Publicado en
noviembre 06, 2009
Christian Millau
AL PREGUNTÁRSELE al gastrónomo francés Christian Millau si podía nombrar el mejor restaurante del mundo, respondió:
—Sí. Estuve allí el 25 de agosto de 1944. Tenía entonces 15 años y los aliados acababan de liberar a París. Iba montado sobre un tanque Sherman. A eso del mediodía nos detuvimos en una zona verde de la Avenida Foch, muy cerca del Arco de Triunfo. Los soldados me invitaron a tomar el almuerzo con ellos. Me dieron una caja de la ración reglamentaria en el Ejército norteamericano y una taza de Nescafé. Después de cuatro años de comer nabos, me sentía en un fabuloso mundo nuevo, el máximo del refinamiento y la opulencia. El mejor restaurante del mundo fue para mí, en ese momento, un anónimo tanque de guerra cubierto de fango.
—H.G.
BROOKS ROBINSON, tercera base del equipo de béisbol de los Orioles de Baltimore, quien hace poco firmó contrato por su vigesimosegundo año con el mismo equipo, reflexiona así: "Cuando tenía 30 años me molestaba si alguien escribía de mí qué estaba envejeciendo. A los 34 o 35 ya no me importaba lo que dijeran de mi edad. Y ahora, cuando la mencionan, me sirve de incentivo para seguir jugando".
Robinson cumplió 39 años en mayo de 1976.
—A.H.
AUNQUE EL SABIO Luis Pasteur contribuyó a salvar de sus dificultades a la industria francesa de la cerveza, nunca aprendió a gustar de tal bebida.
Con un colega, Pasteur había estado practicando algunos experimentos bacteriológicos para tratar de resolver los problemas de la cerveza, después de lo cual debían probar el líquido para ver si había mejorado. Un día, terminado el trabajo, sacaron dos vasos de la barrica, como de costumbre. El colega apuró el trago, se relamió con deleite y declaró:
—Hemos terminado nuestra tarea, Luis. Esta cerveza es perfecta.
Pasteur tomó un sorbo e hizo una mueca. Luego, colocando una gota en un vidrio, la puso bajo el microscopio. La examinó durante un momento y dijo al cabo, poniendo todavía mala cara:
—Sí: está perfecta.
—E.E.E.