Publicado en
diciembre 06, 2009
Por Silvana LarreaGamines o desechables en Colombia, pirañas en el Perú, niños de la calle en todas partes. Es el conflicto de la niñez a las puertas del próximo milenio en que se la ve como un ingrediente molestoso para la sociedad.
Según datos oficiales de ocho países de Latinoamérica hay treinta millones de niños trabajadores en el sector formal, pero el número de niños informales o en condición de total abandono por las calles de las grandes ciudades es incalculable. Son vagabundos que por ahora no tienen presente ni futuro y muchas veces son víctimas de escuadrones de la muerte que, como en Brasil, los matan para "deshacerse" del problema.Esa niñez ha sido objeto de declaraciones y reuniones, pero las leyes y las intenciones no destierran la violencia, la pobreza extrema ni la explotación.FUNDACION DE UN VERBO
El verbo "callejizar" no consta en los manuales de gramática ni en los diccionaríos, pero es una realidad que se conjuga en los niños que trabajan y viven en las calles.
Habla de procesos de "envejecimiento prematuro", de asumir responsabilidades que no corresponden a la edad, de violencia, promiscuidad, delincuencia y de peligros a los que no deberían estar expuestos los menores.Y son esos males los que distintos programas de ayuda tratan de evitar en la medida de las posibilidades, siempre escasas.Establecer un tipo de educación impartida desde la misma calle, en su quehacer diario en forma personal y comunitaria, a partir de su realidad, de su vida, de su trabajo, de sus expectativas, propone la Sociedad Salesiana a través de Acción Guambras.Las Hermanas del Buen Pastor, con distintos proyectos en el país, piensan que la solución de la problemática de los niños y niñas trabajadores en la calle tiene relación directa con el mejoramiento de la economía familiar y que la educación que se imparta sea integral: para los niños y sus familias.SUS PROFESIONES
La encuesta "Panitas trabajadores de la calle" es el nombre de una investigación realizada por los salesianos en la que se trata de establecer realidades estadísticas de los niños trabajadores de la calle.
La encuesta se realizó en Quito, en 1994, sobre una muestra de 4.946 niños. A partir de ella se establecieron las actividades que ocupan a los niños trabajadores informales.El 32% son vendedores del mercado; 15%, vendedores de alimentos, 12% son lustrabotas; 11%, vendedores de artículos variados; y hay quienes son cantantes, cuidadores de autos, cargadores, desgranadores, voceadores y loteros.El 58% de los niños trabaja en un puesto fijo y la mayoría (25%) tiene una jornada diaria de nueve a diez horas de lunes a domingo.¿El tiempo para jugar? Al terminar el día están muy cansados; la contaminación, las pésimas condiciones en que se desenvuelven en la calle y la escasa alimentación que reciben en el día hacen que sus juegos sean violentos. ¿Y juguetes? Con su imaginación vencen el empujón que la sociedad les da para envejecer y de un papel hacen un avión; de una cascara, un reluciente balón y de una chalina envuelta, una preciosa muñeca que habla y camina.¿EN o DE?
Los sociólogos han dividido a estos niños en niños de la calle, que son los que viven en la calle, y niños en la calle que son los que van a la calle a desarrollar alguna tarea lucrativa y que tienen nexos con su familia.
Quienes han desarrollado programas de ayuda a los niños lo han hecho en la conciencia de que el proceso de erradicación de la pobreza extrema debe empezar por la infancia y con el ingrediente de que sólo la participación de distintos estamentos de la sociedad hace posible esta tarea.La campaña Quito sin niños de la calle parece haber cumplido su meta: se cerró un albergue por falta de niños que acudan a él y según los datos recogidos por los salesianos -quienes llevaron adelante el proyecto- se alcanzó el objetivo en un noventa por ciento.En esta campaña participaron el municipio, la iglesia, la policía, la empresa privada y los medios de comunicación.Las premisas para sacar adelante el trabajo fueron que la calle no es un espacio para que el niño viva en ella y que la problemática se resuelve con prevención y no con represión, para lo cual se creó S.O.S. Guambritos por el cual educadores salesianos continúan saliendo las noches a recoger niños de las calles. Si tienen familia, los devuelven. De lo contrario los llevan a un albergue.AYUDAME A SONREIR
Es el lema del Centro de la Niña Trabajadora (CENIT) de las hermanas del Buen Pastor en el mercado de El Camal. En él se acoge a las niñas sin familia como un lugar de transición para un orfanato y se da apoyo pedagógico a las niñas trabajadoras que sí tienen una familia. Está destinado a tratar problemas de género pues las niñas son doblemente marginadas y evitar la discriminación.
Como un ejemplo de autogestión, en el CENIT se han formado talleres para hacer escobas, bordados y chocolates. De acuerdo al trabajo que hacen, las niñas reciben un pago y con ello no dejan de contribuir en sus casas pero sin el riesgo de estar en la calle.Son las hermanas del Buen Pastor quienes lideran la campaña Quito sin niños y niñas trabajadoras de la calle, que se lanza en este mes con motivo del mes del niño y se ve como segunda etapa del programa manejado por los salesianos. La campaña -respaldada por el municipio de Quito, el ministerio de Trabajo y Su cambio por el cambio- tiene como plazo dos años y trata de hacer entender que es responsabilidad de la comunidad la situación de la niñez trabajadora.La propuesta es conducir al menor en tres etapas: darle un servicio de rescate en que se lo saque de la calle; desarrollar centros de apoyo piloto como el CENIT, y dar la posibilidad de formación de microempresas familiares con créditos blandos que den a la familia la posibilidad de supervivencia sin tener que estar en la calle. Además se intentará crear una cooperativa de ahorro y crédito para el niño y su familia.UNA ALTERNATIVA
Proyectar estas iniciativas a nivel de país es la intención de estos programas que a más de la buena voluntad -de la que están repletos- y de reunir espíritus altruistas y generosos, requieren recursos económicos.
Y más allá aún, su importancia reside en haber superado el "síndrome del asistido" que impide a la sociedad civil realizar sus iniciativas en espera de que venga un organismo internacional o del gobierno a solucionar sus problemas. Dar la posibilidad de sonreír a los niños, permitirles crecer y vivir felices y así fomentar el cumplimiento y conciencia de sus derechos, es el mejor homenaje que se puede hacer a la niñez ecuatoriana en su mes.