme con mis cuestiones.
Y sentí algo así como una especie de compasión y gratitud.....
Definitivamente decidí no cenar.
Caminaría un poco más y después, si se diera la oportunidad, trataría de interiorizarme acerca de la salud del anciano.
**********
A la mañana siguiente, cuando me desperté, de lo primero que me di cuenta era que el clima había cambiado abruptamente: estaba lloviznando y la temperatura había bajado.
Fui para desayunar y-para mi sorpresa- sólo había cuatro personas. Los saludé haciendo gestos con la mirada y con la cabeza.
Desayuné, mire mi reloj, y me dispuse a ir (no se si a charlar) pero al menos a saludar al anciano.
******
Llegué a la puerta, golpeé y finalmente entré.
Para mi sorpresa, el anciano estaba de pié, apoyándose en su bastón, sonriente.
Entre, entre –me dijo
Así lo hice y no pude dejar de hacerle notar que yo suponía que estaba enfermo.
La verdad que se lo ve bastante bien –le expresé-. Con lo que le paso anoche dudé incluso si íbamos a poder hablar hoy....
No se preocupe –me contestó- Eso fue sólo un achaque de viejo. Cada tanto me pasa pero bueno.... como le dije... ya tengo unos cuantos años...
Luego agregó: Pero siéntese, hombre...
Yo me senté y lo quedé mirando, un tanto pensativo.
Se ve que lo que mi cara transmitía no se le pasó por alto a aquel hombre, porque de inmediato me dijo: A ver... a ver....¿Qué es lo que está pensando? ¿Qué nuevo lío tiene en la cabeza?
Esta vez el que se sonrió fui yo, aunque tristemente, por cierto.
Guardé silencio unos instantes y luego contesté:
Sabe...he estado pensando....
Y quiero confesarle algo: no sé si tengo ganas de seguir con el cuestionario que le envié al principio.
Me he estado preguntando algunas cosas, como por ejemplo...¿Qué me esta pasando...? ¿Por qué estoy hablando de todas estas cuestiones con Ud....? ¿Qué esta sucediendo en mí...?.
Yo no era así.... bien sabe Ud. que soy un hombre de negocios.... nunca se me dió por estas cosas....
Siempre viví para resolver problemas, para que mis finanzas anduvieran bien.
Siempre tuve todo el entusiasmo puesto en mis actividades y ahora...cuando estoy arriba de los cincuenta.... ahora no sé por qué me planteo todo esto....
¿Me entiende ud....?
¡Por supuesto que si...! –me contestó, al mismo tiempo que estalló en una gran carcajada.
Yo no lo podía creer. Durante todas las charlas me habían molestado hasta las sonrisas un tanto sarcásticas aunque disimuladas.
Pero ahora, yo acababa –en cierta manera- de sincerarme y este viejo se estaba riendo delante de mis narices sin ningún tipo de problemas.
¡Pare ya, por favor...! –le dije-
¡Deje ya de reírse...!
¿No se da cuenta que con esto no me esta ayudando....?
¿Qué no lo estoy ayudando...?-me contestó-
Por supuesto que si....aunque ud. no lo crea..... por supuesto que si...
Y volvió a estallar en otra carcajada.
Esta vez quedé totalmente descolocado y....resignado ya, dejé que terminara de reírse....
Cuando finalmente lo hizo, entre atoramientos y pequeños golpes en el pecho que se daba a sí mismo, fue recobrando la postura y, una vez ya calmado, me expresó:
Hombre....¡por fin! –me dijo-
¡Ya era hora....!
Y prosiguió: Ahora, que parece que ya a comenzado a recapacitar en serio, le puedo decir algunas cosas....
Por ejemplo, le puedo decir que ese montón de preguntas que formuló en su carta dibujaron, al menos para mí, la imagen de un niño pequeño tratando de explicarse cosas que en el fondo ya las sabía....
Por eso muchas veces no pude contener la risa....
No es que sus preguntas, en si mismas, fueran tontas o inadecuadas, sino que desde el principio comprendí que Ud. vino acá a buscar respuestas, pero no respuestas a esas preguntas....
Desde el principio comprendí que sus preguntas no fueron más que un pretexto.... Entendí que lo que estaba de fondo era un gran temor de su parte de decir “Sí” a algo que necesitaba resolver y creer...
