Publicado en
noviembre 05, 2009
Este precioso metal sirve para hacer mucho más que cucharas y monedas, como bien saben químicos e ingenieros.
Por Blake Clark.
EL HOMBRE excava 1200 metros para extraer una tonelada del mineral, de la cual obtiene tal vez dos onzas troy.* Pero el esfuerzo bien vale la pena, porque la plata, amiga indispensable de la humanidad, ayuda a convertir la luz solar en electricidad, a descubrir el cáncer del pecho, a hacer girar los motores de chorro, a operar las computadoras, a arrancar el automóvil o a reparar una fractura del cráneo. También sirve para comprar el pan. Durante muchos siglos el principal servicio que la plata prestó al hombre fue en forma de moneda, acuñada por primera vez en Lidia, reino de Asia Menor (donde el rey Creso gobernó más tarde), alrededor del año 640 a. de J. C. Las conquistas de Alejandro Magno se financiaron con monedas de plata extraída de las minas de Laurium, en Grecia. Las minas de plata de los aztecas y de los incas fueron un estímulo para la colonización de las Américas.
Desde hace 600 años el artículo de plata más utilizado ha sido la cuchara. La plata pura es demasiado blanda para este uso, pero una aleación de 925 partes del precioso metal con 75 de cobre nos da la resistente plata sterling. Trabajando casi enteramente con ella, los plateros baten el brillante metal para hacer hojas tan delgadas que se necesitan 100.000 para formar un espesor de 25 mm. También la graban, repujan y cincelan, y la estiran para hacer alambre tan fino como el cabello humano. Forjan obras maestras de arte y utilidad cuyo valor aumenta con el tiempo. Una cuchara que en 1956 costó 3,50 dólares puede venderse en la actualidad por 25.
Pero en nuestros días la plata es mucho más que monedas, joyería, trofeos y cubiertos. Por ejemplo:
FOTOGRAFÍA
La plata es la base de este arte. Cuando cae una pequeñísima cantidad de luz sobre la delicada superficie del compuesto de plata que cubre la película fotográfica, produce una reacción instantánea de mil millones a uno. El átomo de plata magnifica la unidad de luz en la misma proporción. Ninguna otra cosa que jamás se haya ensayado iguala a la rapidez de la plata ni su eficacia, ni su poder para reproducir una imagen. Sin embargo, sólo se necesita una cantidad infinitesimal para cada foto. Una sola onza troy de plata ayuda a hacer película para 2000 fotografías.
También los rayos X dependen de la plata. Una delgada capa de este metal sobre película permite hacer el registro permanente de los rayos X (de otro modo invisibles) al pasar a través del cuerpo humano o de otros sólidos.
HIGIENE
El efecto de la plata sobre las bacterias es casi tan extraordinario como su sensibilidad a la luz. Una parte del metal, utilizada en un sistema filtrante, destruye todos los microbios en diez millones de partes de agua, y sin embargo no daña al hombre ni a los animales. De esta manera, una cucharadita sirve para purificar 26.000 millones de litros, así que la plata viene a ser diez veces más eficaz que el cloro. Por eso la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio de Estados Unidos ha resuelto purificar con plata el agua que se necesita para las exploraciones espaciales.
Los médicos lavan los ojos de los recién nacidos con una solución de nitrato de plata al uno por ciento para evitar alguna infección que podría causar ceguera. Y en los métodos más avanzados para tratar las quemaduras graves se utilizan compuestos de plata que detienen el proceso infeccioso sin impedir la cicatrización. Igualmente se usa este metal para hilos de sutura con que los cirujanos cosen las heridas, las bandas con que aseguran los huesos y las placas con que remplazan partes faltantes del cráneo.
INDUSTRIA
La plata es mejor conductora de la electricidad que cualquiera otra sustancia. Es también suave e inoxidable. Estas propiedades hacen de ella el metal esencial para contactos en casi todos los sistemas eléctricos del mundo, desde el diminuto audífono que usan los sordos hasta la gigantesca central eléctrica. Por ejemplo, la mejora que significa el actual sistema de encendido del automóvil, que se logra con sólo hacer girar una llave en vez de dar vuelta a una manivela como antes, se consiguió en parte gracias a un dispositivo semejante a un botón, un contacto eléctrico que es 90 por ciento plata y 10 por ciento cadmio. Cuando se da vuelta a la llave, el contacto une dos conductores metálicos de modo que pase de uno a otro la corriente eléctrica en forma rápida y suave, sin producir excesivo calentamiento. Si se da a la llave al contrario, los contactos se separan y el circuito se interrumpe al momento.
Los contactos de plata se tocan unos a otros infinidad de veces en las computadoras y en las redes de comunicaciones, moviéndose sin trabarse, sin que ninguna película aislante estorbe el paso de la corriente. Si no fuera por la plata, no podríamos hacer una llamada telefónica, ver la televisión, encender una luz o usar el refrigerador. Y sin embargo, el costo de algunos de estos contactos diminutos es de pocos centavos, y a lo sumo de algunos dólares el más grande.
AERONÁUTICA
En la tecnología espacial la plata es indispensable, y no sólo para contactos. Se aprovechan su fuerza de enlace y una característica llamada "afinidad" (la capacidad de unirse a otros metales sin alterar su estructura molecular) para soldar piezas de aluminio con piezas de acero.
