Publicado en
octubre 02, 2009
Ya sabemos balbucir y sonrojarnos. Ahora bien, podemos aprender a conservar el porte sereno y la dignidad.
Por Sue Browder.
En una fiesta para celebrar su primer trabajo, una modelo oyó a un amigo revelar en voz alta un secreto que él había jurado guardar. "Ahora está delgada como un lápiz", anunció a sus absortos oyentes, "pero deberían haberla visto hace dos años. Se pasó todo un verano en un centro de reducción de peso para adquirir esa figura". Algunos concurrentes rieron burlonamente y la modelo deseó que se la tragara la tierra.
Una enfermera muy competente disfrutaba de un rato de descanso en compañía de dos cirujanos que estaban desconcertados ante un caso difícil. La enfermera les propuso una brillante solución, y preguntó:
—¿Por qué no la intentan?
Uno de los cirujanos le repuso secamente:
—Porque recuerdo que la semana pasada apuntaste mal en el expediente los síntomas de un paciente.
La enfermera se ruborizó.
Todos conocemos a gente agresora como la de estos incidentes. Solos amigos, los colegas, los novios, novias o consortes que nos acarician en público, pero luego nos hieren profundamente al revelar algún desliz que hemos cometido o al comentar que no tenemos la menor gracia para contar chistes. Si nos enfadamos, los culpables dirán a menudo que "sólo estaban bromeando", que somos hipersensibles o nos falta sentido del humor.
Pero, como señala Edward Gross sociólogo de la Universidad de Washington en Seattle, quien durante 20 años ha estudiado la reacción de vergüenza, sentirnos humillados en público no suele ser gracioso ... ni trivial. La mayoría de nosotros, cuando se nos humilla nos encolerizamos, balbucimos o nos sonrojamos. Pero tenemos otra opción: dominar la situación.
No dediquemos demasiado tiempo a rumiar el agravio preguntandonos: "¿Por qué me lastimó así esta persona?" Algunos resentidos buscan deliberadamente la manera de avergonzarnos porque se sienten amenazados por nosotros o quieren castigarnos por algo que suponen hicimos en contra de ellos. Otras personas tienen la manía de ridiculizar y humillar a todo el mundo, sin ningún motivo.
Pero, según Barry Schlenker, psicólogo de la Universidad de Florida en Gainesville, no será necesariamente correcto pensar que quien así procede lo hace por alguna motivación oculta. "Es muy posible que la persona que nos avergonzó no haya querido herirnos a propósito". Cuando se le hace ver la falta cometida al agresor inconsciente y mal educado, generalmente se disculpará.
Por supuesto, la forma de reaccionar ante un incidente que nos avergüence dependerá de cada situación en pa rticular. Si nuestro jefe nos ha reprendido delante de los compañeros de trabajo y está á punto de volverlo a hacer, es posible conservar la serenidad sugiriéndole: "Hablemos de esto en privado, ¿quiere usted?"
Asimismo, si nos ofende nuestro cónyuge o algún amigo cercano, en vez de replicar en forma cáustica, conviene explicarles que estamos molestos, y que si eso se repite no podremos volver a confiar en ellos.
La próxima ocasión que alguien avergüence intencionalmente, quizá sea necesario tomar medidas más radicales. Acaso convenga interrumpirlo, diciendo: "Has logrado ridiculizarme. ¿Quieres decirme por qué lo hiciste?" O: "Parece que algo en mi te molesta. ¿Qué es?"
En cualquier caso, evitemos exaltarnos. Con perder la compostura sólo cedemos el dominio de la situación a quien nos ofende, y además nos exponemos a ser objeto de más hostilidad.
Con todo, muy a menudo la mejor manera de salir airosos es recurrir al ingenio irónico y al buen humor.
Edward Gross cuenta la ya clásica anécdota del enfrentamiento entre dos escritoras, una de las cuales acaba de publicar un libro y está disfrutando de los elogios de sus colegas. La segunda, con expresión de envidia, se aproxima a la primera para decirle:
—Me encanta tu libro. ¿Quién lo escribió por ti, querida?
—¡Me alegra que te haya gustado! —le replica la otra—. Pero, dime, preciosa, ¿quién te lo leyó?
Sí; reaccionar con donaire cuando tratan de humillarnos suele ser la mejor de las venganzas.
© 1987 POR SUE BROWDER. CONDENSADO DE "NEW WOMAN" DE NUEVA YORK. NUEVA YORK.