EL SEGUNDO ARRASTRE DE ALFARO
Publicado en
enero 24, 2010
En este artículo, el conocido escritor Jorge Enrique Adoum expone su personal punto de vista sobre la "Ley de libertad de las Familias Ecuatorianas"
Por Enrique Adoum¡En el nombre de Dios! Prostitutas, ladrones y frailes.... "Al grito de ¡Viva la religión! se celebró el satánico sacrificio". "No fue el pueblo el que cometió el crimen: hubo, sí, meretrices y hampones, agitadores fanáticos" (Alfredo Pareja Diezcanseco) y "personas bien conocidas por su filiación en las filas conservadoras" (Pío Jaramillo Alvarado). (Las prostitutas propiamente dichas, pobrecillas, no han tenido, hasta ahora, participación alguna en este segundo arrastre: el de la aberración histórica, legal y humana que supone la enseñanza de la religión en los establecimientos laicos. Porque estas páginas están fechadas ocho días después del asesinato de un estudiante y quince antes del 83° aniversario del asesinato de Eloy Alfaro).
El ex ministro de Gobierno Marcelo Santos afirmó oportunamente que "la mayoría de los ecuatorianos se han mostrado favorables" a la Ley de Educación Religiosa y el arzobispo de Guayaquil -¿no fue él quien dijo que había que "enterrar el laicismo"?- señaló que "es innecesario convocar al pueblo a una consulta popular [...] cuando se sabe perfectamente lo que piensa la gente". El sabe también, incluso sin moverse de Guayaquil y aún antes de que se investigara el caso, que la muerte de Juan Carlos Luna es "un hecho que proviene de la demagogia e irrespeto a la democracia por parte de un grupo sectarista [sic]".¿Quiénes son "la gente" para el arzobispo? ¿Cuántos son "la mayoría de ecuatorianos" para el ex ministro? "Gente", "mayoría", ectoplasma desdibujado, equivalente a "pueblo", con que se llenan la boca y de quien se apropian cualquier discursista en el congreso, el advenedizo y hasta el traidor.El propio ministro anunció que el primer mandatario había "resuelto aprobar el proyecto", no "en concordancia con el criterio de la mayoría de ecuatorianos", sino "por estar vinculado con la ideología conservadora de los miembros del actual régimen". Conservadora dijo; no dijo cristiana, ni católica, ni mayoritaria, ni popular.Diferentes ministros de Educación han repetido que el Estado no puede atender el clamor de las provincias del país -sometidas, en gran parte, al sistema de escuelas con un solo maestro- de dotarlas de un número mayor de enseñantes, aun cuando fueran mal pagados, y que, por ello, jamás podrá financiar el nombramiento de profesores de religión, en todos los niveles, y de todos los credos que existen en el país: hay unos 400 inscritos en el Ministerio de Gobierno y Cultos. (Y ni a "la gente" ni a "la mayoría de ecuatorianos" nos gustaría ver aquí persecuciones como las que se realizan en Argelia ni que alguien "optara" (Monseñor Larrea nos ha remitido al diccionario) por exigir -según el derecho que le otorga precisamente la nueva Ley- que niñas de ocho a diez años fueran instruidas en la doctrina de la secta "El Templo de Oro", por ejemplo, porque no es la única, incluida su entrega sexual al oficiante y su disposición a inmolarse en un incendio cuando él lo decida).Y, no pudiendo instruir en centenares de credos, la introducción de la enseñanza católica creará una nueva discriminación entre los niños, ya demasiado injustamente discriminados por su uniforme gastado o su camisa zurcida o por su cara con un labio leporino o una costra de indio. Porque, dado que la Iglesia Católica cree tener el monopolio de la moral, los padres que no quieran que sus hijos reciban esa enseñanza y sus hijos no serán tachados de mormones, evangelistas o mahometanos sino de ateos o comunistas (como quien dice leproso o "maricón con SIDA").Ese tipo de formación, se ha dicho y repetido, corresponde dispensar a las familias católicas en el hogar, como ha venido haciéndose (desgraciadamente, en muchos casos, con el ejemplo), gracias a lo cual llevamos quinientos años de educación religiosa y "ahí están los resultados". Porque con dos horas de clase a la semana no se garantiza la fabricación en serie de católicos honrados, justos, íntegros, inmunes contra la corrupción y la perversión como son inmunes, los que están arriba, contra la justicia y la ley. Y ni a los diputados que la aprobaron, ni al Presidente de la República que la sancionó, ni a los tres magistrados de la Corte que la declararon "constitucional" -unas 40 personas en total, pero Monseñor Larrea Holguín dice que "hemos de dar gracias a Dios", como si el fuera capaz de absurdo o como si esos 40 fueron sus representantes- parece haberles importado que la Constitución establezca que el Ecuador es un Estado laico y la educación que imparte el Estado es laica (¿o la han reformado ya en sentido contrario?), ni que la Ley haya nacido sin ningún financiamiento, ni que se oponga a la reforma curricular, que es ya "proyecto de Estado": no pueden aumentarse ni disminuirse las 35 horas de estudio semanales.
