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noviembre 28, 2009

MIENTRAS daba los toques finales a una escultura de Albert Einstein con motivo del centenario de su nacimiento, Robert Berks recordó que el 18 y 19 de abril de 1953 estuvo el anciano científico en su estudio, en Princeton (Nueva Jersey), garrapateando en un cuaderno en tanto que él, joven aún, intentaba pasar su imagen a la arcilla.
"Le pregunté por qué me permitía robarle su tiempo", cuenta, "y contestó que hacía mucho había comprendido que el mundo necesitaba de héroes, y que era preferible tener uno inofensivo, como él, y no un Hitler o un Mussolini".Cuando Berks hubo terminado, Einstein miró la obra y comentó: "Si volviera a vivir, sería escultor"."Las mismas palabras que dijo a su plomero", terció la esposa del escultor.— I.M.CUANDO el senador norteamericano Russell Long se unió al club de debates hace años, fue a pedir un consejo a su tío, el vicegobernador Earl Long.
—¿Cuál es el tema? —preguntó el tío.—Si en la política se debe echar mano de los ideales.—Desde luego, muchacho —observó el viejo zorro—. Y no sólo de los ideales, sino de cualquier cosa que te sirva.—J.G.A.EN UN programa de televisión, Jack Ford, hijo del ex presidente norteamericano Gerald Ford, recordó la visita de la reina Isabel de Inglaterra a la Casa Blanca. Me sentía nervioso y con ansias de conocerla. En medio de las prisas por ponerme la ropa de etiqueta, no encontré los botones de mi camisa; así que entré precipitadamente al cuarto de mi padre a buscar unos.
"Sin haberlos encontrado, corrí por el pasillo y presioné el botón del elevador, pues quería regresar a mi cuarto. Cuando se abrió la puerta me topé con la Reina, el príncipe Felipe y mis padres. En el momento en que mi madre iba a presentarme, la Reina hizo este pequeño comentario: ¡Tengo uno exactamente igual a él!"— M.T.DE LOS días en que fue ministro de Agricultura, Moshe Dayan, ministro de Relaciones Exteriores de Israel, recuerda con afecto una conversación con un viejo pastor beduino quien le dijo que todos los males venían del cielo, y los bienes, del gobierno.
Dayan pidió una prueba. "Mire, señor", explicó el pastor. "Dios nos manda las enfermedades y el gobierno los médicos, ¿no?; las guerras se fraguan en el cielo y la paz se concierta entre los gobernantes, ¿de acuerdo? Y este año el cielo nos ha mandado la sequía, pero recibiremos compensaciones del gobierno. ¿No es verdad?""El pecho se me hinchó de orgullo, naturalmente", agrega Dayan; "y, claro que estuve de acuerdo con todo lo que dijo... esa noche, en la carpa informaría a sus compañeros que el ministro de Agricultura había confirmado una subvención oficial por compensación de sequía para su tribu".—LivingWith the BibleEL PRODUCTOR cinematográfico inglés Bryan Forbes escribe de lo que pasó en una película en que Edith Evans y Eric Portman hacían el papel de marido y mujer:
Aunque Edith admiraba mucho a Portman como actor, no estaba precisamente enamorada de su personalidad. "¿'Sería posible", me preguntó en una reunión preliminar para considerar el guión, "añadir una línea para indicar que ella se casó con un hombre de nivel social un poco inferior?" Le prometí estudiarlo.Días más tarde Eric me confesó que aunque admiraba a Edith como actriz, había algunos aspectos de su personalidad que le caían bastante mal. "¿Cree posible", me dijo, "agregar algunas palabras para dar a entender que ella se casó con un hombre bastante más joven?" Guardé reserva sobre ambas confidencias, aprobé las alteraciones, y ninguno de los dos volvió a tocar el asunto.—Ned's GM: The authorized biography of Dame Edith EvansLA ACTRIZ Lauren Bacall, en su autobiografía By Myself ("Por mí misma"), revela que su persona-lidad cinematográfica, algo agresiva, nació de una necesidad urgente. Respecto a la filmación de escenas iniciales de su primera película, To Have and Have Not ("Tener y no tener"), escribe: "Me temblaban las manos, la cabeza, el cigarrillo... Estaba mortificada. Cuanto más intentaba controlarme, más me sacudía. Al final de la tercera o cuarta toma descubrí que podía evitar el estremecimiento de la cabeza inclinándola hasta casi tocar con la barbilla el pecho, y mirando a Bogart. Y funcionó: fue el comienzo de la mirada Bacall".

HALVORSEN, coleccionista noruego de arte, preguntó cierta vez al pintor alemán Edvard Munch su criterio para juzgar el éxito de un retrato. Repuso Munch: "Si pinto a una persona y sus amigos aprueban el parecido, me doy por satisfecho. Puede que el modelo difiera, pero sé con seguridad que el cuadro es un éxito".
—J.P.S.