EL TAJ MAHAL: ODA AL AMOR
Publicado en
enero 09, 2010
Por Vivianne BucaramPartiendo de Nueva Delhi, en la legendaria India, y luego de tres horas de recorrer en autobús vastos campos y pequeños poblados se llega a Agrá.
Capital del estado de Attur Pradesh en el noreste del país, Agrá es una ciudad industrial y bulliciosa que posee mezquitas y hermosos parques. Pero esta ciudad alberga como su joya más preciada al Taj Mahal, verdadera y deslumbrante maravilla arquitectónica. Tener delante de sí al Taj Mahal (leáse Tash Majal) es como contemplar una imagen gloriosa hecha realidad.El observar postales de monumentos como la Torre Eiffel, la torre inclinada de Pisa, las pirámides de Egipto o la Gran Muralla China a través de revistas o publicidad en agencias de viajes o aerolíneas, siempre ha conllevado una connotación misteriosa y fascinante, coincidiendo formas y diseños arquitectónicos con el propósito o mensaje para lo cual estos artísticos monumentos fueron construidos. Sin embargo, el Taj Mahal no parece cumplir con este patrón, a simple vista contradictorio, pues, más que un mausoleo -para lo cual fue construido- es una última y amorosa ofrenda de bodas.El Taj Mahal ofrece una deslumbrante visión a través de la aperlada brillantez de su mármol, la sofisticada decoración, la elegancia en los detalles, la gracia y encanto de sus alrededores. Aún la mayor parte de los indios quienes han nacido dentro de los esquemas, ideales y fe del induísmo, sienten una fortísima atracción hacia este monumento de dinastía islámica, tanto que ha sido convertido en uno de los símbolos de su país y su civilización.EL AUTOR DE LA OFRENDA
Pero, ¿quién fue el emperador mongol que tuvo la idea de inmortalizar la memoria de su esposa y, al mismo tiempo, hacer de este templo-mausoleo su tumba, como un final testimonio de su amor? Cuenta la historia que su nombre fue Sha Jahan y que nació en los primeros días de 1592.
Su padre Salim fue el sucesor al trono de su abuelo el emperador Akbar. Antes de ser coronado emperador, Sha Jahan fue honrado con el título de Khurram.Parece ser que desde su temprana juventud el joven Khurram se sentía más identificado con su abuelo Akbar que con su padre Salim.Akbar tenía el dominio sobre la parte norte de la India y había consolidado un sistema administrativo lo suficientemente fuerte y eficiente, como para imponer la ley islámica hereditaria en un país en donde los indios eran la mayoría.Cuentan las crónicas que el pequeño príncipe Khurram fue circuncidado a los seis años, seis meses y seis días. Su abuelo Akbar mostró siempre una gran predilección por él y decía que su nieto debía poseer un vasto conocimiento cultural y religioso pues había venido al mundo como un ser privilegiado y escogido. Con el pasar de los años Khurram se convirtió en un hombre versátil y sagaz y en un gran erudito, a tal punto, que a pesar de que a su padre Salim le tocaba ser el sucesor de su abuelo Akbar, éste último no lo consideraba así y puso sus expectativas en su nieto Khurram.Sin embargo, la corte le creó a Akbar demasiada oposición a su decisión y presionó a éste para nombrar a otro nieto, Khusrau, como el siguiente en sucesión al trono.Tal fue la indecisión de Akbar y los problemas que se suscitaron entre sus dos nietos, que él finalmente determinó echar el trono a la suerte en un duelo entre elefantes, los cuales representaban a cada contendor.Desde el comienzo de la pelea entre los elefantes, el de Salim aparecía como el más débil y fue entonces que Khurram, mandó traer a un tercer elefante. El elefante de Salim fue el ganador.La ayuda de Khuram le dio a su padre Salim, quien por fin se convirtió en emperador, fue tan apropiada que le aseguró una posición en la corte.ENTRE EL AMOR Y EL DOLOR
Cuando Salim se casó por última vez con una viudad rica llamada Nur Jahan, él se las ingenió para que la nieta de su reciente esposa, Arjumand Banu, pasara a contraer matrimonio con su hijo Sha Jahan.
Sha Jahan ascendió al trono como emperador, luego de entrar triunfante en Agrá, en una espectacular procesión, sentado en el lomo de un elefante. Sha Jahan gobernó así por más de tres décadas. En menos de diecinueve años su esposa Arju-mand, rebautizada como Muntaz, le dio tres hijos.Pero la tragedia y la fatalidad golpearon un día a las puertas del emperador. Aún a pesar de los consejos de sus cortesanos, él se empeñó en llevar a su esposa -por quien era tanto su amor y de quien odiaba separarse- a una expedición contra la ciudad de Burhampur.Estando Muntaz Mahal embarazada de su décimo cuarto hijo, murió mientras lo traía al mundo. Fue tan grande la pena del inconsolable emperador, que decretó para la corte un estricto código de duelo. Las princesas, nobles, y todos los ocupantes del palacio real tuvieron que reprimirse de todos los lujos a que estaban acostumbrados. No se permitió tocar ni cantar en muchos kilómetros alrededor del palacio, ni usar lino fino, ni ropas preciosas.Nunca más el emperador apareció en público o formó parte de las reuniones de asuntos de estado, y protegía siempre sus llorozos y enrojecidos ojos de la luz.Después de un largo período de renunciar al buen vestir y comer, el emperador tuvo una idea: dedicaría un mausoleo a su amada esposa, no como una forma de expresar su profunda tristeza, sino como un templo visionario de imágenes del paraíso. Primero, él escogió un sitio a orillas del río Jamma, de tal manera que los dignatarios y sus comitivas pudieran llegar allí sin tener que tropezarse con la turba.Luego, él ordenó buscar el mármol más preciado y durable que pudiera ser encontrado. Movilizó un ejército de escultores, artesanos y gente especializada en grabados, muchos de los cuales, a pesar de la distancia, terminaron de perfeccionar su arte simplemente observando los métodos usados por los artesanos de la familia Medid en Florencia, para el arte de tallar piedras semipreciosas.Para hacer juego de los finos materiales artísticos para su construcción, este monumento, más que nada, tenía que tener un marco geográfico apropiado. De un lado debía ser levantado al pie de las aguas del río, y, del otro lado, debía estar ornamentado con fuentes y verdaderas alfombras de flores de todos los tipos, de acuerdo al precepto de la literatura persa, donde las flores son el símbolo de las aguas del paraíso.Todo el complejo tomó únicamente tres años en ser terminado. El se caracterizó por ser un buen administrador de sus bienes, destinando así gran parte de su fortuna a su proyecto.Cuando el Taj Mahal fue terminado, un historiador de aquel tiempo describió su belleza y magnificencia con estas palabras: Todo es tan concordante para la mente y placentero para el corazón que, dependiendo de cualquier lugar que uno lo contemple, ya sea de adentro o de afuera, se tiene la impresión de estar en el jardín del Edén o en habitaciones de lujo del paraíso.