En síntesis –continuó- Ud. es un hombre práctico, ducho en el mundo de los negocios, que a los cincuenta y tanto, de golpe, le aparecieron un montón de cuestiones, de preguntas.... pero también de certezas... y en vez de aceptarlas tranquilamente y en paz, trató de evadirse, racionalizando todo al punto de formular preguntas legítimas pero que –en su interior- no eran más que una vía de escape para no responderse la gran pregunta de su vida...no se si la única, pero tal vez una de las mas fuertes....
De inmediato pregunté: ¿Y cuál sería esa pregunta....?
A lo que el anciano, guiñándome un ojo, me dijo:
A ver.... si Ud. no lo descubre, por supuesto que se lo voy a decir....
Pero hagamos un ejercicio....
Suspendamos aquí nuestro diálogo, tómese el tiempo que necesita, y trate de pensar en esto... Trate de ver cuál es la pregunta que ha evitado contestarse....
Hagamos esto.... y nos encontramos de vuelta a la tarde...
Esta bien –dije-
Y así, bastante perplejo, salí de aquella habitación, como con la mente oscurecida, pero dispuesto a seguir la consigna del anciano....
******
V
Una vez más caminé un rato, luego almorcé y después suplanté la siesta por un momento tranquilo, sentado en una roca, desde donde se podía apreciar el paisaje.
En mi mente, una y otra vez, daba vueltas la consigna del anciano: ¿Qué pregunta es la que no estoy queriendo responderme...?
Al principio pensé de todo..... Hasta me parece que divagué....
Después de un rato –pareciera- comencé a dar los primeros pasos en la dirección correcta....
Recorrí los grandes momentos de mi vida, desde mi graduación, mi casamiento, la expansión de la empresa, la inesperada muerte de mi único hijo, mi posterior divorcio, mi profunda soledad actual....
Cada tanto me repetía para mis adentros: ¿Qué pregunta es la que no estoy queriendo responderme...?
Seguí pensando...
Siempre me tuve por un hombre firme, sólido, hábil, inteligente....
Pero... ¿Qué me estaba pasando ahora....?
¿A que le temía...?
¿Qué era aquella pregunta para lo cual me faltaba valor para contestarme....?
Y así seguí un rato más, experimentando una mezcla anímica de exaltación y depresión, de seguridad e incertidumbre, de tristeza y algo parecido a la alegría....
Y así seguí.... hasta que de pronto..... de pronto.... todo se me hizo claro y lo comprendí.... y aunque no lo podía creer.... sabía que sí, que por fin –parecía- lo había entendido....
Y entonces, en una mezcla de emoción, alegría y desconcierto, me levanté rápidamente de aquella roca y casi corriendo fui donde el anciano.....
*******
Llegué a la habitación de aquel hombre y esta vez ni siquiera golpeé. Entré directamente y lo encontré sentado en su sillón, con una sonrisa dibujada en la cara.
¡Lo tengo...! –le dije-
¡Lo tengo...!
Ya lo sé.... Sé ha que le he disparado tanto tiempo.....
Me interrumpió en seco.
Esta bien... está bién...-me dijo- pero ahora tranquilícese y siéntese....Por favor... siéntese....
Ahí me percaté de lo exaltado que estaba.
Traté entonces de regular mi respiración.... aflojé mis hombros.... y me senté
Y encima, por supuesto, disimulé. Traté de parecer mucho mas sereno -frente al anciano- de lo que en realidad estaba.
El, por su parte, me quedó mirando un momento, con una mirada extraordinaria, penetrante y... hasta un tanto desconfiada....
Luego de unos segundos me dijo: A ver... ¿cómo es esto...? ¿Qué es lo que ha descubierto...?
Pues verá Ud. –le dije- creo que lo tengo.... creo que encontré aquello a lo cual he tratado de evitar todo el tiempo...
¿Y qué sería eso...? –me preguntó con cierto sarcasmo el anciano
Pues –contesté- creo que la pregunta que nunca quise hacerme es esta: ¿Qué es lo que me impide –realmente- creer y aceptar a Dios....?
Creo que dentro mío –continué- sabía que la respuesta iba a ser: “Nada”....
