LOS PRODIGIOS DE UN IRREVERENTE
Publicado en
enero 09, 2010
Por Alvaro SamaniegoCuando fue atropellado por un tranvía en 1926, los transeúntes que lo auxiliaron lo enviaron a un hospital público: su aspecto austero escondía su enorme aporte a la arquitectura. Pero cuando fue reconocido y poco después murió, atrás de su descolorido ropaje negro, se formó un cortejo de un kilómetro. El jefe del Vaticano de esa época autorizó para que fuera enterrado en la cripta de una de sus grandes obras, el templo de la expiación de la Sagrada Familia.
En la muerte estuvo igualmente presente que en su vida el dualismo. Forzando un poco el comentario, la grandeza edificada a partir de andrajos, la armonía casi musical formada por partículas de caos.En Reus (Catalunya), 1852, nació Antoni Gaudí i Cornet, para muchos el primer arquitecto del modernismo y para todos un genio, el hombre que fue irreverente con las formas, los materiales, las técnicas, las estructuras de la Europa que entraba en el siglo XX.El resto de su biografía está en su obra, en dos expresiones fundamentales: el Park Güell y el inconcluso templo de la Sagrada Familia, dos muestras fundamentales de la vida de Barcelona y de los catalanes.Gaudí recibió el encargo del empresario -su protector- Eusebi Güell de construir una urbanización en las afueras de la ciudad para escapar de la industrialización. Los solares no se vendieron, más que dos, y la obra quedó inconclusa, aunque lo verdaderamente fantástico está ahí: las áreas so-ciales.Cuatro de las doce torres coronadas en el Fondo de la construcción de la Iglesia de la Sagrada FamiliaLos caminos parecen antojadizos rayones, pero tienen el mismo sentido antojadizo de las variantes de la Muntanya Pelada que compró Güell para su proyecto. Los mismos accidentes geográficos se transforman, casi sin sentirlo, en estructuras arquitectónicas que van marcando los espacios útiles.La entrada del parque está flanqueada por dos construcciones de cuento y dan paso a una escalinata dominada por un dragón, donde los recién casados acostumbran a fotografiarse. Más arriba un pórtico columnado, sobre el cual está una plaza, rodeada de serpenteantes bancas.Todo tiene la forma y la proporción exacta para provocar esa sensación que nada ha sido cambiado desde el paraíso terrenal. Un bombardeo de colores, de formas irregulares y ondulantes. Ningún rincón es igual a otro y es imposible pensar que algo está fuera de lugar.LA SAGRADA FAMILIA
Además de regalar una de las más hermosas vistas de Barcelona, desde el Park Güell se distinguen las torres del templo de la Sagrada Familia, no hay manera de confundirse, porque nada existe igual.
Como nada en la construcción es igual. Si bien tiene su estructura, sus torres, su coro, todos los elementos góticos de un monumento religioso, los detalles no se parecen entre sí, las ventanas no están en ubicaciones lineales, las torres parecen pilares retorcidos a punto de propulsarse hacia el cielo. Otra vez, el movimiento continuo de formas individualmente caóticas, pero llevadas a un nivel de integración que desafían, incluso, a la estabilidad, a la gravedad.Auspiciado por un obispo -otro protector- asumió la dirección arquitectónica de la Sagrada Familia a los 31 años. El sistema adoptado por la iglesia exigía que solo se financiara con limosnas y hasta ahora está en veremos. Pero lo que está, ya un monumento.Detalle del techo de una de las construcciones del parque GüellSe han construido ocho de las 12 torres, una por cada apóstol, falta el frente, aunque están listas las dos entradas laterales. Más la cripta, el ábside, la casa parroquial y una escuela. Se ha edificado menos de la mitad; cuando sea terminada, si ello llega a ocurrir, seguramente miles de ángeles del cielo la elevarán hasta perderse en el infinito.Resulta muy difícil entender cómo puede ordenarse el cerebro de alguien que es arquitecto, y además escultor, y además pintor. Pero cuando logra organizarse, se producen cosas tan extraordinarias como los prodigios de este irreverente: Gaudí.