Publicado en
junio 01, 2021
JAPÓN.
Esta es la versión japonesa de Slenderman, su nombre significa la dama de 8 metros de altura que se dedica a llevarse a los niños. La leyenda cuenta que esta mujer había sido encerrada dentro de unas estatuas, pero que al romperse una de estas pudo escapar.
A continuación les contare la historia de uno de los sobrevivientes a su aparición.
Un niño de 8 años fue llevado por sus padres, debido a las vacaciones, a la casa de sus abuelos que se encontraban en un pueblo. Una tarde el niño estaba en el patio, sentado sobre el césped, cuando de repente escuchó un sonido extraño a su alrededor, pudo ver que a cierta distancia se encontraba un sombrero de mujer.
Notó que el sombrero se movía y pudo ver que se trataba de una mujer extremadamente alta, sus extremidades eran muy largas, llevaba un vestido blanco, tenía el cabello negro y apenas se podía ver su rostro. El niño quiso acercarse pero la mujer se fue alejando. Luego de eso, el niño volvió a casa de sus abuelos y les contó lo que había sucedido. Estos se preocuparon demasiado y de inmediato su abuelo cogió el teléfono y llamó a alguien.
Luego de esa llamada su abuelo dijo que saldría un momento y ordenó a la abuela que no quitara los ojos de encima de su nieto. El niño aterrado preguntó qué sucedía y su abuela le explicó que esa mujer era Hachishakusama y que había puesto los ojos en él. Le dijo también que se dedicaba a fijarse en niños ya que son más fáciles de manipular y que cuando eso sucede los niños desaparecen y nunca más se vuelve a saber de ellos.
Su abuelo volvió con una bruja capaz de hacer frente a ese espectro. Esta bruja encerró al niño en su habitación bajo llave y le ordenó no salir por ningún motivo hasta las 7 de la mañana. Pero antes de encerrarlo puso un envase con sal en cada una de las esquinas y una imagen de Buda a quien debía rezar si sentía miedo, también le dio un trozo de pergamino que debía sostenerlo hasta el amanecer.
Durante toda la noche escuchó esos ruidos extraños por la ventana y luego escuchó la voz de su abuelo a través de la puerta que le decía que si sentía miedo solo debía salir. El niño sentía tanto miedo que estuvo tentado a abrir la puerta, pero luego recordó lo que le había dicho la bruja, así que se puso a rezar frente a la imagen de Buda. Los ruidos extraños no paraban y la sal de los envases cada vez se iba poniendo de un tono oscuro.
Al pasar la noche, el niño se dio cuenta que ya eran más de las 7 de la mañana así que salió de su habitación y sus abuelos se alegraron de verlo bien. Su abuelo no perdió tiempo y de inmediato sacó a todos de la casa y se fueron en una furgoneta. El niño se sentó alrededor de 8 hombres del pueblo mientras la bruja conducía. Esos hombres le dijeron que estaba en aprietos pero que solo debía mantener la vista hacia abajo y mantener los ojos cerrados, ya que él era el único que podía ver a Hachishakusama.
Después de un rato el niño abrió los ojos y de reojo vio a través de la ventana. Pudo notar que el espectro se encontraba flotando al lado de la movilidad, y acercó tanto su mirada que gritó del susto. La bruja se puso a rezar cada vez más fuerte, hasta que finalmente el espectro desapareció y el niño ya no volvió a escuchar los ruidos extraños. Al fin se encontraba a salvo, pero no pudo volver a visitar a sus abuelos ya que corría el riesgo de que Hachishakusama lo volviera a buscar.
Dicen que este espectro se alimenta de la esencia juvenil de sus víctimas.
Fuente del texto:
ESRI