Publicado en
mayo 13, 2009
¡QUE NO TE MOLESTE NUNCA SER "CULTA"!
Este mensaje es para esos días que nos vemos en el espejo y no nos gustamos.
Hace unos días se vio por las calles de Sao Paulo un afiche de "Runner", una de las cadenas de gimnasios más renombradas del Brasil, con la foto de una chica escultural y la siguiente frase:
¿Este verano qué quieres ser: sirena o ballena?
Dicen que una joven mujer, muy madura, de Sao Paulo (cuyas características físicas nunca trascendieron) le envió este mail a la empresa "Runner" respondiéndoles a su frase publicitaria:
Las ballenas están siempre rodeadas de amigos. Tienen una vida sexual activa, se embarazan y tienen ballenitas de lo más tiernas. Las ballenas amamantan. Son amigas de los delfines y se lo pasan comiendo camarones.
También se la pasan jugando en el agua y nadando por ahí, surcando los mares, conociendo lugares maravillosos, como los hielos de la Antártida y los arrecifes de coral de la Polinesia.
Las ballenas cantan muy bien y hasta tienen CD's grabados. Las ballenas son enormes y casi no tienen predadores naturales.
Las sirenas no existen. Si existieran, vivirían en permanente crisis existencial: "¿Soy un pez o soy un ser humano?"
No tienen hijos pues matan a los hombres que se encantan con su belleza.
Y yo agregaría que no tienen por dónde hacer el amor (¡Por Dios!).
Son bonitas sí, pero tristes y siempre solitarias. ¿Quién quiere acercarse a una mujer que huele a pescado frito y que no tiene hoyito como salvavidas?
¡Runner, querida, prefiero ser ballena¡
P.D. En estos tiempos de mujeres anoréxicas y bulímicas, en que la prensa, las revistas, el cine y la tele nos meten a la fuerza en la cabeza que sólo las flacas son bellas, este mensaje trae nuevas esperanzas a las ballenitas y, ¿por qué no?, a las sirenitas que no descansan un segundo pensando en su apariencia exterior.
Yo prefiero disfrutar un helado junto a la sonrisa cómplice de mis hijos, una copa de vino con un hombre que me haga vibrar y una pasta exquisita con amigos que me quieren por lo que soy, no por cómo luzco.
A medida que envejecemos, ganamos peso. Esto ocurre porque acumulamos mucha información en nuestra cabeza. Mi cabeza, por no soportar tanta información, comenzó a llenar el resto del cuerpo. Ahora entiendo que no soy gorda, "¡soy culta!”