EL EXODO ANIMAL MAS ESPECTACULAR
Publicado en
diciembre 25, 2009
©1998 POR LOUISE GUBB. CONDENSADO DE SAWUBONA MAGAZINE (JUNIO DE 1998), DE JOHANNESBURGO, SUDÁFRICA, CON TEXTOS ADICIONALES DE PAT BRENNAN.Año tras año, la fuerza del instinto obliga a más de 2 millones de criaturas salvajes a emprender una larga y peligrosa travesía en busca de alimeFnto.
Por Louise GubbLA ENCLENQUE CRÍA de cebra titubeó nerviosa al meter las patas en las turbulentas aguas. Alrededor todo era confusión, polvo y una cacofonía de bramidos de cientos de animales ansiosos por atravesar el henchido río.
Impulsándose en medio de la corriente, la pequeña cebra, de dos semanas de nacida, luchaba con desesperación por mantener la cabeza fuera del agua y pegada a la grupa de su madre. A la mitad del río las patas empezaron a flaquearle y, conforme se agrandaba la distancia que la separaba de su madre, perdió el rumbo y pareció querer dar marcha atrás. Pero se lo impidió la fuerza de la corriente. Indefensa, fue arrastrada río abajo... directamente al hocico abierto de un cocodrilo gi-gante del Nilo.Más tarde, una cría de ñu que había logrado ganar la orilla, pero cuya manada había quedado atrapada en el caos, se lanzó de nuevo al río para reunirse con su madre. La corriente la arrastró también hacia donde acechaban los cocodrilos. Al acercarse a la ribera opuesta, uno de los reptiles se abalanzó hacia ella, pero la cría encontró un apoyo firme y de un salto se alejó del peligro. Los visitantes que observaban desde la orilla aplaudieron emocionados.Estos dramas de vida o muerte, como muchos otros, se escenificaron en las márgenes del río Mará, en la Reserva Nacional Masai Mará de Kenia, a fines de agosto de 1997, durante la mayor migración de mamíferos salvajes del mundo. Cada año, de mayo a diciembre, 1,5 millones de ñúes, junto con 200.000 cebras, 20.000 antílopes y más de medio millón de gacelas, recorren miles de kilómetros en busca de agua y follaje, en un periplo que atraviesa el ecosistema Serengeti-Mara.La migración empieza en la Zona de Conservación Ngoron-goro de Tanzania, en dirección al norte. Durante la temporada de lluvias, el suelo volcánico de la región proporciona pastos abundantes. Los ñúes hembra paren allí a sus crías, pero cuando los pastos ya no bastan para alimentar a las manadas, los animales enfilan hacia el Parque Nacional Serengeti, al noroeste, donde permanecen de mayo a julio. Siguiendo las lluvias y los pastizales, avanzan luego hacia el norte hasta la Reserva Masai Mará, adonde empiezan a llegar desde principios de julio. Para agosto, las llanuras del Mará hierven de ñúes y cebras.Los animales tienen que caminar más de 3000 kilómetros y atravesar una frontera internacional y varios ríos poblados de cocodrilos. Allí permanecen hasta octubre o noviembre, cuando comienzan a dirigirse de nuevo hacia el sur.Como el ritmo de la migración depende de las lluvias y África a menudo es asolada por la sequía, el éxodo de animales varía mucho año tras año. La gente se considera afortunada cuando presencia un espectáculo como el cruce del río Mará que observamos en 1997. "Cada año es diferente", dice Peter Blackwell, fotógrafo, pintor y guía keniano especializado en fauna silvestre que ha presenciado y filmado la migración durante siete años.DURANTE SIGLOS, los masáis, tribu nómada que vive de la cría de ganado, ha coexistido en armonía con los ñúes que cada año atraviesan el Mará. "El cruce del río representa un momento de enorme tristeza para nosotros", dice Pius Ole Koyianto, un afable patriarca que explica a los visitantes las costumbres de su gente. "Algunos ñúes se rompen las patas al saltar ansiosos al agua, sobre rocas o sobre otros animales; muchos son devorados por cocodrilos, y algunos más terminan ahogándose en la impetuosa corriente. ¡Pobre ñu, condenado a una muerte tan penosa, como la de un moscardón en una taza de té caliente!"
