MADAGASCAR, FUEGO EN EL CORAZON
Publicado en
diciembre 06, 2009
Por Pete OxfordAclamada como el octavo continente, la isla roja de Madagascar sigue siendo tierra de intriga y misterio. Con ciertas similitudes a África, Asia y Sudamérica, la cuarta isla más grande del mundo flota solitaria en el Océano Indico.
Para la creciente población, la despensa está vaciándose rápidamente. Mientras el ecologista se encoge de horror, los arrozales se integran a los pocos remanentes de flora y fauna indígena.La isla alberga tribus de lémures y reptiles, el ayeaye, el gigante camaleón Parson -que mide dos pies-, la fossa y la salamanquesa de cola de hoja. Las aves impresionan a cualquiera: mesites, vangas, cauas y familias de aves que no se encuentran en otra parte.Con un setenta y cinco por ciento de su población menor de quince años, la isla se llena rápidamente y pese a que aún existen muchos animales maravillosos, posiblemente no sean suficientes para mantener a la creciente población.En los últimos dos mil años, desde la llegada del hombre a la isla, se han extinguido al menos catorce especies de lémur -todas más grandes que las que quedan ahora-. Hace poco, el mundo perdió el ave más grande que ha existido en la Tierra, justo en Madagascar: el ave elefante, el Aepyrnis maximus.La isla está siendo devastada. Desde el aire, pueden verse enormes trechos de suelo rojo laberíntico estéril y ríos que fluyen colorados desde la enorme carga de cieno de deslaves. Las lavakas (barrancos de erosión) se comen las laderas y la tierra desaparece en el mar.MONTAGNE D’AMBRE
Hay sitios de playa y buceo, y parajes para los audaces como Ankarana y las cuevas de caliza. La mayoría de visitantes se desplaza entre Montagne D'Ambre y Nosy Mangabe al norte, Berenty al sur y Perinet y Ranomafana en el centro, para obtener una visión del país, su gente, su fauna y su flora.
Al Parque Nacional Montagne D'Ambre se llega por la ciudad costanera musulmana de Diego Suárez, en la punta norte de la isla. El viaje nos lleva a través de una zona árida, donde es fácil encontrar camaleones. Son de los más grandes que existen, el Chamamaeleo oustaktá, con más de veinticuatro pulgadas de largo.Dentro del parque, un punto de importancia es la vista hacia la hermosa Cascada Grande. Desde allí se puede observar una manada de lémures extremadamente mansos. Las hembras, de color gris, y los machos, cafés, fijan su mirada en forma inquisitiva para averiguar quién les ha traído bananos.Pero darles bananos crea un doble problema: los lémures desarrollan el gusto por la fruta e invaden los cultivos de agricultura, de los que se les expulsa a balazos; y los cazadores inescrupulosos pueden tentarlos para capturarlos por su carne o para el comercio ilegal.En octubre y noviembre, las hembras lémures coronadas sacan a sus crías que cuelgan de sus barrigas durante los primeros meses de vida. Más tarde, se trasladan a la espalda de su madre y montan como pequeños jinetes mientras ellas brincan por entre los árboles. En algunos de los trayectos de los parques, están los lémures Sandord de color café y una multitud de aves endémicas, incluyendo el ibis de extraña cresta.ESCARPADOS SENDEROS
Nosy Mangabe es una isla de reserva ubicada en la bahía de Helodrano Antongila. Está cubierta de una frondosa capa de bosque tropical que se dirige hacia el mar. El acceso es posible en botes de pescadores, desde Maronsatera.
No aptos para desganados, los senderos del bosque tropical son empinados y estrechos. Sin embargo, la compensación es ver a los lémures de collar blanco y negro y otros de frente blanca.En la isla existen alrededor de treinta ayeayes y para verlos es necesario pernoctar en el sitio pues son animales nocturnos. Con orejas como de murciélago, una cola parecida a la del zorro, dientes de ardilla y dedos en forma de esqueleto, el ayeaye es uno de los mamíferos más extraños del mundo.Pero entre la fauna más inusual de la isla se encuentran las Uroplates fimbriatus, salamanquesas de cola de hoja.De hasta ocho pulgadas de largo, expertas en el disfraz, las salamanquesas son más comunes de lo que un novato creería.En Madagascar no hay culebras venenosas; más bien, hay que echar un vistazo más de cerca ya que si encuentra alguna, podría tratarse de un ejemplar de la hermosa y extremamente dócil boa Sanzínia madagascariensis.SIMBOLO TURISTICO
Al sur está Berenty. Esta reserva privada ha llegado a ser una insignia turística. A pesar de ser una isla ecológicamente menor, es la más famosa. Al pensar en Madagascar, lo primero que se viene a la mente son los lémures de cola anillada sentados en los hombros de los visitantes.
El parque cuenta con otras especies de lémur, una colonia de murciélagos frugívoros y especies endémicas de aves.A la sifaka Verreaux no se le puede tentar con bananas, ya que se nutre de hojas tiernas. Famosa por su baile, la sifaka tiene un paso flameante en su movimiento terrestre. De hecho, baila.Resulta difícil desviar la mirada de los lémures en los árboles, y también lo es seguir a las docenas de cauas gigantes que se esconden furtivamente en la maleza mientras atrapan arañas, lagartijas y camaleones.
