CIENCIOLOGÍA: ANATOMÍA DE UN CULTO ATERRADOR
Publicado en
abril 22, 2012
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La terrible historia de una de las "sectas religiosas" más temibles de la actualidad. El núcleo de sus fieles sirven de ladrones, señuelos y espías.
Por Eugene MethvinEN LOS últimos años del quinto decenio de nuestro siglo, L. Ron Hubbard, que escribía para revistas baratas, declaró: "El escribir para ganar un centavo por palabra es ridículo. Para quien realmente quiera hacerse de un millón de dólares, nada mejor que fundar una religión".
Y, en efecto, Hubbard estableció su propia religión, a la que dio el nombre de "Church of Scientology" (iglesia de "Cienciología"), y que ha prosperado hasta convertirse en una empresa que actualmente alcanza ingresos anuales provenientes de todo el mundo, y calculados en 100 millones de dólares. Sus templos le han venido pagando generalmente el diez por ciento de sus ingresos brutos, y acumulando incontables riquezas en varios bancos suizos y de otros países, en cuentas controladas por el mismo Hubbard y su esposa. Hubbard vive, rodeado de ayudantes que satisfacen todos sus caprichos, en una finca (propiedad de su iglesia, según se dice), situada en el sur de California y que antes fue lugar de veraneo.La Cienciología es, de entre las nuevas religiones o cultos de importancia activos en la actualidad, una de las más antiguas y peligrosas. Algunos de sus fanáticos representantes han practicado el robo, el espionaje, el secuestro y la calumnia a fin de llevar adelante sus propósitos. Raymond Banoun, subprocurador de Estados Unidos, dirigió una extensa investigación cuyos resultados llevaron a la condena en octubre pasado, bajo el cargo de conspiración o robo, a nueve importantes promotores de la Cienciología en Washington. Banoun dice: "Las pruebas presentadas a los tribunales demuestran que desataron una campaña desvergonzada y criminal en contra de personas y de organismos públicos y privados. Los representantes de la Cienciología quisieron defenderse alegando libertad religiosa al mismo tiempo que infligían serios daños a todos los elementos de la sociedad".FANTASIAS CIENTIFICAS
En 1950, Hubbard, por entonces de 39 años de edad, publicó el libro titulado: Dianetics: The Modern Science of Mental Health ("Dianética, la ciencia moderna de salud mental"). En 1954 fundó la primera iglesia de Cienciología en Washington, D. C. Ya en 1978 el organismo decía contar con 38 iglesias en Estados Unidos, 41 más en el extranjero, así como 172 "misiones" y 5.437.000 fieles en el mundo entero. Tales cifras se ponen muy en duda; ciertos observadores críticos han calculado que dicha iglesia está constituida por un núcleo de más o menos 3.000 empleados y no más de 30.000 afiliados en Estados Unidos.
Aun así, Hubbard quizá viva más espléndidamente de lo que lo hacía el maharajá de Jaipur, cuya mansión de 30 habitaciones y cuya finca de 23 hectáreas, situadas ambas en Inglaterra, Hubbard adquirió entre 1955 y 1959 para establecer allí la "base mundial de operaciones" de su creciente movimiento. Figuran en su corte muchas jóvenes, oficialmente conocidas por "mensajeras", las cuales se encargan de encenderle constantemente los cigarrillos, recoger las cenizas, registrar cada una de sus palabras, sin faltar sus frecuentes y obscenos estallidos de cólera. Por la mañana lo ayudan a levantarse de la cama, le preparan la ducha y lo visten; friegan el piso y ordenan su despacho para la diaria inspección "de guante blanco", y lavan su ropa en 13 baños de agua limpia. Algunos ex afiliados afirman que Hubbard estalla de ira si percibe que su ropa huele a jabón.Hubbard se gana y retiene la devoción de sus fieles gracias a su asombrosa aptitud para relatar una interminable fantasía científico-novelesca, en la que él encarna al jefe supremo de una asociación de personas de lo más selecto. A sus afiliados les cuenta que es un físico nuclear, herido gravemente cuando servía en la Marina estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial. "Trasladado, inválido y ciego", a un hospital de la Marina, "recobró merced a sus esfuerzos el vigor y su facultad de percepción en menos de dos años". Al mismo tiempo realizó los estudios que lo llevaron al descubrimiento de la "Dianética" y la Cienciología, el remedio para la mayoría de los males de la humanidad.La verdad es muy otra. Hubbard, cierto es, siguió