LAS DOS HORAS MÁS PELIGROSAS DEL DÍA
Publicado en
diciembre 10, 2019
Su reloj interno tiene efectos de largo alcance sobre su salud.
Por Lowell Ponte
USTED DESPIERTA después de dormir bien toda la noche y empieza a bajarse de la cama... ¡Cuidado! Entonces empieza la parte más peligrosa de su día.
Durante las dos horas siguientes. poco más o menos, tiene de dos a tres veces más probabilidades de sufrir un ataque cardiaco o una apoplejía que en las primeras horas de la noche, el tiempo de menos riesgo para el aparato cardiovascular. Según cierto estudio que dirigió Merrill Miden especialista en fisiología del sueño, el lapso de las 6 a las 10 de la mañana es, en general, el de mayor riesgo en lo que respecta a muchas otras causas importantes de fallecimiento: cardiopatía isquémica, cáncer, bronquitis, enfisema y asma.
Hasta hace poco, a los médicos se les enseñaba que el organismo humano vive en homeostasis, y que cambia poco du-rante el día. La ciencia de la cronobiología —el estudio de cómo afecta el tiempo a la vida— está dando origen a una revolución en la medicina, al demostrar cuánto cambia nuestro organismo a causa de los ritmos circadianos (diarios).
"Estos ritmos biológicos naturales son tan vitales como los latidos del corazón", señala el cronobiólogo Lawrence Scheving. "Al desentrañar sus secretos, estamos descubriendo nuevos métodos para prevenir y curar enfermedades. No hay una sola función del organismo que no tenga su propio ritmo. La ausencia de ritmo es la muerte".
Mientras dormimos, la presión arterial desciende, la temperatura baja más de medio grado en relación con la máxima de cada tarde, y se acumula un poco de sangre en las extremidades. Cuando llega la mañana, el organismo tiene que pasar bruscamente de la fase de sueño a la de vigilia, con una producción abundante y repentina de sustancias estimulantes llamadas catecolaminas. La frecuencia cardiaca aumenta y los vasos sanguíneos se constriñen, lo cual eleva la presión arterial y reduce el flujo sanguíneo al músculo cardiaco; esto puede provocar isquemia, o angina de pecho, así como muerte repentina por infarto del miocardio. Si las arterias están recubiertas de placas de colesterol, es posible que se desprendan algunos fragmentos, lo que puede dar lugar a los coágulos que causan ataques cardiacos.
Asimismo, la sangre está llena de gránulos celulares llamados plaquetas, que tienden a aglomerarse durante esas horas de la mañana. Cuando se combinan la salida brusca de la cama y la producción repentina de catecolaminas para "movilizar la sangre", esta se acerca a su grado máximo diario de densidad y tendencia a la coagulación. Preparar a los niños para que se vayan a la escuela y darse prisa para llegar al trabajo agregan tensión emocional al estrés físico.
Este riesgo cardiovascular circadiano no proviene del reloj desperta-dor, sino del reloj biológico interno. "Independientemente de la hora en que uno se levante", advierte el cardiólogo James Muller, "cuando más riesgo se corre de sufrir un infarto del miocardio es en las dos o tres horas después de despertar".
Los cronómetros maestros del organismo nos ayudan a sincronizar-nos con ciclos exteriores, como el día y la noche. A manera de directores de orquesta, coordinan cientos de funciones en nuestro interior. A lo largo del día, nuestro cuerpo danza al complejo ritmo interno de las mareas ascendentes y descendentes de hormonas, células inmunitarias, electrólitos y aminoácidos.
Ya se ha confirmado la antigua creencia de que algunas personas son "alondras", o sea, diurnas, en tanto que otras son "búhos", individuos nocturnos. Las mediciones de los ritmos circadianos en las personas diurnas muestran que sus frecuencias cardiacas llegan a su punto más alto entre la una y las 2 de la tarde, mientras que, en la gente nocturna, esto ocurre entre las 5 y las 6:30 de la tarde. Las alondras producen más hormona adrenalina estimulante durante las horas de la mañana, y su nivel de desempeño disminuye durante el resto del día. Los búhos inician la jornada con más lentitud, producen cantidades más uniformes de adrenalina, y su desempeño mejora conforme avanza el día y en las primeras horas de la noche.
La mayoría de las personas experimentan un aumento de la memoria a corto plazo y de la agilidad mental en las últimas horas de la mañana y hasta poco después del mediodía. Luego, cerca de la una, se inicia un descenso mensurable de la energía y la eficiencia.
