ARTE PARA ADMIRAR, ODIAR Y DISCUTIR
Publicado en
octubre 02, 2009
Galería Tate, 1977
En la Galería Tate puede ver obras maestras del pasado, presente y futuro, que amará... u odiará.
En agosto de 1977, un grupo de visitantes extranjeros se asombró al visitar la Sala de Esculturas de la Galería Tate de Londres. Aunque esperaban ver arte moderno controvertible, se encontraron con un conjunto de libros estropeados, una pila de frazadas de arpillera y una "escultura baja" que consistía en 120 ladrillos refractarios color castaño amarillento. Estos son ejemplos recientes de lo que se ha exhibido en la Galería Tate. Los turistas no estaban preparados para la exhibición más reciente de la Galería: justamente frente a un grupo de obras titulado "Artistas británicos de los años 60" había un automóvil británico Leyland Mini, flamante y dorado... y listo para ser usado.
Al observar la sorpresa de los visitantes, un asistente mostró el número de la matrícula provisional del vehículo: WIN 1 (gane uno). Era el primer premio de un sorteo para ayudar a la nación a conservar dos cuadros extraordinarios del siglo XVIII, pintados por George Stubbs: Haymakers ("Preparadores de heno") y Reapers ("Segadoras").
Después de haber utilizado gran parte de la suma anual para adquisiciones que le asigna el Gobierno de 560.000 libras esterlinas (alrededor de 1.120.000 dólares), y de haber recibido el generoso apoyo de algunos fondos para arte, a la Tate le faltaban todavía 380.000 libras para completar el precio que pedía el dueño: 774.000. El Gobierno prometió cooperar con la mitad del dinero a condición de que la Tate consiguiera el resto. Como sólo había un plazo de cinco meses para encontrar el dinero, se necesitaba de una acción enérgica. Sir Norman Reid, director de la Galejía Tate, tuvo una idea brillante: ¿por qué no un sorteo?
Cuando el grupo de visitantes supo por qué se exhibía un automóvil en la Tate, y varios otros regalos de distintos admiradores de la Galería, pasaron a un cuarto contiguo a admirar las obras maestras de Stubbs y luego se unieron a la entusiasta fila de los que compraban billetes para el sorteo, a 25 peniques (unos 20 centavos de dólar) cada uno. Mientras tanto, en lo alto de la sobria fachada neoclásica de la Tate, que da al río Támesis, varios trabajadores trepados entre enormes letreros que decían "SOS —Salven nuestros Stubbs", pintaban en un barómetro gigantesco la indicación de que se habían reunido las primeras 10.000 libras. Y el 15 de diciembre de 1977 la Tate anunció a los ganadores de los premios del sorteo y el éxito de su iniciativa. Sólo faltaba una semana cuando se salvaron para el país los codiciados cuadros. "Recurrir a una lotería para comprar grandes obras de arte es un nuevo enfoque para una galería nacional", comenta sir Norman Reíd, "pero uno de los atractivos principales es la visita de muchas personas que probablemente no se interesan en las galerías de arte".
Sir Henry Tate, fundador
La Tate, tal vez el museo británico de mayor movimiento, atrae más de un millón de visitantes por año y rara vez deja de ser una fuente de noticias. En febrero de 1976, la compra de la "escultura baja" de ladrillos refractarios en 4.000 libras creó furor público.
Los ladrillos, que aparecían de dos en fondo en un rectángulo del piso de la Galería, fueron diseñados por Cari André, escultor estadounidense moderno. El Daily Mirror lo llamó "una carga de basura". Otros periódicos publicaron caricaturas satíricas y los editorialistas escribieron críticas mordaces. La batalla duró meses, enfocando la atención del público hacia la evolución del arte mundial en una forma que no se había visto desde la agitación que causó la escuela surrealista en los decenios de 1920 y 1930.
La Tate, como destacada exponente del arte moderno, está acostumbrada a tal controversia. Sus funcionarios aceptan que, al exhibir lo más reciente en pintura y escultura modernas, no podrán evitar de vez en cuando las discordias con el público y la prensa.
