NO SEA ESCLAVO DE SUS EMOCIONES
Publicado en
febrero 07, 2010
Por Barbara CrookRobyn Frankel, asesora de relaciones públicas de 49 años, no se había sentido bien durante dos días. "Normalmente soy una persona muy serena", asegura. Pero cuando se descompuso la impresora de su computadora, estalló. Unas horas más tarde, después de una larga espera en la ventanilla del banco donde atienden a los clientes en su coche, entró en el establecimiento y descargó su frustración con el cajero.
La situación se tornó grave cuando, sin pedirle su parecer a su esposo, canceló las reservaciones que ambos habían hecho para irse tres días de vacaciones. Naturalmente, él se molestó.―Podías haberlo consultado conmigo primero- le reclamó."Le contesté bruscamente", confiesa Robyn. "Le dije que ni iba a ir... y punto. Sabía que hacía mal, pero no me pude contener".El caso de Robyn no es único. Según el psicólogo Randy Larsen, casi todos pasamos unos tres días de cada diez tratando de sacudirnos el mal humor. "Los cambios de estad de ánimo no son normales", señala.Dichos cambios se reflejan en la química del organismo. Supongamos que usted se entera de que este año no le van a dar el aumento de sueldo que esperaba; su cerebro comienza a incrementar la secreción de dopamina y noradrenalina, que son estimulantes, lo que hace que usted se excite y su cuerpo se prepare para pelear o huir.Sin embargo, esto no quiere decir que usted deba desquitarse o echarse a correr. "Es necesario tener emociones, pero no que nos dominen", afirma Larsen.El mal humor puede ser incluso peligroso. Los científicos saben que la gente crónicamente enojada y hostil es más propensa a enfermar del corazón, pero un estudio realizado en 1995 por investigadores de la Universidad Harvard entre más de 1600 víctimas de infarto reveló que un simple arranque de cólera duplica las probabilidades de sufrir un ataque cardiaco en las dos horas siguientes.Así pues, controlar los estados de ánimo puede ser cuestión de vida o muerte. He aquí los consejos más recientes de los expertos:IDENTIFIQUE EL PROBLEMA
Cuando se sienta usted furioso o temeroso, trate de descubrir la causa. Mientras cenaba con su esposo, Robyn Frankel se percató de lo que la tenía tan molesta: la inquietaban los cambios de personal que había hecho su cliente más importante. "Me habían dicho que no me iban a afectar, pero lógicamente no lo creí", comenta. "Me preocupaba estar de vacaciones en el momento más inoportuno". Cuando pudo hablar libremente de sus temores, se sintió aliviada.
Una vez que identificó el problema, puso manos a la obra para resolverlo. "Investigué qué quería la nueva administración", relata. No sólo desapareció su angustia, sino que de paso consiguió más trabajo.RESPETE SU RITMO
"La mayoría de la gente piensa que los estados de ánimo son producto de lo que le pasa, pero lo cierto es que están muy relacionados con los procesos biológicos naturales", explica el psicólogo Robert Thayer. Todo lo que comemos, nuestra salud y las actividades que desarrollamos, incluso la hora del día, pueden influir en ellos.
En un estudio, Thayer descubrió que de noche los problemas parecen más graves. "Nuestro grado de energía generalmente es alto en el primer tercio del día, y disminuye hacia el atardecer. Una situación estresante que podría no afectarlo a usted en ningún otro momento", dice Thayer, "parece más grave cuando la energía es baja".David Watson, psicólogo de la Universidad de Iowa, registró los estados de ánimo y la temperatura corporal de más de 125 personas durante varios días, y concluyó que la gente se siente más contenta cuando su temperatura es alta, lo que corresponde a los periodos de máxima energía.Gracias a que se percató de sus propias variaciones de estado de ánimo, Watson llega más temprano al trabajo porque, en sus palabras, "escribo mejor entonces". Por las tardes se reúne con sus alumnos. "A esa hora mi capacidad de concentración empieza a desvanecerse, pero estoy muy dispuesto a charlar". Estos pequeños cambios han aumentado considerablemente su productividad.DUERMA LO SUFICIENTE
Una encuesta de la Organización Gallup que se llevó a cabo hace poco entre más de 1000 personas reveló que los adultos duermen, en promedio, poco menos de siete horas al día. ¿Es suficiente?
Según el doctor Ronald Dahl, la falta de sueño hace estragos en nuestras emociones. Si ocurre algo frustrante, nos cuesta más trabajo controlar nuestro malestar, como les pasa a los niños cuando están cansados.Mientras hacía su residencia y se desvelaba, Dahl les preguntó a sus colegas, tan privados de sueño como él, qué síntomas tenían. "Recuerdo algunos casos de médicos amables y atentos que les contestaban bruscamente o incluso les gritaban a los pacientes y a las enfermeras, nada más porque estaban cansados e irritables".En el estudio más extenso de su tipo, el psiquiatra Thomas Wehr recluyó a 15 voluntarios en un lugar oscuro 14 horas diarias durante un mes. Después de un periodo de recuperación —la primera noche los sujetos durmieron un promedio de 11 horas—, su pauta de sueño poco a poco se estabilizó en alrededor de ocho horas y cuarto al día.A lo largo del experimento, los voluntarios calificaron sus estados de ánimo dos veces al día. Cuantas más horas de sueño recuperaban, mejor se sentían.CONVIVA CON LA NATURALEZA
El contacto con la naturaleza, en opinión de muchos expertos, contribuye a mejorar el estado de ánimo. Francine Lancaster, cantante y productora, desyerba su jardín para desterrar la tristeza. "De esa manera se tiene un adversario real. Uno le pone las manos encima a algo que puede arrancar de raíz", señala.
