LAS ANTIGUAS TEORIAS SOBRE EL EMBARAZO
Publicado en
diciembre 27, 2009
La posibilidad o no de ser madre ha causado inquietud desde tiempos muy remotos
Por Clasina KraanLas teorías elaboradas por los médicos de la antigüedad no sólo interesan por lo insólitas y pintorescas. Muchas de ellas son precursoras de los actuales tests de embarazo, así como de ciertos métodos de diagnóstico y tratamiento que se utilizan en obstetricia.
La preocupación por controlar los nacimientos o por favorecer la fertilidad data de las épocas más remotas. En el Antiguo Testamento se cuenta que Onán practicaba el coito interruptus. Más precavidas que sus compañeros de alcoba, las mujeres trataban de evitar la procreación mediante diversos métodos químicos o mecánicos. Así, el precursor del diafragma femenino reconoce su origen entre las mujeres djukas de América del Sur. Para impedir la gestación, era frecuente que, antes del coito, introdujeran en sus vaginas la corteza de media naranja.Por su parte, como consta en el papiro de Ebers, las egipcias se introducían en la vagina unas cuantas hojas de acacia. Hoy se sabe que esta planta produce ácido láctico, un ingrediente habitual en las modernas duchas vaginales.DIAGNOSTICO DE LA ESTERILIDAD
La asociación entre la falta del período menstrual y la esterilidad era conocida en el mundo árabe desde hace muchos siglos. Según los médicos musulmanes, la gordura excesiva favorecía la esterilidad porque la grasa obstruye las vías genitales y dificulta el flujo sanguíneo. También Hipócrates, el Padre de la Medicina, sostenía que cuando engorda excesivamente la mujer no es capaz de tener hijos. Si a pesar de la obesidad queda encinta, aconsejaba hacerle una sangría dos veces al año.
Ciertos métodos destinados para determinar si la mujer es fértil o estéril nos recuerdan a la histerosalpingografía, una técnica que hoy se utiliza para verificar la permeabilidad de las trompas. Cabe recordar que la obstrucción de este órgano es una de las causas más frecuentes de esterilidad femenina.Para saber si era capaz o no de concebir, se sentaba a la mujer en un sillón con asiento perforado. Luego se fumigaba debajo del mismo con incienso y otras sustancias. Si percibía el olor del saumerio -éste debía salirse por la boca y la nariz-, significaba que los conductos del útero eran permeables y que podría tener hijos.Utilizado para combatir las convulsiones histéricas y para favorecer los embarazos, el pesario de lana era una especie de esponja que se colocaba en la vagina después de embeberlo en una mezcla de medicamentos. Los más comunes eran el aceite de lirio, el azafrán, el espliego y la almáciga.Otras plantas medicinales que se utilizaban para hacer fluir la menstruación eran el comino, el anís y el poleo, que se machacaban y amasaban con arrope de uvas o de miel. Cabe señalar que los modernos dispositivos intrauterinos también se utilizan para introducir en la matriz hormonas o sustancias medicamentosas.PARA FAVORECER LOS EMBARAZOS
En la India se creía que si durante siete noches la mujer tomaba un brebaje preparado con grasa de cabra, pescado y búfalo, todo ello mezclado con leche, la mujer quedaría encinta. Cómo es lógico, después de ingerir el preparado, era de rigor mantener relaciones sexuales. Las fumigaciones también servían para tratar la esterilidad. La técnica consistía en sentar a la mujer a horcajadas sobre unas piedras calientes, sobre las que se colocaba la solución medicamentosa, cuyos vapores debían penetrar por la vagina.
Entre los egipcios, la mujer estéril elevaba rezos y ofrendas a los dioses de la fertilidad, y solía intentar la concepción por medio de un contacto sexual simbólico con un toro.Si bien la cultura del Nilo relacionaba el semen con el proceso de fecundación, los médicos creían que el embarazo podía también producirse por medio de las relaciones orales y anales.Para diagnosticar el embarazo, hace ciento cincuenta años se utilizaba una prueba de orina que consistía en dejarla reposar en un plato durante unas horas, hasta que apareciera una película translúcida e iridiscente. Al cabo de cinco días, ésta debía hundirse en el fondo del recipiente. Era la señal de que la mujer estaba embarazada.El test de embarazo que utiliza la saliva en lugar de la orina también tiene sus precursores. Antaño se creía que la saliva de la mujer embarazada tenía el poder de hacer vomitar a una cabra.¿DE QUIEN ES LA CULPA?
Resulta sorprendente que, en tiempos tan lejanos, la sospecha de esterilidad también recayera a veces sobre el marido. Para saber con seguridad si la imposibilidad de concebir era de origen femenino o masculino, cuando se ponía el sol se regaban sendas plantas de lechuga con la orina de ambos miembros de la pareja. La planta que a la mañana siguiente aparecía marchita era la que había sido regada con la orina de la persona estéril.
Por otro lado, hasta el advenimiento de la ecografía, diversos elementos servían para predecir el sexo del futuro bebé. Todavía hoy, en muchas aldeas la forma del abdomen orienta a las "expertas" para determinar el sexo de la criatura; si es puntiagudo, será un niño; si es redondeado, una mujercita.Para diagnosticar el embarazo, la mujer debía orinar sobre una mezcla de granos de trigo y cebada que se combinaban con dátiles y arena. La germinación de algunos de los granos era una señal inequívoca de que la mujer estaba embarazada. Si sólo crecía el trigo, la criatura sería varón. Por el contrario, si germinaba la cebada, la futura madre daría a luz una niña. Es posible que este rito pintoresco sea el precursor del sistema hormonal que hoy utilizamos para diagnosticar el embarazo.En la India se creía que si durante siete noches la mujer tomaba un brebaje preparado con grasa de cabra, pescado y búfalo, todo ello mezclado con leche, la mujer quedaría encinta.