Por la tarde llegan a su punto óptimo la resistencia para el ejerci-cio y la destreza manual. Algunas investigaciones indican que, desde entonces hasta las primeras horas de la noche, los atletas logran su mejor desempeño. De las 6:30 a las 8:30 de la noche es el mejor lapso para la memoria a largo plazo: es el periodo óptimo para estudiar.
No obstante, nuestros ritmos diarios pueden dar un aspecto negativo a las horas cercanas al crepúsculo. En estas horas hay un segundo periodo diario de alta incidencia de ataques cardiacos, aunque menor que el de la mañana. A eso de las 7 de la noche, el alcohol tarda más en ser metabolizado por el hígado y, en consecuencia, puede resultar más intoxicarte que en otros momentos del día..., excepto a las 11 de la noche, en que hay un segundo periodo de mucha susceptibilidad al etanol.
Los jóvenes suelen estudiar en la preparación de sus exámenes en las últimas horas de la noche y las primeras de la mañana, pero las investigaciones demuestran que este es el lapso del ciclo circadiano en que la memoria a largo plazo, la comprensión y la capacidad de aprender están en su peor momento.
La sensibilidad al dolor ha aumentado en general durante todo el día, y llega a su punto máximo en las últimas horas de la noche. Pero, en la madrugada, es posible que el organismo casi haya duplicado su concentración nocturna de endorfinas beta, que ayudan a mitigar el dolor. Los investigadores creen que esto es lo que incrementa la tolerancia del organismo al dolor durante varias horas después de despertar.
Para la mayoría de nosotros, el sueño es un periodo de renovación de la vida. Dentro de los primeros 90 minutos de sueño, poco más o menos, la hormona del crecimiento llega a su nivel máximo diario, lo que tal vez contribuya a regenerar el organismo. Y, entre las embarazadas, el trabajo de parto se inicia más comúnmente entre la medianoche y las 4 de la mañana. "Dar a luz en la madrugada puede ser parte de nuestra herencia genética, y es probable que haya tenido cierto significado para la supervivencia de la especie", especula el cronobiólogo Michael Smolensky.
Entendiendo el funcionamiento de los relojes de nuestro organismo podemos mejorar nuestra salud. Si no sabemos, por ejemplo, que nuestra temperatura natural sube entre medio grado y un grado desde la mañana hasta el atardecer, podemos interpretar mal las lecturas del termómetro. Una temperatura de 37.2° C. puede ser señal de salud perfecta a las 5 de la tarde, pero presagio de enfermedad a las 7 de la noche.
Los efectos de las medicinas también están sujetos a nuestros ritmos. Por ejemplo: muchos médicos están aprendiendo a administrar los potentes medicamentos anticáncer tomando en cuenta los relojes biológicos de los pacientes. Una determinada sustancia de quimioterapia puede resultar muy tóxica para los riñones en un momento del día, y mucho menos nociva en otro.
Algunos fármacos pueden reducir el riesgo de sufrir ataques al corazón por la mañana; entre ellos, la aspirina. Un estudio importante reveló que tomar una aspirina cada tercer día disminuía en casi un 45 por ciento la incidencia general de los ataques cardiacos en los varones, y en más de un 59 por ciento el riesgo matutino de sufrirlos. Por supuesto, se debe consultar al médico respecto al uso de la aspirina.
Aparte del empleo de medicamentos, hay otras maneras de lograr que las mañanas sean menos agitadas y, quizá, menos peligrosas. Ponga la alarma del despertador un poco más temprano, para que tenga tiempo de estirar lentamente los brazos y las piernas antes de levantarse, como lo hacen los perros y los gatos. Así se activa la circulación de la sangre estancada en las extremidades. Muévase con lentitud. No se exponga al choque térmico de una ducha demasiado caliente o fría, pues esto podría subirle la presión arterial. Luego, desayúnese. La doctora Renata Cifkova advierte: "Según parece, no desayunarse incrementa la actividad plaquetaria y puede contribuir a que sobrevengan ataques cardiacos y apoplejías durante la mañana".
Para evitar la "depresión del lunes por la mañana", no cambie su horario los fines de semana. El reloj de su organismo funciona en forma natural en un ciclo de alrededor de 25 horas. Durante la semana, el organismo se vale de relojes mecánicos, horas de comida, horarios de trabajo y otras señales para ajustarse a un ciclo de 24 horas cada día. Los fines de semana resulta tentador dejar que el reloj siga su curso libremente, desvelándonos el viernes y el sábado, y luego durmiendo hasta tarde el sábado y el domingo. Esto produce un efecto similar al de atravesar en avión varios husos horarios, y es una fuente innecesaria de estrés.
Al usar en su favor los ciclos de su reloj biológico, usted puede reducir los riesgos diarios y aumentar sus días de vida.