Publicado en
abril 26, 2009
Henry Ford muere y llega al Cielo. En la puerta, San Pedro le recibe y le dice:
―¡Bien! Tu fuiste una persona buena y ni qué decir de tu invención. La cadena de montaje para automóviles cambió el mundo. Como recompensa, puedes pasear a voluntad por el Cielo, puedes ir a cualquier lugar.
Ford piensa un momento y dice:
―Quiero estar junto a Dios durante un rato.
San Pedro le pide a un ángel que acompañe a Ford a la sala privada del Todopoderoso. Ford entra en la sala y le pregunta a Dios con reverencia:
―Señor Todopoderoso, cuando inventaste a la mujer, ¿en qué pensabas?
―¿Qué quieres decir con eso? ―pregunta el Todopoderoso.
―Bueno Señor, hay grandes problemas en el proyecto de tu invención:
● No existe ningún modelo económico
● Hace mucho ruido cuando se calienta
● El mantenimiento es extremadamente caro
● Necesita pintura constantemente
● Tiene que parar 5 días de cada 28
● Antes del primer tercio de su vida se le caen las defensas delanteras y traseras
● La carrocería se cuartea a los pocos kilómetros
● El consumo de combustible es asombroso
● Es muy lento comparado con el otro modelo que hiciste
―Y estos son sólo algunos de los problemas.
Dios va para la Supercomputadora Celestial, hace clic en un icono de la pantalla y, casi instantáneamente, aparece un listado.
Dios lee el informe, se vuelve hacia Ford y le dice:
―Puede ser que mi proyecto tenga problemas, como dices, pero en este preciso momento, hay más hombres montados en mi invento que en el tuyo.