Las baterías eléctricas de plata y cinc producen 20 veces más energía que los tipos corrientes. Algunas, no mayores que la mano de un hombre y que pesan apenas 3,9 kilos, sirvieron para activar los sistemas que mantuvieron vivos a los astronautas mientras andaban a pie y en su automóvil especial por la Luna (llevándoles oxígeno a los pulmones, haciendo circular refrigerantes por sus trajes espaciales, activando las señales de telemetría que registraban las pulsaciones de su corazón). Eran de plata las baterías que impulsaron su vehículo lunar y el receptor y trasmisor de radio que hizo llegar a la Tierra su voz y las fotografías en color.
ENERGÍA
En el Laboratorio de Energía Solar de Odeillo, en los Pirineos franceses, el director Félix Trombe utiliza filas de espejos de plata revestidos con un ligero baño de vidrio para recoger y enfocar la energía solar en un horno gigantesco. Sus altas temperaturas, que llegan casi a 3800° C, perforan en 50 segundos planchas de acero de 13 milímetros de espesor. Más importante aún es que la energía solar permite refinar materiales con un grado de pureza que no se alcanza por ningún otro método. Esto significa mejores materiales ultra-refractarios para los altos hornos, las centrales nucleares, los motores de propulsión de chorro y los cohetes.
La plata no sólo va muy lejos, sino que vuelve. Y es una fortuna que así sea. Toda la que se sacó de las minas en el mundo libre en 1975 llegó a 235 millones de onzas troy, mientras que el consumo ascendió a 390 millones. Por tanto, la recuperación de la plata se ha convertido en una industria importante. Es posible que uno de los remos de plata de la barca de Cleopatra haya sido fundido y reformado centenares de veces hasta que parte de él esté hoy en la pulsera que lleva el lector, o en los cubiertos de su mesa.
Un ejemplo notable de la indestructibilidad de la plata se dio durante la segunda guerra mundial. Los constructores de una esencialísima planta norteamericana para investigaciones nucleares necesitaban con urgencia 13.000 toneladas de conductores eléctricos pesados. Todo el cobre disponible se había asignado ya a la fabricación de materiales para la defensa, pero se pensó entonces en la plata, que es un conductor mucho mejor todavía, y alguien hizo notar que en las bóvedas de la Casa de la Moneda había una cantidad considerable del metal. Así pues, se sacaron de allí con gran sigilo 403 millones de onzas troy, que, una vez fundidas, se emplearon en la fabricación de piezas especiales para una investigación nuclear en extremo secreta. Después de la guerra tales piezas se retiraron, se llevaron de nuevo a la fundición y se volvieron a convertir en lingotes de 1000 onzas troy. Cuando se volvió a pesar todo el tonelaje en la Secretaría de Hacienda, después de aquellos procesos y de siete años de servicio, se encontró que sólo quedó sin recuperar una pequeña fracción del uno por ciento del metal.
La demanda de plata va en aumento, pero los geólogos están convencidos de que ya se han descubierto todos los yacimientos importantes que hay en la Tierra. México y Perú, tradicionalmente los principales países productores de plata desde la época colonial, extrajeron casi una tercera parte del total de la plata producida en el mundo en el año 1972.
Sin embargo, pasó ya la época de los hallazgos casuales de ricos filones. La fabulosa mina de Potosí, en Bolivia, fue descubierta en 1545 por un pastor que, al despeñarse, arrancó un puñado de hierba y observó granos de plata prendidos a las raíces. Hoy el buscador tiene que arriesgar millones. Geólogos y físicos vuelan sobre los posibles yacimientos provistos de magnetómetros aéreos, toman muestras del suelo, perforan túneles y pozos, ensayan las menas. La probabilidad es que de mil sitios estudiados, sólo uno pueda producir en condiciones económicamente favorables el blanco metal.
La plata que hoy queda está en "yacimientos ciegos", a gran profundidad. Los mineros de la mina Sunshine, en Coeur d'Alene (Idaho), por ejemplo, trabajan a 1800 metros bajo la superficie, ayudándose con maquinaria muy perfeccionada y costosa. Un montacargas o extractor puede costar hasta un millón de dólares; un taladro grande, 50.000. Como el interior de la Tierra va siendo más caliente a medida que uno desciende, se necesitan poderosos equipos de ventilación y enfriamiento en las minas muy profundas.
La mena, que es de color morado, se fragmenta con taladros de 45 kilos, accionados por aire comprimido; se sube a la superficie, se tritura y se muele hasta dejarla tan fina como harina. Con un procedimiento químico y otro de fundición, se aísla la plata, que luego sale de un horno al rojo vivo a más de 900° C. A continuación se moldea en lingotes de 1000 onzas troy cada uno, de 30 centímetros a lo largo por 13 a lo alto y 10 de anchura, con un peso de 30 kilos (así que son ya muy manejables) y con aspecto de panes de luz de luna comprimida.
La plata se ha vuelto una industria muy importante, de múltiples usos, y con un valor de miles de millones de dólares. Si bien es cierto que hoy la vemos menos en las monedas, nos acompaña más íntimamente que nunca con su sinfín de pequeños milagros.
*La plata se mide en peso troy, en el cual 32,15 onzas troy hacen un kilo.
CONDENSADO DE "EMPIRE"