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abril 22, 2009
Extraído del libro "El Libro de lo Insólito, pero cierto".
Cuestión de sobrante. En el siglo XVII, algunos doctores sostenían que los penes muy cortos se debían a que la madre naturaleza tomaba de este órgano el material que faltaba para completar otras partes del cuerpo. Por el contrario, los largos eran producto del tejido sobrante.
Mirada mortal. Según Alberto Magno, durante la menstruación las mujeres exhalan por los ojos un vapor nocivo que puede llegar a ocasionar la muerte.
Con las vergüenzas a cuestas. En la antigua Grecia, durante los rituales de Príapo se desfilaba en procesión llevando falos de madera de diversos tamaños y se lanzaban higos a la multitud. El pene más grande se transportaba en un carro tirado por los jóvenes falóforos.
A ciegas. Casi todas las mujeres y una tercera parte de los hombres cierran los ojos cuando besan a su pareja, según se desprende de un estudio realizado recientemente en Estados Unidos.
Sífilis mitológica. La palabra sífilis procede de una poesía escrita por Girolamo Fracastoro titulada Syphílis sive Morbus Gallicus, en la que Apolo castigaba al pastor Sífilo con esa terrible enfermedad.
Casanova y la bola de oro. Para no dejar embarazadas a las damas que caían en sus brazos, Casanova utilizó un curioso anticonceptivo: una canica de oro de 60 gramos que introducía en la vagina.
Obligada a engañar al esposo. La tradición del pueblo nayar del sur de la India, obliga a las mujeres casadas a recibir la visita de amantes. La mayoria de los híjos son fruto de estas relaciones.
Silencio, se menstrua. Los estudios MGM de Hollywood planificaban las películas en función de los ciclos menstruales de las actrices.
Ramilletes de nervios. Algunos anatomistas medievales creían que el pene era un manojo de nervios que nacen de la espina dorsal y acababan en el órgano sexual. Es por ello, que lo llamaron cauda nervorum.
Siempre a punto. La erección contínua del pene o priapismo se debe al consumo abusivo de alimentos fiatulentos, como los garbanzos, según los médicos medievales.
Visto y no visto. La cópula de un ratón dura cinco segundos.
Lo ofrecen todo. Los kabbabisches asesinan a los huéspedes que se niegan a acostarse con sus esposas.
Osamenta de leche. Los antiguos griegos creían que el esperma se almacenaba en los huesos.
¡Jesús, qué peligro! Bostezar durante el coito es mortal y estornudar impide la fecundación, según Plinio.
Amor a tropezones. En las danzas ceremoniales, las mujeres guajiras de Colombia zancadillean a los varones como invitación a mantener un encuentro sexual.
Tapar las vergüenzas. Antiguamente, las prostitutas turcas se desnudaban completamente ante el cliente, pero se tapaban la cara en señal de pudor.
El precio justo. En 1977, un urólogo norteamericano compró el pene de Napoleón por 400.000 pesetas.
Órgano que no se utiliza, se seca. El útero de las mujeres que no practican asiduamente el acto sexual se deseca y cierra herméticamente, lo que atormenta a todo su cuerpo, según Hipócrates.
Devolver la fertilidad. Para saber si una mujer era fértil, los médicos egipcios le hacían sentarse sobre una mezcla de harina de dátiles y cerveza. Si vomitaba era signo de que podía quedarse preñada.
Las semillas desperdigadas. Paracelso decía que el semen provenía de todas las partes del cuerpo y que acudía a los testículos durante el acto sexual.
¡Menudo cacao! Los aztecas se excitaban sexualmente bebiendo chocolate.
Opción lapídada. Los godos enterraban vivo a todo aquel sospechoso de ser homosexual.
¿Privilegio femenino? Sólo la hembra del topo y de la hiena comparten con la mujer el hecho de presentar himen.
Entre verso y verso... Se dice que una de las fantasías del poeta británico Lord Byron (1788-1824) era la de disfrazar a sus amantes con ropas de hombre para hacerlas pasar por sus primos en los hoteles donde se daban cita.
Desafio testicular. Por término medio, los testículos de los europeos tienen el doble de tamaño que los de los chinos.
Adulterio en llamas. Entre los pueblos germanos, el adulterio estaba penado con la quema de la mujer. El amante era ahorcado sobre sus cenizas.
Picadura cinematográfica. Para conseguir que la actriz Hedy Lamarr simulara una expresión orgásmica en una de las escenas de la película Éxtasis (1932), su director, el checo Gustav Machaty, le propinó un pinchazo con un alfiler en las nalgas.
Desnudez por los suelos. En la China del siglo XIX, solamente el marido podía contemplar los pies desnudos de su mujer.
