¿EN QUÉ CANTIDAD PERJUDICA EL ALCOHOL?
Publicado en
julio 20, 2014
Algunos experimentos llevados a cabo recientemente han demostrado que el hábito persistente de beber "para ser sociable" (por ejemplo, cuatro cocteles o seis vasos de vino) puede causar graves lesiones en el corazón, el cerebro y el hígado.
Por Arthur Fisher.
EL ALCOHOL fue la primera droga tranquilizante usada por el hombre, y su consumo remonta a los tiempos prehistóricos. Pero hasta hace poco no se sabía bien cómo afecta al cerebro humano y al organismo en general. Durante los años últimos, sin embargo, los científicos han estudiado experimentalmente los efectos del alcohol en casi todos los aspectos de la fisiología humana, y los resultados de sus pruebas son inquietantes;
¿En qué cantidad perjudica el alcohol? En mis entrevistas con muchos especialistas en la materia se me aseguró una y otra vez que, al considerar los peligros de las bebidas alcohólicas, no se debe pensar en una regla general para la mayoría de las personas. Lo importante, recalcaron estos investigadores, consiste en determinar cuánto puede tomar cada individuo sin exponerse a consecuencias nocivas, y en reconocer que, para algunas personas, la cantidad inofensiva o "segura" de alcohol es muy pequeña.
Entre las indagaciones recientes, las más interesantes versan sobre tres órganos del cuerpo: el hígado, el corazón y el cerebro.
EL ALCOHOL Y EL HIGADO
Las enfermedades alcohólicas del hígado, especialmente la cirrosis, plantean uno de los problemas de salud pública más importantes del mundo. Durante muchos años se ha debatido acaloradamente la cuestión de quiénes contraen la cirrosis hepática y por qué. La mayoría de los especialistas en enfermedades del hígado considera que este padecimiento es la culminación de un conjunto de alteraciones sucesivas, la primera de las cuales no suele ser dañina: el llamado hígado adiposo. Pero ahora se ha demostrado con una serie de experimentos que las bebidas alcohólicas tienen efectos tóxicos directos en este órgano.
El iniciador de los estudios a que nos referimos fue el Dr. Charles Lieber, jefe del departamento de enfermedades hepáticas y de la nutrición en el Hospital del Bronx, dependiente de la Administración Federal de Veteranos de Guerra, y profesor de medicina interna en la Facultad de Medicina Monte Sinaí. De 1959 a 1968 este investigador y sus colaboradores trabajaron con voluntarios alcohólicos, y comprobaron que el alcohol causa efectos asombrosos en el metabolismo hepático aunque el bebedor se alimente adecuadamente. Vieron que solía impedir al hígado quemar las grasas (su combustible natural), para quemar en vez de ellas el alcohol. En consecuencia, se acumula grasa en este órgano. En los alcohólicos, aun estando bien alimentados, se presentaba el cuadro del hígado adiposo y concentraciones sanguíneas de ácido úrico y lípidos (sustancias grasas como el colesterol y los triglicéridos).
"Pero el hígado adiposo no es causa de muerte", me explicó el Dr. Lieber. "Los alcohólicos mueren de hepatitis alcohólica o de cirrosis. Por tanto necesitábamos un animal de experimentación en el que pudiéramos reproducir esos estados patológicos". El animal elegido fue el mandril. En condiciones estrictamente reguladas, y durante períodos muy largos a partir de 1968, dieron a un grupo de estos simios bebidas alcohólicas además de un régimen alimenticio adecuado a sus necesidades. Los 15 mandriles del grupo desarrollaron hígado adiposo, cinco contrajeron hepatitis alcohólica y otros cinco acabaron con cirrosis; por primera vez se había producido experimentalmente la cirrosis alcohólica en un animal.
"El aspecto del hígado cirrótico del mandril era tan semejante al hígado cirrótico humano, que resultaba difícil diferenciarlos vistos al microscopio", comentó el Dr. Lieber. "Hoy, por primera vez, podemos afirmar que se producen todos los aspectos del hepatismo alcohólico aunque el bebedor esté bien alimentado".
Las estadísticas recopiladas en Europa demuestran que hay correlación directa entre las enfermedades hepáticas y la cantidad total de alcohol consumido. De los estudios hechos tanto por el profesor Werner Lelbach, de la Universidad de Bonn (Alemania), como por el Dr. Georges Péquignot, de Francia, se colige que la ingestión diaria de medio litro de whisky es una dosis muy peligrosa, que predispone a cirrosis hepática. Si se bebe esta cantidad durante 25 años, la probabilidad de padecer la enfermedad es de un 50 por ciento. Pero el Dr. Lelbach comprobó otras lesiones hepáticas sin llegar a la cirrosis, incluso hígados adiposos, en varones alcohólicos que consumían sólo de cuatro a seis vasos de whisky al día.
