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enero 24, 2010
Por Consuelo Albornoz TinajeroLlegó la hora de las mujeres. ¿Verdad? Sí...relativamente. Es verdad que ahora, incluso en países pequeños como Ecuador, hay mujeres que pueden tenerlo todo: profesión, independencia económica y autonomía personal, como también familia: esposo e hijos.
Este perfil, imposible para casi todas hace décadas, hoy ya es una realidad para un cada vez mayor número de ecuatorianas.Lo posible, antaño, era que las mujeres que deseaban llevar una vida propia y libre tuvieran que resolver, también, permanecer solas.Si pretendían fundar un hogar, la alternativa era olvidarse de cualquier ambición profesional y dedicarse, por entero, a ser amas de casa a tiempo completo, con tés, juegos y chismes incluidos.Contribuyeron a trastocar esa realidad, por siglos inamovible, mujeres que irrumpieron con posturas radicales, cuestionadoras del orden social vigente.A ellas hay que darles las gracias, pues arrostraron la crítica social, desafiaron las normas establecidas y abrieron nuevos caminos.Cierto es que mostraron un radicalismo inicial -incluso extremo-, como el de presentar la situación como fruto de un conflicto de mujeres versus varones.Pero quizá fue necesario en ese momento. Luego fue evolucionando tal posición, al punto que incorporó la visión masculina, renovada, por supuesto.Así, oficialmente, en el discurso al menos, fue eliminada toda discriminación por género. En la realidad, aquello fue el arranque para buscar que esa aceptación teórica fuera encarnándose en el día a día. Y ha habido avances.
Uno de ellos es que se dejó a un lado aquella equivocación de hablar de "la mujer" y no de "las mujeres" en plural, reconociéndolas, así, sus innumerables posibilidades de diversidad, es decir el derecho a la personalización y a la originalidad.De ahí que hoy, en la hora de las mujeres, cuando muchas todavía no están en capacidad de optar, de configurar su vida presente y el futuro, es a las que lo tienen todo a quienes les corresponde actuar como punta de lanza de nuevos espacios, más amplios y cómodos.Porque, no nos llamemos a engaño: no todas las mujeres gozan de tales posibilidades, aún vistas como privilegios.Verdad es que un número significativo se dedican a actividades profesionales porque las escogieron, por decisión libérrima, no exclusivamente impelidas por la urgencia de ganarse la sobrevivencia.Cierto es que ya muchas mujeres pueden acceder a cualquier actividad profesional, pues ya no hay campos vedados, sólo para hombres.Tan cierto como que de los 2'893.000 ecuatorianos que conforman la población económicamente activa, el 39 por ciento son mujeres: 678.089 tienen entre 25 y 54 años y 235.028 cursaron educación superior.Porque las mujeres, en esta hora, se están volviendo visibles. Disponen de una energía guardada, represada por años, que les da una fuerza como para irrumpir en lo que les plazca, sin interferencias.