un curso universitario en física atómica y molecular, pero lo reprobó. Si bien es verdad que sirvió en la Marina norteamericana, los registros de esta no contienen indicación alguna de que participara en combates ni que jamás resultara herido. En realidad, se le licenció y más tarde se le asignó una pensión por considerársele 40 por ciento incapacitado a causa de sufrir de una úlcera, artritis y otras enfermedades. Por ese entonces venía solicitando a la Administración de Ex combatientes que le proporcionaran tratamiento siguiátrico por padecer "largos períodos de acrimonia y tener inclinaciones suicidas". También lo arrestaron por hurtar. Cuando escribió a la FBI informándole que lo perseguían unos espías comunistas, un agente de este organismo prendió a una de sus cartas la nota siguiente: "Archívese con una tarjeta que diga: Parece ser caso mental".SEMEJANTE A UN ROBOT
A partir de la publicación de Dianetics, la extravagante filosofía de Hubbard se ha ampliado hasta componerse de una colección de 25 millones de palabras contenidas en libros, artículos y conferencias grabadas en cinta magnetofónica. Hubbard asegura haber comprobado que la existencia del hombre se remonta hasta hace 74 billones de años y sugiere que dio comienzo en el planeta Venus. Los actuales habitantes de la Tierra son manifestaciones materiales de espíritus eternos que han reencarnado repetidas veces en el curso de los eones. Pero, asegura, nuestros conflictos terrenos son a menudo resultado de espectrales imágenes mentales a las que da el nombre de engrams (rastros, vestigios): dolorosas experiencias pasadas en esta vida o en anteriores encarnaciones.
La obra original de Hubbard provocó sensación. En ella afirmaba haber aclarado 270 casos de engrams, con lo cual había aumentado grandemente el cociente de inteligencia de los sujetos y curado a estos de diversos males. Posteriormente declaró que la Cienciología erradicaba el cáncer y ofrecía la única cura específica para las quemaduras causadas por la explosión de bombas atómicas.Con objeto de detectar los engrams, decidió adoptar un galvanómetro accionado por pilas y provisto de una esfera con una aguja conectada con alambres a dos latas vacías. Un ministro u oficiante de la iglesia de Cienciología, que cobra 150 dólares por hora, examina a un sujeto haciéndole apretar en sus manos las latas y contestar a detalladas preguntas acerca de sus vidas presentes o pasadas. Se supone que los movimientos de la aguja detectan los engrams. Al hacer que el sujeto afronte los engrams, el oficiante pretende "despejar el depósito de su memoria" y así elevar tanto al organismo como a la mente hasta un estado sobrehumano de "total libertad".El examinador "cienciólogo" registra también cualquier revelación íntima sin excluir las actividades sexuales o criminales, o las dificultades conyugales o familiares. De acuerdo con los propios documentos de la iglesia Cienciológica y las declaraciones firmadas de los desertores de ella, aquellos registros se archivan con fines de chantaje contra cualquier afiliado (o contra su familia) que amenace con desertar del culto, dirigirse a las autoridades o provocar alguna publicidad hostil.Desde luego, de ningún candidato se espera nunca que trague de un sorbo todo lo ridículo del caso; sino que se le va dando en pequeñas dosis. El procedimiento transforma a los aspirantes en lo que un individuo que pasó por ello califica de "algo semejante a un robot".ESQUIZOFRENIA
Caso típico fue el de Julie Christofferson, de 17 años, graduada de la escuela preparatoria con las más honrosas calificaciones. Julie fue invitada por una conocida suya, que era en realidad un señuelo, a seguir un "curso de comunicación". La secta anuncia que estos "afiliados o miembros del personal activo" reciben una comisión de 10 por ciento de las sumas pagadas por los reclutas. Julie se alistó para una serie de "pruebas de entrenamiento" hipnóticas inventadas por Hubbard. El recluta, designado cínicamente como "carne cruda", permanece sentado durante horas enteras, con los ojos cerrados y las rodillas tocando las de su "entrenador". Luego deberá estarse sentado, también durante largas horas, con los ojos abiertos. A continuación, el entrenador trata de descubrir los "resortes emocionales" del recluta. A todo esto siguen varias horas de ejercicios que le dictan: "Alza esa silla". "Mueve esa silla". "Siéntate en esa silla".
