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enero 24, 2010
" Denuncia", papel quemado sobre piedra, 1.70 cms. de alto. 1994.Por Mónica Vorbeck De la TorreNacido en Cuenca en 1960, Igor Muñoz se formó como arquitecto en esa misma ciudad y obtuvo posteriormente una maestría en arquitectura de interiores y diseño en la Universidad Nacional de Arte y Diseño de Estocolmo. Como pocos diseñadores de nuestro medio, Igor Muñoz tuvo la oportunidad de participar en varios concursos y exhibiciones de diseño durante sus años de estudio en Suecia (87-89), así como en otras exposiciones de diseño en Japón y en Dinamarca (90). Tres diseños suyos, la lámpara "Evolución", la silla "Stockholm" y el sillón "Primavera" han sido producidos por la fábrica sueca Garsnas. Se destacan por una estrecha correspondencia entre los principios estético y funcional, logrando un diseño armónico y de líneas austeras, donde la transparencia de la formulación se torna en principio constructivo.
Desde 1988 ha incursionado en la escultura, participando entre ese año y el 93, en cuatro simposios de escultura en madera en Kemijarvi, Finlandia. En las piezas que por entonces expone, se destaca, por un lado, una simplicidad ordenada en sus estructuras modulares, que tienden a ser configuraciones geométricas frías, más bien de diseño en su concepción, y, por otro lado, es-tructuras abiertas, de maderos encontrados en la playa, unidos con carácter arquitectónico excento de funcionalidad y reminiscentes de formas de construcción primitiva.Estas dos tendencias se mantienen en la creación escultórica de Igor Muñoz, así como su preferencia por el trabajo en madera, y se acentúan sus preocupaciones ecológicas, que sin duda se vieron fuertemente alimentadas por la conciencia europea de preservación del medio ambiente. El paisaje y las formas naturales jugaron un papel importante en la escultura de los ochenta, debido al aumento de interés en la ecología y el conocimiento del peligroso estado de la riqueza natural mundial. Antecedentes directos son el land art y el process art de los años sesenta, que nacen en parte como un movimiento de protesta en contra de la creciente amenaza del equilibrio ecológico. Aquellas formas artísticas nos presentaron, mediante dramáticas acciones, el orden natural y la dependencia del hombre de la naturaleza, a su vez que parecían manifestar un último adiós al universo y la tierra, en tanto algo de aquella unidad primordial quedaba.
"Conciencia atrapada", madera tallada y quemada, 2.50 x 1.20 cms. 1994.De regreso en el Ecuador, Igor Muñoz presenta instalaciones de protesta ecológica -como él mismo las llama-, "Basura" en 1991 y "Contaminación" en 1992, las dos en el Museo de Arte Moderno de Cuenca. En "Basura" invade los espacios del museo con grandes estructuras de metal forradas de papel periódico, y en "Contaminación" siembra en los jardines de aquella institución cientos de tubos de escape oxidados e inservibles, en cuyas terminaciones coloca antorchas, que prendidas provocan gran cantidad de humo. El impacto es directo en el observador, pero sin demandar una penetración intelectual ni causar una profunda conmoción estética. Los materiales y su presentación se encuentran exentos de un aura evocativa: se representan a sí mismos.
Desde 1993 colabora con el Municipio de Quito en la sección de Parques y Jardines, y reanuda con vigor su actividad escultórica. Al año siguiente participa en dos exposiciones colectivas, en la Casa de la Cultura de Quito y en el salón "Mariano Aguilera", y presenta su primera individual en la Fundación Guayasamín. En estas obras escultóricas, la actitud de Igor Muñoz es básicamente romántica, una especie de retrospección, de nostalgia de lo perdido, de memoria de un pasado unitario, como en la evocación de culturas primitivas en "Totems"; y al mismo tiempo memoria de un futuro de destrucción total, como en "Vestigios", troncos cortados y quemados, o "Apocalipsis", grupo de figuras desoladas, cuerpos de madera y caras de piedra. "Extinción", árboles delgados, tensados por sogas, que conforman una estructura de caparazón, reminiscente de animales prehistóricos; "Engendro", tronco quemado, como un cien pies con perforaciones donde se incrustan tubos de metal; "Involución", acaso el hombre que retorna al simio, son memoriales de las especies en peligro de extinción.
"Naturaleza muerta", madera tallada y quemada, 3.20 cms. de alto. 1994Pero todo el conjunto denota grandes diversidades estilísticas, esencialmente porque Igor Muñoz subordina la forma al mensaje ecológico, dando preeminencia a la crítica de la civilización moderna con su rigurosa explotación y ocupación de la naturaleza. Pero hoy en día, una de las funciones centrales de nuestra cultura es la de activar la toma de conciencia frente a la destrucción del balance entre hombre y naturaleza, y la obra de Igor Muñoz reproduce lugares comunes. En ocasiones llega a ser peligrosa su cercanía a una expresión panfletaria, muy limitada en sus alcances, como hacer denuncia ecológica a través de formas de destrucción ecológica, así en la quema y tala de árboles. El marco conceptual de Igor Muñoz no es comparable al de artistas conceptuales, que trasladan su concepto artístico a la dimensión del pensamiento filosófico, que proceden a una desmaterialización del arte y cuyo campo de acción se concentra más en la ela-boración de teorías, definiciones y procesos, que en el objeto mismo, siendo éste secundario, sólo resultado final de una acción calculada y racionalizada.
Igor Muñoz no ha abandonado totalmente la retórica en favor de un equivalente poético, y menos aun en favor de una consistencia formal, de una intencionalidad estética e intelectual que denote severidad de conceptos y claridad en la formulación de un lenguaje propio. Su vocabulario es de evidente eclecticismo, utiliza formas ajenas, que él transforma e incorpora en sus piezas, adecuándolas a su denuncia ecológica. La trayectoria escultórica de Igor Muñoz es demasiado corta todavía para hacer un balance, pero su urgencia por denunciar la transmutación de las relaciones naturales y la presencia humana como elemento distorsionador de un paraíso perdido, puede ser en ocasiones mutilante para el desarrollo de una personalidad artística fuerte.
"Involución", madera tallada, ensambalda y quemada, 1.75 cms. de alto. 1994