Ya en la capital, Antananarivo (que significa "ciudad de los millares de personas"), o Tana, hay un crisol de culturas. En ella existe el mercado al aire libre más grande del mundo -el "zoma"-. Son acres de puestos cubiertos de parasoles y estrechos pasadizos rebosantes de vendedores que pregonan sus mercancías.En la zona rural, las onduladas colinas y valles se desdoblan en un mosaico de carretones de bueyes, arroceras, cebús y hornos de ladrillos. No importa cuan duro sea el trabajo o cuan pesada sea la carga, el malgache siempre tiene tiempo para una sonrisa.Aún cuando las arroceras resultan pintorescas a la luz del atardecer, las terrazas que cubren las laderas representan un triste cuadro para la vida silvestre. Proliferan los hornos de ladrillos pues por un lado, se necesitan cada vez más ladrillos para construir vivienda para una población en dramático crecimiento. Y por otro, la razón por la cual se necesitan ladrillos es que ya no quedan árboles debido a que toda la madera disponible irónicamente se usa para alimentar los hornos de ladrillos.ENTRE CODORNICES Y “POUSSE-POUSSE”
En el camino al sur del Parque Nacional Ranomafana, una probable parada para almorzar será en Antisirabe, en donde hay excelente comida, desde codorniz hasta el deleite del langostino de río de un color rojo brillante. Vale la pena pasar la noche en la ciudad de Ambatolompy, ya que de todas maneras será lo más lejos que uno llegue por carro en un día. Luego de alojarse en el Hotel des Thermes, habrá tiempo para explorar la ciudad.
Ya sea si solamente queremos descubrir los tesoros del colorido mercado o comprar algunas piedras semipreciosas, el mejor medio de transporte siempre será el "pousse-pousse". Este carruaje de dos ruedas tirado por un hombre abunda en Ambatolompy.Además de dar una increíble característica distintiva a la ciudad, el "pousse-pousse" también es extremamente conveniente ya que el conductor, por una modesta suma, espera mientras su pasajero realiza sus compras.UN CAMUFLADO PERFECTO
Al llegar a Ranomafana, una reserva de bosque tropical y pernoctar en carpa, se podrán ver especies nocturnas como el lémur ratón, el civeto y, posiblemente, el más grande carnívoro de Madagascar: la peculiar fossa Cryptoprocta ferox, similar a un gato.
En lugar de enfrentar una larga excursión nocturna camino abajo, hacia un hotel que seguramente estará por debajo de las normas estándar, nos espera un acogedor saco de dormir sólo a pocos metros.La otra gran ventaja de acampar es que uno ya se encuentra allí, sin necesidad de la excursión, listo para explorar el bosque en busca de madrugadores, como el hermoso pichón volteador parecido a la pitta o incluso unas pocas nuevas especies de lémur, incluyendo el lémur de panza roja, Milne-Edwards sifika, el lémur sportive y aún el recientemente descubierto lémur bambú dorado.
A pesar de que resulta difícil, la experiencia en Ranomafana es gratificante. Una excelente oportunidad para sacar macrotomas de herpetofauna, como las ranas y camaleones es la finca de monsieur Peyrieras, "La Madraka", en donde hay jaulas walkin para ver todo lo que se arrastra y gatea en Madagascar. Un verdadero refugio para los entusiastas.Es una pena, sin embargo, que monsieur Peyrieras haga creer que todos los animales se engendran en cautiverio, pues casi todos han sido atrapados en estado salvaje. De hecho, la operación parece ser una fachada para "legalizar" el tráfico ilícito de la vida silvestre de Madagascar.La finca incluye un criadero de mariposas, pero algunos de los ejemplares más espectaculares, como la enorme mariposa nocturna cometa "Argema mittrei", son atrapadas en capullo y dicen que son criadas en una caja de exhibición antes de que sus alas se estropeen. Por supuesto, existen muchos visitantes accidentales que pagan pequeñas fortunas por estos extraños animales, como la salamanquesa de cola de hoja, camaleones de dos pies de largo o mariposas muertas, añadiendo así leña al fuego.PARA AVENTUREROS
La parada final en Madagascar es la reserva Parinet, donde habita un lémur de impresionante pelaje negro y blanco, enormes orejas, penetrantes ojos verdes y una cola recortada. Es el más grande que existe: el indri. Se lanza veinte pies, de tronco a tronco, sin esfuerzo alguno y en forma horizontal, pero lo más espectacular que tiene es su grito.
El sonido de una familia de indris tiene más armonía que un coro africano y al visitante le vendrán deseos de romper en lágrimas o en risas. Es una de las experiencias más impactantes en ambientes silvestres.Con todo lo triste que resulta decirlo, Madagascar es una isla que, para poder apreciarla en su mejor momento, debe ser vista ahora, antes de que sufra más pérdidas por las atrocidades que se cometen en este territorio.Hoy por hoy, resulta un ambiente único, que no puede compararse a ningún otro en el planeta; Madagascar es un destino que vale la pena aunque difícil por las dificultades logísticas. Para viajar a Madagascar, hay que tener mucho tiempo disponible, gran sentido de aventura y, especialmente, flexibilidad.