Comenta Margaret Thaler Singer, sicóloga de la Universidad de California, que entrevistó a Julie y a otros 400 ex afiliados a diversos cultos: "Tales pruebas pueden causar esquizofrenia grave, y los reclutas quedan sometidos antes siquiera de que se den cuenta de lo que les sucede".Julie observó que el siguiente paso, el del examen o revisión, continuaba eliminando las fronteras entre la realidad y la fantasía. En tal etapa Julie agotó los 3.000 dólares que había ahorrado para sus gastos en la universidad. Entonces se le dijo que en la iglesia podría seguir cursos universitarios sirviendo en "el personal" y trabajando turnos completos en reclutar jóvenes y entrenar nueva carne cruda. La chica acabó trabajando de 60 a 80 horas por semana, por una remuneración máxima de 7,50 dólares semanales. Para entonces ya se encontraba en un estado "semejante al de un robot".La joven se sentía superior, una de las criaturas elegidas del universo. Era una de los feligreses a quienes se les promete que "irán con Ron al planeta siguiente". De este modo, los afiliados adoptan la actitud de quienes consideran ser "nosotros contra los demás", que caracteriza a muchas formas del fanatismo religioso y político.Sin embargo, Julie Christofferson se contó entre los afortunados. Después de nueve meses, sus padres la retiraron de la secta y la arrancaron del trance parecido al de un autómata en que había caído. En agosto de 1979, en Portland (en el estado norteamericano de Oregón), un jurado dictaminó que la conducta de la iglesia de Cienciología era tan fraudulenta e indignante, que la condenó a pagar a Julie la cantidad de 2.067.000 dólares por daños y perjuicios.DOCTRINA Y DOLARES
Anne Rosenblum tuvo menos suerte, y alrededor de seis años estuvo entregada a la Cienciología. Sus últimos 15 meses en la secta los pasó en la unidad de castigo del lugar, llamada "Fuerza del Programa de Rehabilitación". En ella se vigila constantemente a los prisioneros, no se les deja solos ni un instante, ni pueden hablar con nadie ajeno al programa. Se alimentan con las sobras de las comidas, duermen en el suelo, y durante el día realizan agotadores trabajos físicos y serviles; asimismo, estudian las obras de Ron y rinden abrumadores exámenes destinados a detectar "crímenes cometidos contra Ron" en esta o "en existencias pasadas".
