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DESPUÉS DE PASAR todo el día partiendo leña, mi esposo se dio un baño caliente y tomó un par de aspirinas, pero ni con eso se le calmó el dolor de los músculos. Esa noche, tras estar un rato revolviéndose en la cama, se levantó a buscar una bolsa de hielo. Segundos después lo oí hurgar en el congelador, donde siempre guardo bolsas de hielo en previsión de tales emergencias. Luego volvió a acostarse y finalmente se quedó dormido.
UNA MAÑANA, durante nuestro viaje de luna de miel, mi esposo y yo salimos a dar un paseo en coche. Mientras me maquillaba, advertí que él me miraba insistentemente por el rabillo del ojo. El hecho de que, al parecer, no pudiera quitarme la vista de encima hizo que me sintiera halagada... hasta que me dijo:
EL JUEZ preguntó a un grupo de candidatos a jurados si alguno creía haber sido tratado injustamente en alguna ocasión por un representante de la ley.
SOY BOMBERO en el sur de California. Una semana después de luchar contra los terribles incendios que azotaron la región de Malibú, mi equipo regresó al conjunto de casas que habíamos salvado para que sus dueños nos manifestaran su agradecimiento. De inmediato reconocí entre ellos a un famoso actor de cine. Di un paso al frente, le tendí la mano y le dije:
MIENTRAS IBA DE CAMINO al sitio donde me gusta pescar, reparé en un hombre que estaba acuclillado a la orilla de una pequeña laguna que se había formado al bajar la marea. Dispuesto siempre a aprender otras técnicas, me detuve a preguntarle qué pescaba.
MI HIJA MAYOR quería que su novio hablara conmigo sobre sus intenciones de casarse. Yo conocía al muchacho de oídas, y me agradaba, pero nunca nos habían presentado. Como soy algo anticuado y sigo creyendo en la necesidad de la bendición paterna para que la unión de la pareja sea feliz, esperé con impaciencia el momento de conocer al joven.
YO NO COBRÉ plena conciencia de cuan diferentemente vemos el mundo hombres y mujeres hasta cierto día en que asistí a un seminario sobre bienes raíces y noté que al instructor le faltaba un meñique. A la hora del almuerzo, le pregunté a una amiga:
HACE POCO, una amiga me estaba contando por qué ella y su marido habían decidido no marcharse de la casa en la que habían vivido durante 30 años para irse a un hogar de gente mayor.
IBA YO A OFRECER una cena en mi casa, y puse la mesa con una vajilla de porcelana china pintada a mano, que había heredado hacía poco. Llena de orgullo, le conté la historia de la loza a una de las primeras invitadas en llegar.
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