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LA CAMIONETA de nuestra parroquia ya estaba en las últimas, así que encargaron al pastor que hiciera ver a la feligresía la necesidad de comprar una nueva. Un domingo enumeró todas las piezas del vehículo que estaban fallando o que ya no servían: ejes, neumáticos, frenos, ventanillas, manijas de las portezuelas, equipo de aire acondicionado, indicador del nivel de combustible y carrocería. Además, dijo que en el último viaje se había averiado cuatro veces.
MI MARIDO era empleado en una prisión y, como sólo teníamos un coche, yo me levantaba todos los días a las 5 de la mañana, lo llevaba al trabajo y luego volvía a casa a dormir otro rato.
EN UNA OCASIÓN, luego de leer un anuncio que ofrecía leña a 60 dólares la carga, con todo y entrega a domicilio, mi sobrino Ernie, que es un ducho buscador de gangas, hizo inmediatamente un pedido por teléfono. Sin embargo, cuando acabaron de descargar la mercancía en su patio, reclamó muy molesto al proveedor:
TRABAJABA EN Pachuca, México, como gerente de ventas foráneo, cuando llegó la fecha de mi cumpleaños.
LLEVABA YO poco tiempo de casada y mis padres vinieron a visitarme. Para halagar a mi padre horneé un pastel de leche, pues sabía que le gustaba aunque rara vez tenía ocasión de comerlo.
COMO PARTE de un curso de buceo, una amiga mía tenía que localizar a su instructor en el turbio fondo del mar, y compartir con él la boquilla del tubo de respiración para ayudarlo a volver a la superficie. El instructor le advirtió que, al igual que cualquier persona presa del pánico, él opondría resistencia.
CUANDO SE AVECINABA el aniversario de bodas de sus padres, mi amigo Nathan decidió regalarles un edredón con un monograma y una leyenda bordada que dijera: