LA RISA, REMEDIO INFALIBLE
Publicado en
enero 21, 2010

CIERTO HOMBRE acudió al médico porque llevaba varias semanas sufriendo un dolor de cabeza insoportable. El médico lo sometió a varias pruebas y, al cabo de unas horas, lo hizo pasar al consultorio.
—Le voy a dar una noticia terrible —le dijo— lo que usted padece es incurable.—¡Ay, no! —gimió el ¿Cuánto tiempo de vida me queda?—Diez...—¿Diez qué? —lo interrumpió el enfermo—. ¿Días? ¿Meses? ¿Años?—Nueve —continuó el galeno—, ocho, siete, seis...—B.F.DIÁLOGO en una oficina:
—Dejé de tomar café porque no me gusta depender de sustancias químicas.—¿Y cómo te sientes?—Un poco lento a la hora de prepararme para venir a trabajar, pero eso es comprensible siendo lunes.—Hoy es jueves.—Scott Adams, United Feature SyndicateLOS REPRESENTANTES de la industria de las computadoras aseguran que existe ya una tecnología de "planificación familiar" en Internet, señala un comediante estadounidense. "El problema es que los niños no quieren explicársela a sus padres".
—The Daily Show, Comedy CentralUN HOMBRE fue a consultar a un abogado y le preguntó cuánto cobraba.
—Trescientos pesos por tres preguntas —contestó el abogado.—¿No es una cifra un poco elevada? —repuso el posible cliente.—No lo creo así. Ahora, dígame, ¿cuál es su tercera pregunta?—Times (Londres)EN UN ACTO DE DESESPERACIÓN, un desempleado fue al circo a ver si había algún puesto vacante. Allí le dijeron que necesitaban un equilibrista, pero que tenía que caminar por la cuerda floja sin la protección de una red, pasando sobre la jaula del león y disfrazado de chango. Como no estaba para ponerse exigente, el hombre aceptó el trabajo, se puso el disfraz y se encaramó en la cuerda ante la azorada multitud. Comenzó a avanzar con suma cautela, pero de repente perdió el equilibrio y cayó en la jaula del león.
—¡Socorro! —gritó, viendo al animal abalanzarse sobre él—. ¡Me va a comer!—¡Cállate! —rechistó el león, muy enojado—. ¿Quieres que nos corran a todos?—M.H.EN UN SEMINARIO de eficiencia, uno de los participantes expuso al grupo los resultados de un estudio que había hecho sobre el procedimiento que su esposa seguía para preparar el desayuno.
—Después de varios días de cuidadosa observación, logré identificar las prácticas que la hacían desperdiciar un tiempo y una energía muy valiosos —explicó—. Luego, tras tomar nota del número de viajes que hacía desde la cocina hasta el comedor llevando una sola cosa, le sugerí que en adelante llevara varias cosas a la vez.—¿Y funcionó? —quiso saber el instructor.—Claro —repuso aquél—. Ahora, en vez de esperar 20 minutos a que ella me sirva el desayuno, yo lo preparo en siete.—D.G.DESPUÉS DE VER el anuncio de un taladro percutor inalámbrico, un hombre entra en una ferretería y pide uno. La dependienta, furiosa, le responde:
—¡Con usted son diez los clientes a quienes tengo que decir que no vendemos esa herramienta porque no tiene demanda!—Y.P.NOS MUDAMOS a un apartamento nuevo —le contó, muy ufano, Juan a su amigo—. Y por fin tengo mi propio cuarto.
—¿Cómo lo decoraste? —preguntó el amigo.—Exactamente igual a mi oficina. De otro modo no puedo dormir.— M.C.UN VIAJERO extraviado en el ardiente desierto le pidió agua a un hombre que pasaba por allí.
—Lo lamento. No tengo agua, pero sí unas bonitas corbatas que voy a llevar a vender.El viajero siguió avanzando penosamente por el desierto y se encontró con otro hombre.—¡Agua! —jadeó—. Por favor, deme agua.—No tengo agua —fue la respuesta—, sólo estas corbatas.Casi muerto de sed, se topó con un tercer hombre, pero también éste llevaba corbatas a vender. El infeliz viajero siguió su camino con paso tambaleante hasta que, con gran sorpresa, divisó un elegante hotel en la distancia.Acercándose a gatas al vestíbulo, exclamó:—¡Por el amor de Dios, denme un poco de agua!—Lo siento, señor —respondió el portero—. No se permite la entrada a nadie sin corbata.—P.D.JOVEN —dijo el padre, enfurecido—, ¿acaso anoche no dio cuatro campanadas el reloj cuando trajo usted a mi hija?
—Sí, señor, así fue —reconoció el muchacho—. Iba a dar 11, pero sujeté el martinete para que no lo molestara a USted.—Rotary Down Under (Sydney, Australia)PADRE: Cuando Abraham Lincoln tenía tu edad, caminaba 20 kilómetros para llegar a la escuela.
Hijo: Sí, papá. Y cuando Abraham Lincoln tenía tu edad, ya era presidente.—Andy Andrews, citado por Adam Christing en Comedy Comes Clean (Crown)