EL PASO DEL NIÑO, UNA TRADICION QUE SE MANTIENE
Publicado en
febrero 28, 2010
Un carro alegóricoPor Joaquín Moreno A.Esta crónica, de una de las más importantes manifestaciones del folklore azuayo, debería comenzar por una aclaración: no hay un solo Pase del Niño. Hay varios. Unos son pequeños, otros muy pequeños, mientras unos pocos son los mayores por la cantidad de gente que congregan. Destacan ciertamente el del 6 de enero y el del 24 de diciembre. Pero solo nos referiremos a este último: al Pase del Niño que se desarrolla en la ciudad de Cuenca, la mañana del 24 de diciembre de todos los años, en homenaje a la imagen conocida como El Niño Viajero, por haber sido llevada a Tierra Santa por el sacerdote Dr. Miguel Cordero, hace ya muchos años. La preparación de esta festividad dura algunos meses. Durante ellos, pueblo por pueblo y casa por casa, doña Rosa Pulla, conocida como "la mantenedora del Pase" invita a las personas para que acompañen al Niño Viajero unas pocas cuadras: desde el sector de las iglesias del Corazón de Jesús y San Se-bastián hasta la Catedral Nueva, en una de las más impresionantes procesiones que celebra Cuenca.
Y la gente asiste. No hay datos numéricos de la participación, pero se puede afirmar que la gente asiste cada vez más.La verdadera participación es de los niños. Las personas mayores son simples acompañantes o espectadores. Los pequeños vienen disfrazados de todo lo que podemos imaginar. Así se ve desfilar a los diversos grupos étnicos ecuatorianos representados con poca o mucha fidelidad, junto a charros mexicanos con los grandes sombreros que en México se venden al turista como "típicos". En un mismo carro alegórico puede estar un grupo de andaluzas con un diminuto Papá Noel, y no sería extraño que en otro vehículo, lleno de pastorcitos -imitación de los de la iconografía religiosa- apareciera el pino navideño. Se pueden ver pequeños marines norteamerica-nos con ametralladoras, a pocos pasos de soldados romanos con espadas. Son, muchas veces, los juguetes de otras Navidades los que sirven para este acompañamiento, en el que es fundamental el disfraz. Por ello, según la época, aparecerá o el chipote chillón del Chavo o una sofisticada espada de luces de la guerra de las galaxias.El refrán aquél de que a veces los árboles, no nos dejan ver el bosque, debe invertirse en el Pase del Niño: La magnitud del acontecimiento nos dificulta contemplar la belleza de los detalles. Un mayoral en su cochecito de maderaPERO A MAS DE CAMINAR, TAMBIEN HAY QUE COMER
Parte esencial de esta fiesta es el compartir. Para ello se transportan unos puercos hornados de tentación o unos gallos o cuyes, menos espectaculares que los primeros, ciertamente, pero que igual se consumirán luego de la Misa.
No basta la presencia del animal ya preparado y listo para el banquete. Debe ir adornado. Aparecerán los ornamentos naturales, por así decirlo: unas papas junto al cuy, unos huevos duros. Pero, gradualmente, el accesorio pasa a ser solamente eso: Los ajíes en ojos y hocico de un puerco de piel crocante, aún puede tener una función culinaria. Pero ¿qué hacen las banderas del Ecuador como acompañantes de esos alimentos? Simplemente engalanarlos. Y los ornamentos que tengan éxito pasarán a ser adquisiciones de alguna manera definitivas. Creo que éste es el caso de unos pequeños sombreros, similares a los hermosísimos de los mayorales que van sobre la cabeza desplumada de los gallos. Lo esencial es el adorno, varía el cómo.Es una constante el que ciertas ofrendas lleven algún elemento económico. Por ejemplo, no importa que el ave sacrificada para la ocasión haya estado un poco flaca: le pondrán en el pico un billete representativo. Hace no mucho tiempo eran billetes de cien, luego vinieron el de mil, de cinco mil, de diez mil. Alternando con nuestros sucres cada vez más escuálidos, aparecieron esos verdecitos del norte y vimos a nuestros gallos subdesarrollados adornarse con dólares. Sin ser profeta, es posible que después de algún tiempo aparezcan las tarjetas de crédito.Aunque ya está implícito en lo que hasta aquí se ha dicho, vale explicitarlo: las ornamentaciones no son solamente monetarias. Hay algunas de las que debe dejarse constancia: por ejemplo, unos hermosos ojos azules de muñeca que ostentaban las cuencas vacías de un puerco hornado. O la piel de un perro pastor alemán que cubría los lomos de uno de esos perros tan nuestros, de raza indefinible, en una especie de homenaje al perro muerto por quien había conservado su piel. Adornos de carrosY VAMOS A LOS CASTILLOS
Ahora veamos qué es eso de los castillos. La figura más característica del Pase, sin lugar a dudas, es la de los mayorales. Son -como todos- niños muy coloridamente vestidos, que van generalmente a caballo. Y los caballos están literalmente cubiertos de adornos.