"Recuérdese que durante 100 años por lo menos se ha ridiculizado toda nueva forma de arte", dice sir Norman Reid. "Picasso, que escandalizó a tanta gente, es ahora un reconocido maestro. Los ladrillos de André y otras adquisiciones que parecen tan discutibles son parte de un movimiento reconocido que debemos exhibir. La función de un museo como la Tate es exhibir lo que nos parezca la obra más significativa de la actualidad y también conservar las grandes obras del pasado".
"Un sabueso y una perra en el paisaje", pintado por Stubbs en 1792, fue adquirido con la ayuda de los Amigos de la Tate en 1973
En la Tate lo nuevo y lo viejo marchan felizmente a la par: comparte sus galerías con la más excelsa colección de pintura y escultura moderna, tanto británica como extranjera.
La Colección Británica Histórica que se encuentra en la Tate, abarca desde el siglo XVI hasta 1900, desde los robustos personajes de Hogarth hasta las lánguidas figuras de los prerrafaelistas, desde los vigorosos estudios de animales de Stubbs hasta los magníficos paisajes de Constable. Recorra las galerías y podrá seguir los pasos de la historia de la pintura británica a través de los elegantes retratos de Gainsborough y Reynolds, las extrañas y simbólicas ilustraciones de Blake y las pinturas narrativas de los Victorianos.
Y como joya máxima entre estos tesoros existe la colección pictórica de Turner —cerca de 300 óleos— que el artista dejó a granel para que se pudiera apreciar su obra en conjunto. Las tres galerías dedicadas exclusivamente a sus creaciones exhiben cuadros que abarcan toda su carrera, desde sus primeras marinas tradicionales hasta esas obras maestras impresionistas, bañadas de luz, como Norham Castle, Sunrise ("Castillo Norham, salida del Sol"), de serena belleza, pintado alrededor de 1840.
La historia de la Galería Tate comenzó en octubre de 1889, cuando Henry Tate, fundador de la compañía refinadora de azúcar Tate and Lyle y conocido por sus obras de beneficencia, ofreció su colección de más de 60 pinturas británicas (inclusive obras de Muíais, Orchardson, Fildes y lord Leighton) a la Galería Nacional. El donante exigía que su colección se expusiera en forma permanente y exclusiva. Sin embargo, la Galería Nacional no contaba con el espacio suficiente para satisfacer tal demanda y, en medio de la protesta pública, rehusó la oferta.
"Buque encallado", cuadro de Turner pintado entre 1830 y 1831, forma parte del legado que el artista hizo a Inglaterra
Unos pocos meses después, Tate ofreció nuevamente sus cuadros al país, si el Gobierno autorizaba la creación de una galería independiente "destinada sólo a obras de artistas británicos". Sugirió que también se podían trasladar allá las obras de artistas británicos que existían en la Galería Nacional, Trafalgar Square y el Museo de South Kensington, junto con los cuadros y esculturas comprados por el Legado de Chantrey en las exhibiciones anuales de la Real Academia.
La Tesorería se negó a construir una nueva galería y propuso que se usaran dos salas del Museo de South Kensington que parecían túneles. Finalmente Tate ofreció construir la galería por 80.000 libras si el Gobierno le permitía escoger el sitio, y este último aceptó. Pero el terreno que Tate escogió en South Kensington ya había sido designado para un nuevo proyecto científico. Entonces sugirió otro cerca de los jardines Temple en el Malecón, pero la Corporación de Londres pidió por él un precio demasiado alto.
Siguieron meses de aspereza hasta que Tate, enfurecido, retiró su oferta de cuadros y edificio. Pero al fin se logró un acuerdo en noviembre de 1892: se destinó el terreno de la prisión de Millbank, entre los puentes de Vauxhall y Lambeth, para construir la nueva galería.