EL ALCOHOL Y LAS ENFERMEDADES DEL CORAZON
En 1973 el Dr. Jack Mendelson, profesor de siquiatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard y director del Centro para la Investigación del Abuso del Alcohol y de los Estupefacientes, del Hospital McLean, dependencia del Hospital General de Massachusetts, informó que en los pacientes alcohólicos con hiperlipoproteinemia de tipo 4 (estado patológico que se caracteriza en parte por elevadas concentraciones sanguíneas de los lípidos triglicéridos) se produjo un notable aumento de tales niveles cuando ingirieron bebidas alcohólicas. El incremento de la concentración de triglicéridos en la sangre, según muchos especialistas en enfermedades cardiovasculares, es un peligroso factor de la insuficiencia coronaria.
Casi en la misma época, otro equipo encabezado por el Dr. Gerald Reaven, de la Universidad de Stanford, estudiaba a fondo la relación entre el alcohol y los lípidos en sujetos no alcohólicos, con hiperlipoproteinemia de tipo 4 o sin ella. Los investigadores comprobaron que, si se da de beber diariamente una cantidad equivalente a cinco cocteles a personas con altos niveles de triglicéridos en la sangre, se les produce un aumento aun mayor de la concentración de estas sustancias.
"Quedé desconcertado cuando me enteré de esto", declara el Dr. Mendelson. "El fenómeno parece ocurrir en todas las personas con lipoproteinemia de tipo 4. Creo que los médicos deberíamos advertir a todos los pacientes de esta categoría: Absténgase de beber alcohol, porque incluso la ingestión moderada de bebidas alcohólicas le aumentará considerablemente los triglicéridos en la sangre".
Pero el alcohol tiene otro efecto más directo sobre el músculo cardiaco mismo. El Dr. Emanuel Rubin, jefe de patología de la Facultad de Medicina Monte Sinaí, explica: "Hay muchas pruebas de que el alcohol ejerce una acción tóxica directa en el corazón, pues provoca el debilitamiento progresivo del miocardio. Sabemos que uno de los factores clave de la contracción y el relajamiento del músculo cardiaco, o de cualquier músculo esquelético, es la fijación y la liberación del calcio por ciertos elementos de la célula muscular. Y hemos descubierto que el alcohol altera mucho este flujo y reflujo del calcio".
La debilidad muscular, asociada con el alcoholismo durante 150 años, se atribuyó, hasta hace poco, a deficiencias nutritivas. El Dr. Rubin comenta: "En 1971, para investigar el supuesto origen alimentario de ese estado patológico, internamos a tres voluntarios no alcohólicos en nuestro centro de investigaciones clínicas de Monte Sinaí; los alimentamos bien y les hicimos beber el equivalente de tres cuartos de litro de whisky al día durante cuatro semanas. Comparamos en el microscopio electrónico las biopsias musculares que se les hicieron al cabo de ese mes con muestras del mismo tejido tomadas cuando ingresaron en el hospital; se comprobaron diferencias muy marcadas. Todos los sujetos del experimento tenían músculos normales antes de iniciarse la prueba; en cambio encontramos lesiones evidentes después de las cuatro semanas de administrarles el whisky. Cuando dejaron de beber alcohol, el tejido muscular de todos los voluntarios volvió a la normalidad".
EL ALCOHOL Y EL CEREBRO
Desde hace mucho se ha achacado a la desnutrición el ser factor coadyuvante y aun causal de los trastornos mentales característicos de los alcohólicos. Pero las pruebas hechas recientemente en animales han demostrado que el alcohol puede dañar profunda y duraderamente los procesos mentales aunque el bebedor observe, por lo demás, un régimen alimenticio excelente.
Uno de estos experimentos se publicó en noviembre de 1973 en la revista norteamericana Science, en un trabajo de Don Walker y Gerhard Freund. Alimentaron ratas de laboratorio con nutrientes óptimos y alcohol durante cinco meses, y luego les suprimieron el alcohol durante 30 días. Los investigadores comprobaron que los animales daban un pésimo rendimiento en pruebas de aprendizaje y memoria reciente, en comparación con el logrado por las ratas del grupo testigo, que no ingirieron alcohol. Walker y Freund están convencidosde que sus experimentos "prueban que el consumo prolongado de alcohol produce por sí mismo deterioro en los procesos de asociación del sistema nervioso central".