Los castillos son estructuras de madera que -a modo de alforjas- cuelgan a los costados de las cabalgaduras. Sobre estas armazones los decorados más característicos son los de sartas, pero no de perlas sino de múltiples elementos que dan vistosidad al castillo. Hay colgaduras de vainas de porotos o de cajas de chiclets, de las grandes o de las pequeñas; de caramelos, de galletas, de botellas...Hay castillos y castillos. En unos predominan los frutos de la tierra. Desde hace algunos años hay uno en donde las frutas tropicales -piñas, papayas, guineos, cocos...- cubren, no ya los costados de un caballo, sino los de un camión. En estos camiones competirán arreglos muy simples confec-cionados con un poco de úlcera de los ecologistas, es decir con musgos y líquenes, con otros más complicados, hechos con elementos ya no tan sanos: botellas de licor por ejemplo. Y la gama de licores es también amplia: del rubio whiskey al aguardiente "blanco" de Yunguilla o de Paute.Muchas veces estas colgaduras o sartas funcionan casi como auténticos collares de otro de los ele-mentos esenciales de esta fiesta: el pan.El pan es tan importante que aparece ya desde los días en los que doña Rosa Pulla recorría los pueblos invitando a la participación: basta con que entregue unos panes y con que una familia los reciba, para que el compromiso de la participación esté sellado en debida forma. Y será ese pan el que se "disfrace" para el 24 de diciembre: con la misma masa con la que se elaboran las populares "costras", se elaboran panes de gran tamaño y formas diversas que constituirán el núcleo orna-mental importante de los castillos y de los carros. El pan del día 24 de diciembre es grande y buen mozo.Los trajes más atractivos son los de los mayorales. Son realmente hermosos. Pero, a lo mejor, su belleza no nos permite ver que son nuestros mismos trajes populares: El sombrero y el poncho, principalmente, pero debidamente adornados. Transformados.Los sombreros se visten de gala: sobre la lana abatanada o sobre la paja toquilla se ponen cintas policromas y franjas bordadas. El poncho puede cambiar en su material: aparecerá el terciopelo, pero también permanecerá la lana. Y, sobre el poncho de lana o sobre el de terciopelo, aparecerán las bandas bordadas con flores y guirnaldas, y las lentejuelas, para darles aún mayor brillo.Realmente lo único malo de este Pase, el mayor de todos, es el día en el que se realiza. Un día en que muchas personas preferirían pasarlo en familia. Pero es que no es una fiesta pensada para atraer turistas y tiene que celebrarse en el día preciso. Ni siquiera intento separar o juzgar qué hay en ella de ritual y qué de folclor. No tengo la competencia para hacerlo. Creo que es una auténtica manifestación de religiosidad popular. Se ven niños en los papeles de San José y la Virgen, a otros más pequeños representando al Niño Jesús, y que cumplen con su papel de aprendices de carpintero dándole a algún clavo con un martillo contemporáneo o que saborean distraídamente un helado. Angelitos y mayorales plácidamente dormidos, cansados antes siquiera de que el Pase comience: han venido de lejos. O joyas tradicionales engalanando las orejas de las niñas o sus cuellos. A veces son bellas y antiguas joyas familiares, más hay también bambalinas sin valor económico, pero que cumplen bien su función de mostrar a quien las lleva debidamente engalanado para la fiesta. Es hermoso: la distinción entre lo que llamamos verdadero o lo falso ha pasado a un segundo plano. Solo importa la función. Mayorala con su muñecaSe observan inmensas plataformas de esas que en los días ordinarios transportan cientos de quintales, llevando delicadamente alguna alegoría o a un reina recién elegida, y procurando respetuosamente no aplastar al pequeño cochecito de madera al que un niño puso un mínimo decorado para hacerlo parte del Pase. Y muchas imágenes del Niño Jesús. Y sé oye música, pues algunos compositores han creado específicamente para estas festividades, versos ingenuos y música sencilla y agradable.Pero, más que ver y oír, lo importante sería dejarse invadir por toda la riqueza que aún tiene nuestra cultura popular religiosa.