El 21 de julio de 1897, el príncipe de Gales inauguró la Galería Nacional de Arte Británico, usando una llave especial que tenía su emblema de plumas. Esta galería, diseñada por Sidney Smith, contenía siete salas de cuadros y una de esculturas. Dos años después se añadieron ocho salas más de cuadros y otra de esculturas, también diseñadas por Smith.
"El señor y la señora Clark con Percy", de David Hockney (1970 a 1971). Forma parte de la colección moderna de la Galería Tate
Al necesitarse más espacio para las colecciones se han hecho ampliaciones periódicas. En 1908 uno de los notables benefactores de la Galería, sir Joseph Duveen, negociante en obras de arte, sufragó la construcción de un ala para acomodar los cuadros del Legado de Turner, la mayoría de los cuales después fueron traídos de la Galería Nacional.
En 1917 el Gobierno encargó a la Tate la colección nacional de arte moderno, tanto británico como extranjero, y pronto otro Duveen extendió sus manos generosas. El extravagante hijo de sir Joseph, que fue después el lord Duveen de Millbank, proporcionó los fondos para una galería de arte moderno extranjero en 1926, y para la nueva, sala de esculturas que se terminó en 1937.
La extensión más reciente, construida en la parte posterior del edificio actual, se inauguró el 24 de mayo de 1979. Su gran galería de tabiques móviles aumenta en un 50 por ciento el espacio para las exhibiciones de la Tate, al mismo tiempo que nuevos estudios, talleres, servicios fotográficos y bodegas le permiten ampliar su programa de restauración, proyectos educativos para escolares y series de conferencias. "El museo", explica Corinne Bellow, jefa del Servicio de Información de la Tate, "se ganará los corazones y las mentes de todos".
La Tate busca algo más que hacer atractivas sus exhibiciones. En noviembre de 1976 realizó una exposición especial para ciegos que incluía obras de Henry Moore, Barbara Hepworth y Edgar Degas, además de un juego de herramientas para esculpir, prestadas por Moore. También, a veces prepara una exhibición sobre una sola pintura, entre estas se encuentra la realizada en torno al retrato de Endymion Porter, un cortesano favorito de Carlos I, pintado por William Dobson, de quien se dice fue el mejor pintor del siglo XVII nativo de Inglaterra. En un folleto ilustrado se describían la vida y el aprendizaje de Dobson, se relataban las circunstancias en que se pintó el cuadro y se analizaba la importancia histórica y cultural de los detalles pictóricos... dando así una visión mucho más profunda del período de ese cuadro que en una exposición general.
Además de programas de conferencias y exhibiciones para estudiantes de todas las edades, la Tate hace un esfuerzo especial por interesar a los escolares. En 1971, para conmemorar el 90 cumpleaños de Picasso, invitó a algunos alumnos de cierta escuela para que soltaran 90 palomas mensajeras desde las gradas de la Galería. Después a cada muchacho se le dio un folleto con una reproducción del cuadro de Picasso titulado “Niña con una paloma”.
En los días festivos un tropel de chiquillos se precipita a la Galería para tomar parte en los "juegos de la familia Tate" cuyo propósito es estimular la percepción y conciencia sobre los artistas y sus obras. El llamado "localice el detalle" hace percibir cómo se idea y produce una pintura. En "la senda de los niños", un paseo con guía, se hacen preguntas especiales para obligar a los pequeños a reflexionar sobre sus reacciones. En "juegos de cuadros" actúan para representar las ideas que asocian con las escenas de los cuadros que tienen delante.
A pesar de todas estas actividades, una de las funciones más importantes de la Tate sigue siendo la más controvertida: proporcionar un lugar de exhibición a los artistas vivos. -"Ser exhibido en una galería como la Tate", explica sir Norman Reid, "significa un reconocimiento especial a un artista. Puede ser conocido en los círculos artísticos pero no por el público en general y nosotros podemos ayudar a llamar la atención de este último".
Al colocar bajo un solo techo la colección de arte británico más completa del mundo y algunas obras de avanzada de hoy, la Tate desempeña una función única. Obliga a las personas a mirar los objetos familiares y la vida de otra manera... a través de los ojos selectivos del artista.