Actualmente se investiga en muchos laboratorios por qué el alcohol produce este efecto directo y duradero en el cerebro. Uno de los indicios más significativos se obtuvo en la Facultad de Medicina de la Universidad de California en Irvine, donde los profesores Ernest Noble y Sujata Tewari han estudiado el metabolismo de ratones y ratas bien alimentados y a los cuales se les administra alcohol. Las conclusiones a que llegaron no son muy alentadoras para las personas que ingieren habitualmente dos. o tres cocteles antes de la comida.
El Dr. Noble explica: "El cerebro es un órgano siempre dinámico, que con moléculas más pequeñas sintetiza continuamente otras verdaderamente enormes, como las proteínas y el ácido ribonucleico (ARN). Algunas de estas macromoléculas se utilizan para formar nuevas neuronas cerebrales; otras sirven para sintetizar enzimas que desempeñan una función vital en la fisiología celular. La memoria de larga duración, por ejemplo, es un proceso que depende de la síntesis del ARN".
Para averiguar si el alcohol bloquea estos procesos moleculares esenciales, los profesores Noble y Tewari inyectaron a los roedores determinadas cantidades de sustancias que emplea el organismo en la síntesis de otras moléculas más complejas, y las marcaron con un elemento radiactivo. Analizando los productos finales de las síntesis metabólicas (proteínas y ácido ribonucleico) encontrados en el cerebro de animales de experimentación sacrificados, pudieron determinar la cantidad real de moléculas marcadas que utiliza el cerebro. Después de averiguar la cuantificación normal de estos procesos fisiológicos, repitieron el experimento en animales a los que se dio alcohol y un adecuado régimen de alimentación. Se hizo ingerir a ratones grises, por ejemplo, una cantidad equivalente en el ser humano a un litro de vino por día. Luego sacrificaron a los animales a diversos intervalos después de iniciado el suministro alcohólico y analizaron el cerebro de los roedores.
He aquí el informe: "Comprobamos en los cerebros de los animales tratados con alcohol una disminución evidente del aprovechamiento de los compuestos que normalmente se utilizan en las síntesis: aproximadamente de 30 a 50 por ciento menos que el valor normal. Al parecer el alcohol altera procesos metabólicos fundamentales en el interior del tejido cerebral, al menos en los roedores del experimento".
Respecto al hábito del ser humano de consumir bebidas alcohólicas, el Dr. Noble opina: "Consideramos que la ingestión de alcohol se relaciona con la pérdida de la memoria. Si se bebe con el estómago vacío, el alcohol pasa rápidamente al torrente sanguíneo y embota el cerebro con grandes concentraciones. Me parece probable que, si alguna persona ingiere con el estómago vacío tres cocteles diarios durante 20 o 30 años, sufrirá un deterioro permanente de la memoria y de la capacidad de aprendizaje".
Pregunté al Dr. Noble si él acostumbra ingerir bebidas alcohólicas: "Desde luego; bebo vino, pero solamente con las comidas", me respondió con amable énfasis.
SI DESPUÉS de leer todo lo expuesto aún hay alguien que desee persistir en tomar alcohol, haría bien en adoptar cierta estrategia para consumirlo, según las nuevas pruebas experimentales:
• Restrinja su consumo diario a una cantidad que esté por debajo del conocido límite peligroso de 250 mililitros de whisky de 43 grados G. L. para una persona de peso normal. Tal cantidad corresponde aproximadamente a cuatro cocteles o a una botella de vino de tres cuartos de litro.
• Recuerde que el daño de las bebidas alcohólicas es directamente proporcional a la cantidad total de alcohol que se consuma por unidad de peso corporal. Cuanto menor sea el peso del que bebe, tanto mayor será el peligro que entrañe la misma cantidad de alcohol.
• A la persona con altos niveles sanguíneos de triglicéridos (lo cual se sabe con una sencilla prueba hematológica) le conviene consultar con el médico para saber si debe abstenerse por completo del alcohol.
• Si acostumbra beber más de dos copas al día, procure intercalar unos cuantos días de abstinencia total de alcohol entre los días de bebida, para que el hígado tenga tiempo de recuperarse.
• Evite las bebidas alcohólicas de alta graduación y las preparaciones muy cargadas, pues irritan el intestino y saturan el cerebro de sangre con mucho alcohol. Esto significa que no debe abusarse del whisky solo con hielo, de los aperitivos secos, del coñac ni de los brindis con mucho vodka.
• Como el alimento retarda la absorción intestinal de alcohol en su paso hacia la sangre, no conviene beber con el estómago vacío. En general, es preferible tomar cierta dosis de alcohol en forma de vino o de cerveza junto con los alimentos.
CONDENSADO DEL SUPLEMENTO DOMINICAL DEL "TIMES" DE NUEVA YORK (18-V-1975). © 1975 POR THE NEW YORK TIMES CO., 229 W. 43 ST., NUEVA YORK. N.Y. 10036.