DEQUEISMO Y ANTIDEQUEISMO
Publicado en
diciembre 27, 2009
Imagen agregadaPor el esfuerzo antidequeísta nos quedó otra deformación, quizás peor, pues son errores que se cometen… ¡a nombre del buen decir!
Por Alfonso MonsalveLa época dorada del fútbol, cuando al norte de Sudamérica llegó la primera invasión de jugadores argentinos, nos dejó el dequeísmo. Los futbolistas del sur en sus declaraciones decían siempre: "opino de que el partido, ejte, salió bieen", "pienso de que en el próximo, ejte, nos irá mejoor"...
El prestigio de aquellos muchachos entre la afición más Inculta, añadido a! Poder del medio, extendieron tan rápidamente ese horrible modo de expresarse, que los guardianes del idioma se dedicaron a pontificar contra la degeneración del castellano, de la educación y de la cultura. No les faltaba razón. Pero de su esfuerzo antidequeísta nos quedó otra deformación, quizás peor, porque se trata de un cúmulo de errores que se cometen... ¡a nombre del buen decir!Los neopuristas suprimen ahora cuanto "de que" aparece en la escritura, y así podemos leer en cualquier texto: "llegó antes que abrieran la oficina", "estoy seguro que va a llover", tenía el convencimiento que estaba enfermo" y otros horrores.De tanto antidequeísmo de los académicos, la gente ya no sabe cuándo debe usar el "de" antes de "que". El resultado es espantoso: en el lenguaje escrito se suprime implacablemente todo "de que", sin tener en cuenta si corresponde o no hacerlo. Pero la mala costumbre se quedó en la expresión oral. Ya no sólo futbolistas gauchos, sino personas de quienes cabe suponer una cultura promedio, como políticos (!), locutores deportivos (!!) y hasta "intelectuales", declaran: "yo pienso de que el Congreso debe pronunciarse", o "considero de que el aficionado tiene la razón"...Nos quedamos con el pecado de la incorrección en el habla y sin el género de un mejor manejo del idioma en los escritos.Vivimos tiempos de terrible confusión ideológica y por lo tanto, idiomática: se pretende desconocer la relación entre ideas y palabras, entre pensamiento y lenguaje. De otra parte, la revolución lingüística de nuestro siglo, bienhechora en muchos aspectos, es apenas entendida o por muchos profesores. Resultado: en vez de ayudar a sus alumnos a conocer mejor el idioma, los enredan y confunden, y el castellano se vuelve cada día más romo como herramienta de cultura.Algunas normas gramaticales no son fáciles de comprender. Una de éstas es la del régimen de ciertos verbos. No es éste el sitio de dictar esa cátedra, ni la solución puede darse en artículos de prensa o de revistas. El remedio de fondo es elevar la cultura lingüística que significa un profundo esfuerzo y una renovación en las aulas. Por lo pronto, valga un consejo: cuando tenga dudas, convierta la frase respectiva en pregunta. Cuando aparezca la vacilación: El abogado está seguro... ¿seguro que o seguro de que?, haga la pregunta: ¿De qué está seguro el abogado? Pues no puede ser: ¿Qué está seguro el abogado? Entonces, la forma correcta será: El abogado está seguro de que va a ganar el pleito.También sirve este otro recurso: se está seguro de algo, no se está seguro algo. Utilice este "algo" como prueba, le ayudará: ¿dudo algo o dudo de algo?Pero hay otra fórmula: si escucha a un futbolista argentino decir "de que", puede estar seguro de que está mal; y si oye que suprime el "de", es porque debe ir... ¡no falla!