HOMBRES NARICES, DE LOS PERFUMES A LA CONTAMINACION
Publicado en
diciembre 27, 2009
Son catadores pero no se dedican a la enología. Meten sus narices por todas partes como detectives y husmean como sabuesos, pero no persiguen a los delincuentes, sino a los olores, humos y sustancias contaminantes, que los medios técnicos más avanzados no consiguen detectar. Son los "olfateadores de contaminación", los también denominados "perfumistas del vertedero". En los países anglosajones reciben el apodo de "narizotas".
Después de agotar todos los recursos de métodos de análisis químico para determinar la causa del olor nauseabundo que se registra desde hace años en Montcada y Rexach, cerca del río Besos, los técnicos de Medio Ambiente de la Generalitat de Cataluña (España), han recurrido a la ayuda de un equipo de olfateadores especializados, algo así como perfumistas, pero al revés.
Para determinar si los aromas putrefactos que azotan la región proceden del propio río, de alguna industria vecina o de otra fuente, y averiguar cuál es la sustancia contaminante, se ha solicitado la ayuda de una empresa especializada que utiliza los servicios de una decena de "perfumistas".Los expertos esperan que la distribución de los "catadores de contaminación" en distintas áreas geográficas y la combinación de la información que proporcionen con un modelo matemático por ordenador, permitirá determinar y corregir el problema que se presenta cada verano en la región, recorrida por unos de los caudales fluviales más contaminados del mundo.Estos olfateadores no sólo deben tener un buen olfato natural y entrenarse rigurosamente para detectar una gran variedad de olores, sino también tener un estómago resistente (las esencias que persiguen no son precisamente agradables) y permanecer siempre listos para desplazarse a cualquier zona y detectar la fuente de cualquier episodio nauseabundo.GEOGRAFIA DE LA PESTILENCIA
El "mapa de olores" del río Besos no es un proyecto nuevo, ya que se efectúan experiencias similares en Australia, Finlandia, Francia, Estados Unidos, Holanda y otros países.
Uno de los olores ambientales más desagradables es el que genera la agricultura intensiva, sobre todo el procedente del estiércol líquido o sólido que se almacena o se esparce por la tierra como fertilizante, así como el que emana de las pocilgas y las distintas construcciones para el ganado.Científicos del Instituto de Investigación de Silsoe, en Gran Bretaña, desarrollan un programa de reducción científica de los malos olores, que incluye el análisis de los gases de excrementos animales y la recolección de fragancias de materias y desechos de la agricultura y la ganadería. Estos se guardan en recipientes de acero inoxidable y teflón, que los mantienen inalterados.En este laboratorio británico funciona un olfatómetro de gran sensibilidad: un dispositivo que permite diluir cada muestra olorífera con un volumen conocido de aire inodoro, para que la cate un grupo de personas con su sentido olfatorio entrenado y así determinar su intensidad y concentración, y la facilidad para eliminar un olor de una fuente concreta.En todo el proceso participan oledores ya que no existe una alternativa adecuada a la sensibilidad del olfato humano como sensor de fragancias, si bien distintos grupos de científicos intentan desarrollar un dispositivo artificial equivalente.La empresa británica Neotronics ha creado una "nariz electrónica" equipada con una docena de sensores, capaz de identificar el aroma del café, detectar el olor rancio en una bolsa de patatas o distinguir el vino blanco del champán.Sin embargo se trata de un artilugio rudimentario, en comparación con los millones de células olfatorias que tiene una persona y las más de treinta mil moléculas olorosas existentes.NARICES COMUNITARIAS
La nariz es el mejor instrumento para predecir cómo reacciona la gente a la contaminación interior de las oficinas, derivada de la escasa ventilación, la filtración inadecuada del aire y la falta de higiene, causa el denominado "síndrome del edificio enfermo"
Un reciente proyecto efectuado con financiación de la Comunidad Europea consiste en que un grupo de personas entrenadas olfatean las moquetas, paredes y conductos de ventilación de las oficinas de nueve países de ese continente para medir la intensidad de los olores y la calidad del aire.El "síndrome del edificio enfermo" conlleva un exceso de irritaciones de las membranas nasales y la piel, dolores de cabeza, fatiga y dificultad de concentración relacionados con el trabajo y afecta a entre 15 y 20% de los edificios de Europa occidental, Estados Unidos y Canadá.Los "oledores comunitarios" olfatearán durante los próximos años seis oficinas de cada país (Reino Unido, Dinamarca, Francia, Grecia, Suiza, Finlandia, Bélgica, Noruega y Holanda) y con los datos recopilados editarán un manual sobre cómo investigar las fuentes de aire contaminado.El equipo lo integrarán sólo personas de entre 18 y 30 años, porque por encima de esa edad merma la máxima capacidad olfativa del ser humano, según los expertos.Sus inhalaciones se expresarán en dos medidas: los "olfs" (la contaminación que produce una persona en unas condiciones de trabajo normales) y los "decipols" (el aire contaminado causado por una persona sentada en una habitación ventilada por diez litros de aire limpio por segundo).CONTAMINANTES INTERIORES
Se conocen decenas de elementos que contaminan el interior de los edificios, desde fibras de yeso o polvos de moquetas hasta barnices, maderas de muebles, papeles y ordenadores, agentes químicos y microbios. Su efecto es importante ya que la gran mayoría de los habitantes de las poblaciones urbanas pasa la mayor parte de su tiempo en ambientes cerrados.
Los olfateadofes de contaminación han sido definidos como "aromistas del vertedero" o "perfumistas al revés". Los verdaderos perfumistas o "narices", encargados de crear las esencias, colonias y perfumes que usamos a diario, son capaces de memorizar cientos e incluso miles de notas olfativas. Los "catadores del ambiente" se están entrenando para emularlos.