En lugar de esa enseñanza impulsada por el "Qpus Dei y Santa Mafia", como lo conocen en España, se ha propuesto otra, la que en más de quinientos años no ha implantado la religión: la enseñanza de moral y cívica, de ética y afirmación y defensa de esos valores que nadie sabe dónde han ido a parar en este momento de nuestro destino, cuando la corrupción va desde el más solemne juez hasta el más infeliz agente de policía, y desde los vástagos de la primera familia del país hasta el hijo del último amanuense. Y a todos les resulta más fácil lavarse el negociado hasta los codos que la tinta de los dedos.El día mismo del primer muerto en esta nueva cruzada contra los infieles el presidente y el secretario de la Conferencia Episcopal -que para el antiguo Vicario General de Monseñor Proaño "ha metido la pata" y ruega a los obispos que, "por Dios, la saquen"- visitaban al presidente y al vicepresidente de la República pidiéndoles "la vigencia inmediata de la Ley" mediante "la expedición urgente de su Reglamento" (coincidencia fatal que no supone, evidentemente, una urgencia de nuevos muertos); el ministro de Educación, quien había dicho que se necesitaba de un año, por lo menos, para aplicar la Ley, aprovechó la ocasión para declarar que ella estaba vigente; y la Iglesia rechazaba, poco después, la proposición de ocho ex ministros de Educación de autorizar a los establecimientos fiscales a que, "luego de concluidas las clases", "los estudiantes puedan recibir orientación religiosa de parte de profesores enviados y financiados por las distintas comunidades u organizaciones religiosas". ¿Le teme la Iglesia Católica a las otras comunidades y organizaciones? ¿O a que, una vez concluidas las clases, a los muchachos les interese más que la religión la calle, el lustrado de zapatos y los sucres que deja, los pinballs o el fútbol en miniatura, la guambrita con hamburguesa y Coca-cola? ¿O se resiste a remunerar a 6.800 profesores, nada más que para el primer año, según cálculos del Consejo Latinoamericano de Iglesias? Que el Estado lo haga sería una infamia: ha cerrado 1.400 escuelas "por falta de presupuesto" y no puede pagar a 4.000 maestros necesarios para que algunas escuelitas de provincias tengan, al menos, dos.La Unión Nacional de Educadores, el Frente de Defensa del Laicismo, que agrupa a unas cincuenta organizaciones, los estudiantes que han puesto ya una víctima (pero todos ellos tampoco son "la gente"), han reafirmado la dignidad del país, que el Congreso y el Gobierno olvidaron, para conmemorar, defendiendo el laicismo, el centenario de la más importante Revolu-ción Liberal de América Latina -y la única, en nuestro país, después de la Independencia-, que impuso la separación de la Iglesia y el Estado, la igualdad entre hombres y mujeres, el divorcio y la educación laica gracias a la cual hemos gozado de cien años de paz, ésa de cuya ausencia han sufrido Irlanda y Bosnia, Irán y Argelia y otras víctimas de un fundamentalismo que los del pacto de "la regalada gana" y otros conservadores quisieran imponer aquí, incluso contra los anhelos de los católicos lúcidos conscientes de que, gracias a la tolerancia del laicismo, han podido seguir siéndolo y difundir su doctrina.Y de su actitud, que la gente aplaude, quedará en el país una memoria duradera. De esa Ley -condenada a desaparecer, tarde o temprano, en cuanto haya un Congreso y un gobierno consecuentes con la historia y con los tiempos- quedará una huella similar a la que dejan el ave en el aire, el pez en el agua o en la piedra la serpiente.NOTA: Las cartas de aclaración, rectificación, negación, protesta, indignación e insulto se reciben, ininterrumpidamente, de lunes a viernes, de 9 de la mañana a 6 de la tarde.