Nada me impide creer, sólo –como Ud. lo dijo- mi propia decisión...
Y eso me ha atemorizado por mucho tiempo....hasta me ha paralizado... aunque no se bien por qué....
El anciano siguió mirándome unos segundo más y luego exclamó:
¡Excelente...! Verdaderamente excelente, mi amigo.
Y esta vez ya no percibí ni un atisbo de burla en su rostro, sino más bien una tenue sonrisa, apacible y gozosa....
Luego continuó:
Sepa Ud. que hay un cierto parecido entre la sed, el agua y el anhelo de Dios.
Si la sed existe.... pues el agua tiene que existir.... De otra manera todo sería un absurdo.
La sed no es un invento de la psiquis humana sino la expresión de un reclamo genuino de la persona...
Algo parecido pasa con Dios....
La “sed de Dios” en algún momento de la vida de las personas hace sentir su peso. Y es ahí cuando algunos niegan esta sed por temor a las consecuencias que pudiera traer el hecho de aceptarla.
Y así –continuó serenamente el anciano- si la “sed de Dios” existe, y es experimentada por el hombre, Dios tiene que existir, sino otra vez todo sería un absurdo....
¿Lo entiende....? –me preguntó-
Sí –respondí-
Bueno pues –prosiguió- recuerde lo que ya le dije: se trata de arriesgar primero y ganar después.....
Siga mi consejo: acepte de una vez en su vida a su Dios, corra el riesgo, y comprobará después la “razonabilidad” de todo....
Realmente quedé mudo.
Y emocionado.
Aquel anciano me acaba de quitar una carga muy pesada.
Por primera vez, en mucho tiempo, comencé a experimentar algo muy parecido a lo que es la libertad interior.
De todos modos todavía tenía algo por preguntarle. Y así lo hice diciéndole:
Ud. se dará cuenta que si acepto todo esto, también debo aceptar lo que normalmente se llama “pecado”.....Dígame: ¿qué hago con eso....?
Con suma tranquilidad el anciano me respondió:
Mi querido amigo: la conciencia del pecado, la conciencia de las cosas malas que hemos cometido en nuestras vidas, es consecuencia directa de la aceptación de Dios.
Cuando Dios entra en la vida de una persona, “ilumina” –por decirlo así- todas nuestras bajezas, pero eso no constituye una desgracia sino una “gracia”, un don...
La maldad que llevamos adentro se refugia en la oscuridad, nos daña, busca nuestra desgracia, y –como obra desde las sombras- nosotros no nos damos cuenta... y creemos que todo está bien, sin siquiera sospechar que nos estamos destruyendo....
Por el contrario, cuando Dios tiene cabida en el corazón humano, “ilumina”,.... saca a la luz nuestras maldades, no para avergonzarnos sino para que tomemos conciencia de ellas y nos animemos a erradicarlas, hasta donde nos sea posible....
Realmente quedé nuevamente mudo pero gozoso y esperanzado.
Como si fuera en un segundo, sentado delante de aquel anciano, recordé instantáneamente todas las charlas, todas las situaciones vividas y –de algún modo- todo lo comprendí mejor.
Y le exprese:
Sólo tengo una palabra para decirle: Gracias....
Y el anciano me dijo: Y yo tengo sólo una sugerencia para hacerle: ya es hora que se marche.....ya ha respondido su verdadera pregunta....
Epílogo
Tras dejar aquel lugar, estaba nuevamente sentado en mi confortable sillón de la oficina principal de la empresa.
Ciertamente que volví a ocuparme de mis cosas cotidianas y mis negocios.
Pero nada me distraía lo suficiente como para hacerme olvidar la experiencia por la que había pasado.
Recordaba a cada momento el rostro de aquel anciano, a cuyo hermano yo conocía muy bien, pues fue por iniciativa de su hermano que se construyó aquel imponente edificio en lo alto de la colina, con todas sus decoraciones, con todos sus detalles, con todo su personal: enfermeras, cocineras, personal de limpieza, etc.
Fue un conjunto de cosas que se hizo para que aquel Papa, que había abdicado, pudiera pasar confortablemente sus últimos días, en compañía de algunos obispos y sacerdotes ancianos.
*******
FIN