En el pasado, los masáis ¡llevaban a sus animales a terrenos altos cuando comenzaba la migración, y más tarde quemaban los pastos para acabar con las enfermedades. A pesar de esto, a fines del siglo XIX y principios del XX su ganado y los ñúes casi fueron exterminados por la peste bovina, enfermedad viral que ataca a las reses y otros rumiantes. Más del 90 por ciento de los animales murieron, y la hambruna que se desató fue devastadora para los masáis.Aunque las manadas de ñúes ya se habían recuperado en los años 50, últimamente la población ha vuelto a disminuir. "Cada vez hay menos ñúes en el Serengeti-Mara", afirma el doctor Richard Leakey, famoso paleontólogo, ecologista y director de los Servicios de Vida Silvestre de Kenia. "Hasta la fecha nadie sabe a ciencia cierta la causa".La coexistencia de los masáis con el ñu ha dejado de ser fácil. "Vivimos encerrados entre campos de cultivo y no tenemos otro lugar adonde ir", dice Koyianto. Los masáis consideran perfecta la naturaleza que Enkai (Dios) creó y, por eso, la alteran lo menos posible. "No cazamos para comer", añade, "excepto en periodos de hambruna. A la Reserva Masai Mará se le llama la Joya de Kenia, y es por los esfuerzos que hacemos por conservar la naturaleza tal como es. Creemos que hay que buscar otras formas de beneficiarnos de los animales salvajes, y una de ellas es el ecoturismo".De hecho, ya se han instalado campamentos de ecoturismo donde los aldeanos colaboran para que los turistas conozcan las costumbres y forma de vida de los masáis, así como la fauna de la reserva. El trato directo con los visitantes les reporta beneficios económicos. Las mujeres, por ejemplo, venden prendas, adornos de cuentas y otras artesanías, además de hacer las veces de guías. Un porcentaje de las ganancias se destina, entre otras cosas, a construir escuelas. La migración anual es el espectáculo de animales salvajes más fotografiado del mundo, y la fuente de divisas que tanto necesita la economía de Kenia.PARA MUCHOS, lo más fascinante de la migración es la forma de avanzar de las manadas, casi como si fueran tropas. Obedeciendo un instinto que al parecer es común, ñúes y cebras forman filas y recorren las llanuras siguiéndose de cerca. De pronto se detienen, se juntan y, entre un coro de resoplidos y bramidos, parecen "conferenciar". Han perdido el rumbo momentáneamente y se dispersan para pastar. Más tarde, también de improviso, un animal reanuda la marcha y los demás lo siguen obedientemente, como legiones romanas.
Anup Shah, distinguido fotógrafo keniano, teme por el futuro de la rica herencia natural de su país. Durante un decenio ha observado la migración, y cómo la creciente población de Kenia, que aumentó de 8 a 30 millones en sólo 20 años, les ha quitado espacio para vivir a los animales salvajes. "A la gente que vive en el Serengeti le preocupa cada vez más la caza furtiva", señala Shah. "Hay que tomar medidas para asegurar que la migración continúe. En la Reserva Masai Mará no había más que unas cuantas aldeas masáis. Ahora hay muchas".La migración anual de animales salvajes es el símbolo más poderoso de la gran fecundidad y belleza del África virgen. Hay que seguir buscando soluciones para garantizar la coexistencia armoniosa del hombre y la fauna en la Reserva Masai Mará. No debemos permitir que se seque ese caudaloso río de vida.En tropel - miles de cebras y ñúes tratan de cruzar el río Mara, en la Reserva Nacional Masai Mara de Kenia.