Según algunos desertores, los sujetos sometidos a revisión, sufren a causa de esta accesos de histerismo y sicopatía. En tal caso se les encierra, incomunicados. No es de extrañar, pues, que ocurran suicidios. En enero pasado, por ejemplo, en Clearwater (en el estado norteamericano de Florida), una afiliada a la Cienciología se arrojó a las aguas de la bahía, donde se ahogó.En el curso de los años, Hubbard ha incrementado nuevos grados y "niveles" de fe. El curso de "admisión" cuesta 3.812 dólares, pero el devoto que aspire alcanzar el nivel más alto, debe aportar la cantidad de 14.295 dólares. Hubbard ha recalcado las cartas que, conteniendo los principios de su política, dirige a su personal con exhortaciones tales como: GANA DINERO, GANA MAS DINERO, HAZ QUE OTROS PRODUZCAN PARA GANAR MAS DINERO. Cuando disminuye el número de reclutas y los ingresos bajan, Hubbard ordena al personal someterse a un régimen de arroz y alubias.Sin embargo, pareciera que los ingresos han ido en constante aumento. En 1974, la secta pagó 1.100.000 dólares por un antiguo albergue de novicios jesuitas en Oregón. En 1976, el fisco norteamericano descubrió 2.860.000 dólares en efectivo a bordo del Apollo, un yate de 97 metros de eslora, perteneciente al jefe de la iglesia. La secta desembolsó ocho millones de dólares, secretamente, a cambio de un hotel y otras propiedades en Clearwater. Uno de los principales colaboradores de Hubbard, que desertó hace poco, ha declarado que sólo el organismo de Clearwater tuvo entradas brutas hasta de un millón de dólares semanales durante el año pasado.ARTIMAÑAS RUINES
En 1966 Hubbard montó su propio organismo de información secreta, al que dio el nombre de "Oficina de Vigilancia" (GO, por sus siglas en inglés). Se había convencido de que una "agencia central" del Gobierno promovía los ataques contra la Cienciología, y sus sospechas recayeron en la Federación Mundial pro Salud Mental. "La siquiatría y la KGB se han unido", declaró. Al parecer, creía que estas operaban por medio de la FBI, la CIA, varios periódicos y otros grupos. Designó a Mary Sue Hubbard, su tercera esposa, para que dirigiera, desde su base de operaciones en Los Angeles (California), el contraataque por él concebido. Mary Sue definió el objetivo de la GO con estas palabras: "Barrer lo suficiente a la oposición para lograr un vacío en el cual la Cienciología pueda extenderse".
El programa de adiestramiento de la GO incluía instrucciones sobre cómo amenazar de muerte, anónimamente, a un periodista, difamar a cualquier clérigo protestante que se opusiera a la iglesia Cienciológica, falsificar recortes de periódico, planear y ejecutar raterías. La secta instruyó a sus voceros de relaciones públicas sobre como engañar a la prensa "para anular eficazmente todo informe falso". La GO empleaba de preferencia esta ruin artimaña: telefoneaba en forma anónima a la oficina del fisco, acusando a algún enemigo de la iglesia de evadir sus impuestos, lo que inducía al fisco a practicar una auditoría a ese enemigo. Sus principales, blancos eran los organismos que investigaban a la Cienciología o que públicaban artículos desfavorables a esta: diarios, la revista Forbes, la Asociación Médica Norteamericana, la Better Business Bureau y la Asociación Norteamericana de Siquiatría.También dirigía sus ataques contra particulares. En 1971, Paulette Cooper, escritora neoyorquina independiente, publicó un libro titulado The Scandal of Scientology ("El escándalo de la Cienciología"). La secta respondió a ello con una complicada campaña de litigación, robo, difamación y persecución maliciosa. La escritora recibió llamadas telefónicas amenazándola con matarla. Según documentos de la secta hechos públicos posteriormente, tal campaña iba encaminada a "conseguir el encarcelamiento de Paulette Cooper en una institución para enfermos mentales o en la penitenciaría".Los cienciólogos estuvieron a punto de lograr su propósito. La señorita Cooper y su editor fueron demandados en varias ciudades estadounidenses y del extranjero. Con el fin de que la iglesia de Cienciología abandonara su guerra legal, el editor de Paulette Cooper convino en retirar el libro de la circulación. "No compensa los gastos legales", explicó.La escritora relata que el peor golpe ocurrió al serle robadas varias hojas de su papel timbrado por un agente de la Cienciología, quien escribió algunas "cartas explosivas" y la hizo aparecer responsable. Un gran jurado federal la declaró culpable de enviar amenazas de muerte. Dos años duró su tormento, hasta que voluntariamente se sometió a la prueba de ingerir pentotal sódico para comprobar que no mentía. El Gobierno no retiró los cargos en su contra hasta que la acusada pasó esta prueba. Y el costo de su defensa ascendió a 28.000 dólares.CONTRAATAQUE
En 1976, la FBI descubrió que dos agentes de la iglesia de Cienciología venían usando credenciales falsas para registrar durante la noche cierta oficina del Departamento de Justicia. Tal descubrimiento sacó a la luz una extensa operación de espionaje que se realizaba en Washington. Cierto agente, Michael Meisner, fugitivo hacía casi un año, se ofreció para cooperar con el Gobierno. Meisner declaró que en 1974 la Cienciología había organizado un ataque general contra ciertas agencias oficiales estadounidenses que, según suponía la secta, venían estorbando a sus operaciones. Meisner supervisaba las practicadas en Washington. Con ayuda de otro agente, se introdujo en la sala de identificación fotográfica del fisco y falsificó las credenciales que él y sus cómplices empleaban para colarse en diversos edificios gubernamentales, robar y copiar las llaves olvidadas sobre un escritorio, forzar cerraduras, y hurtar y reproducir expedientes oficiales.