La cara oculta de la belleza. De Serves decia que una de las causas de la esterilidad femenina es la belleza excesiva. Ello se debe a que estas mujeres atraen más sangre hacia las distintas partes del cuerpo, "de manera que no les queda fluido libre para formar el semen".
Horadar en lo más íntimo. El médico Nicolás Venette (1622-1698) sostenía que la mujer puede autofecundarse si se le perfora el clítoris. Afortunadamente, nunca intentó comprobarlo.
La culpa es del ciclo. Plinio aseguraba que la presencia de una mujer con el periodo provocaba que las semillas se esterilizaran, el vino se picara y las abejas dejaran de hacer miel y murieran.
Como para fiarse del pajaro. Aún hoy, las mujeres nigerianas creen que pueden quedarse embarazadas sin ayuda del hombre. Piensan que la Gran Madre Luna les envía al Pajarito de la Luna para que las llene de bebés.
El color de la lujuria. Giovanni Benedetto Sinabaldi afirmaba en su obra Geneatro piae (1674) que todas las mujeres son lascivas, pero las pelirrojas las que más.
Los excesos se pagan muy caros. En el siglo XVII, algunos médicos sostenían que a los promiscuos se les ponía la nariz roja, padecían gota crónica, alopecia y, a los más viciosos, hasta les salía chepa.
Fuera de serie. La hembra de la hiena manchada tiene un enorme clítoris que se asemeja a un pene.
Jóvenes anillados. En el siglo pasado todavía había doctores que aconsejaban que los adolescentes portaran cinturones de castidad para evitar la masturbación y anillos con clavos interiores para impedir la erección.
Una oportunidad para los débiles. Para evitar ser atacados por los machos más potentes, algunos peces sol aparentan ser hembras. Así disfrazados, se cuelan en sus madrígueras y dejan caer el esperma.
Intimidad aerografiada. Para que la película El imperio de los sentidos (1976), del dictor japonés Nasiga Oshima, pudiese exhibirse en las pantallas niponas, tuvo que ser sometida a un tratamiento muy especial. Debido a que en Japón, incluso en los estudios de revelado, está prohibida la visión del vello púbico, la copia fue revelada en Francia y las partes íntimas de los actores fueron acrografiadas.
Invidentes sexuales. La ceguera fue una de los males más extendidos en la Edad Media, debido a la falta de higiene de quienes sufrían enfermedades venéreas.
Los últimos de la fila. Los carneros disponen de una reserva de semen suficiente para 95 eyaculaciones, el conejo para 30 y el hombre para dos o tres.
La medidas de la esposa. El médico galo Federé prohibía contraer matrimonio a todas las mujeres cuyas caderas no sobrepasaran los 14 pulgadas de diámetro sacro-ventral en el límite superior porque no eran aptas para la gestación.
La imagen del sexo. Cada año se ponen a la venta en nuestro país entre 300 y 350 videos pornográficos nuevos.
Lección de amor. Las mujeres de la Grecia preclásica acudían a las escuelas del amor para refinar y perfeccionar sus artes amatorias.
Selección femenina. Para formar el harén, los antiguos árabes elegían jóvenes con senos pequeños y firmes, tez lozana y pilosa, ya que pensaban que las mujeres con estas características eran mejores amantes. Desechaban, por el contrario, a las que tenían grandes pechos y el rostro pálido.
Fabadas tabúes. Las judías fueron prohibidas en los conventos porque eran consideradas un alimento afrodisiaco.
Escenarios prohibidos. La censura de Hollywood nunca permitía que apareciera en pantalla una cama de matrimonio. En las escenas de alcoba, el lecho único se sustituta por dos camas con una gran mesilla en medio.
¡Vaya fauna romana! En la antigua ciudad de Roma las mujeres de vida alegre eran clasificadas en distintas categorías: las delicatae, damas mantenidas por los ricos; las famosae, hijas y esposas de gente adinerada que se entregaba al sexo por puro placer, las dorae, prostitutas que iban siempre desnudas; las lupae, que ejercían el oficio bajo los arcos y puentes; las noctilidae, mujeres que salían sólo por la noche; las copae, que trabajaban en tabernas y posadas; y otras muchas.
Seducción mortal. Algunas especies de luciérnaga exhiben pautas luminosas características de las hembras de otra estirpe. Así atraen al macho para devorarlo.
Una marcha atrás para las úlceras. En los siglos XIV y XV, los doctores pensaban que el coito interrumpido causaba ulceraciones en el pene.
La otra manera de pasar el cepillo. Las sacerdotisas hindúes mantenían relaciones sexuales con los creyentes a cambio de dinero, para contribuir al mantenimiento del templo.