Si no puede salir de la ciudad, el simple hecho de sentarse junto a una ventana desde la que se contemplen algunos árboles y un prado lo relajará. En un estudio realizado en 1988, el psicólogo Stephen Kaplan y su esposa, Rachel, se percataron de que los empleados cuyas oficinas tenían vista a un espacio verde trabajaban con más entusiasmo, sufrían menos malestares y se sentían menos presionados que aquellos cuyas oficinas daban a un estacionamiento.HAGA EJERCICIO
Cuando David Puchkoff, urbanizador de 58 años, se siente de mal humor, juega al squash solo, contra la pared. "No sólo me distraigo, sino que le asesto a la pelota unos buenos golpes".
En un estudio realizado con 18 hombres y mujeres, el psicólogo Robert Thayer descubrió que una caminata de diez minutos a paso vivo inmediatamente incrementa la energía y disminuye la tensión, y que estos efectos duran por lo menos una hora.La actividad física prolongada también puede ser benéfica. La liberación de betaendorfina, sustancia que inhibe el estrés, explica Brad Hatfield, profesor de quinesiología, es sólo uno de varios mecanismos que podrían ayudar a levantar el ánimo. "Además, el ejercicio eleva la temperatura corporal del mismo modo en que si uno tomara un baño caliente".ALIMENTESE SANAMENTE
"Los cambios de humor muchas veces son provocados por la acción de neurotransmisores cerebrales que se activan y desactivan según los alimentos que ingiramos... o dejemos de ingerir", afirma la médica dietista Elizabeth Somer, quien habla de un reportero a quien sus colegas habían puesto el mote de "Cascarrabias". "Cuando le pregunté si se desayunaba, me respondió que no. Lo que sí hacía era tomar café toda la mañana, ¡y luego se preguntaba por qué era tan gruñón!".
Para asegurarse de que los malos hábitos alimentarios no lo estén poniendo de malas, Somer aconseja comer con regularidad, comenzando con un desayuno equilibrado; limitar el consumo de cafeína y azúcar (después de reanimarlo le pueden producir irritabilidad), y tomar por lo menos de seis a ocho vasos de agua al día (la deshidratación puede causar fatiga).Cada vez hay más pruebas de que los carbohidratos contribuyen a que nos sintamos mejor. De acuerdo con la bioquímica Judith Wurtman, los carbohidratos actúan incrementando la concentración de serotonina en el cerebro, la cual, al parecer, hace las veces de sedante natural. Así, un poco de cereal, dos o tres galletas o un bollo podrían ser suficientes para producir un efecto tranquilizador. No obstante, el tentempié debe tener la menor cantidad posible de proteína, ya que ésta puede impedir la producción de serotonina.SEA OPTIMISTA
"Hay quienes creen que tener pensamientos y estados de ánimo negativos es ser realistas", afirma el psicólogo Michael Fordyce. "Pero, en esencia, todo lo que nos rodea es neutro; somos nosotros quienes le damos un valor, positivo o negativo. La pregunta es, ¿qué distorsión escoge usted?"
Para reforzar su mensaje, Fordyce les pide a sus alumnos que anoten sus pensamientos a lo largo de varios días. "Normalmente se sorprenden al descubrir que una buena parte de sus pensamientos son negativos, y muchas veces esta comprensión los ayuda a superar el mal hábito", señala.Unos meses después, para completar la tarea, les pide que relean lo que escribieron. "La mayor parte de sus temores jamás se cumplió, y los que sí se hicieron realidad suelen estar más allá de su control".A veces, el mejor remedio de todos consiste sencillamente en reírse para alejar el mal humor. En cierto estudio, los investigadores les mostraron unas caricaturas a varios sujetos. A unos les pidieron que sostuvieran un bolígrafo con los dientes, lo que los obligó a hacer un gesto que se parece mucho a una sonrisa; a otros les solicitaron que sostuvieran el bolígrafo con los labios, de manera que no pudieran sonreír. El resultado fue que las caricaturas les parecieron más graciosas a quienes sonreían.Debido a estos hallazgos, Randy Larsen ha tratado de estar más consciente de las emociones que proyecta. "Un día, mi secretaria me dijo que parecía enojado. Me toqué el entrecejo y vi que tenía razón, así que procuré cambiar mi expresión para dar otra imagen". Cualquier cosa que se intente es buena.