Gracias al testimonio de Meisner, la FBI obtuvo las órdenes judiciales de registro necesarias y, el 8 de julio de 1977, invadió el cuartel general de la Cienciología en Washington y Los Angeles. Los agentes en esta última ciudad se apoderaron de 23.000 documentos, buen número de ellos robados al Gobierno norteamericano, además de los utensilios empleados por los ladrones, y varios aparatos de observación electrónicos. La magnitud de la operación de espionaje era formidable. En una agencia del Departamento de justicia, un miembro de la iglesia de Cienciología, infiltrado en el lugar, incluso trabajaba en la caja de seguridad que contenía documentos de la CIA y de la Secretaría de la Defensa, estrictamente secretos. Otros cienciólogos se introducían por la noche y durante el fin de semana y saqueaban oficinas, entre ellas la del asistente del procurador general, de las que extraían documentos altamente secretos y los reproducían en máquinas copiadoras del Gobierno.El 26 de octubre de 1979, nueve jerarcas de la Cienciología escuchaban de pie al juez federal que los declaraba culpables de los cargos de robo o conspiración, descubiertos en su complot contra el Gobierno. A la cabeza de la lista aparecía Mary Sue Hubbard, de 48 años de edad, quien había .supervisado la operación. Hubbard mismo y otros 24 cienciólogos fueron citados como cómplices de los conjurados, aunque no fueron procesados.A partir de aquel día, muchos ex cienciólogos se han presentado a relatar casos que habían callado por temor a los vigilantes de Hubbard. En Boston, el fiscal Michael Flynn ha iniciado una demanda de carácter federal por 200 millones de dólares por fraude, atroz conducta y rompimiento de contrato, en representación de un antiguo cienciólogo y varios compañeros suyos que han sido víctimas de este culto.Sin embargo, Hubbard y sus secuaces no se han amilanado. Poco después de las sentencias anunciadas, en octubre pasado, lanzaron una convocatoria solicitando voluntarios para el contraataque que deberán desatar los vigilantes a fin de "cazar a los que pretenden detener la Cienciología".SON MUCHAS las lecciones que se derivan de la iglesia de Cienciología de Ron Hubbard. Cuando un individuo fanático, que emplea poderosas facultades para la comunicación, forma un séquito de fieles, los contagia de su falsa ilusión personal, los convence de que el mundo circundante es hostil y de que sólo ellos pueden salvar al mundo, y a la vez logra una obediencia ciega; su colectividad puede romper el tejido de las restricciones impuestas por la civilización y caer en los crímenes más aterradores. Las sentencias dictadas, los documentos arrebatados a la secta, las pruebas reunidas y los testimonios de los desertores del culto demuestran que los cienciólogos ya han practicado el robo, el espionaje, el chantaje, el secuestro, la detención injustificada y la conjura para hurtar documentos del Gobierno y estorbar a la justicia. Incluso han empujado al suicidio a varios de sus correligionarios. Los padres de una adolescente, tras seguirla entre el séquito de Hubbard durante varias semanas, publicaron en enero pasado un llamado urgente para que se ayude a impedir "lo que creemos podría ser otro suicidio o asesinato colectivo".
Como ya lo demuestra la historia de este tipo de cultos en el siglo XX, hay que mantenerlos en estrecha observación,