LA ACTIVIDAD SEXUAL DESPUÉS DE LOS 60 AÑOS
Publicado en
mayo 23, 2024
En los últimos años se han hecho importantes estudios médicos según los cuales no hay razón fisiológica que impida a las personas de edad avanzada, hombres o mujeres, desarrollar satisfactorias relaciones sexuales siempre que gocen de buena salud.
Por Norman Lobsenz.
UN ESCRITOR, queriendo dar un final chistoso a una entrevista reciente con Bob Hope, preguntó al famoso cómico si creía posible el acto sexual después de los 65 años. "¡Ya lo creo!" contestó Hope. "¡Y es muy bueno!" —y, haciendo una pausa teatral, añadió confidencialmente—: "Sobre todo el que toca en otoño".
Parece siempre jocosa la idea de las relaciones sexuales entre personas de cierta edad. Hace unos cuantos años la doctora Mary Calderone, una de las más eminentes autoridades norteamericanas en sexología, respondía a preguntas de estudiantes de segunda enseñanza de Chicago. Un osado adolescente le preguntó:
—¿Qué edad tiene usted? ¿Está casada? ¿Todavía cohabita?
Cuando cesaron las risas, la doctora Calderone contestó:
—La respuesta a la primera pregunta es: tengo 64 años. La respuesta a las otras dos es "sí" —y añadió—: "Los jóvenes no tienen el monopolio de la vida sexual, que perdura durante toda la vida de la persona".
No obstante la acumulación de pruebas científicas de este aserto y las actitudes más tolerantes con la conducta amorosa del individuo, se sigue fomentando la creencia de que las relaciones sexuales ya no son necesarias, ni posibles, cuando uno tiene ya 60 años o más. Por consiguiente, no es normal la persona sexualmente activa a esa edad. Y no es decente ni resulta de buen gusto (se piensa) que los ancianos satisfagan tal instinto.
Imbuidas en la creencia errónea de que la actividad sexual declina hasta extinguirse a medida que la persona envejece, o de que esa actividad es perjudicial para la salud de los ancianos, muchas personas de edad avanzada renuncian a la vida sexual. Y los médicos y consejeros informan que los ancianos, cuando confiesan deseos eróticos, suelen disculparse por tener apetitos "indecorosos" e incluso "depravados". Un gerontólogo cita el caso de un hombre de 84 años que se quejaba a su médico de las frecuentes solicitaciones de trato sexual de su esposa, que tenía 79. El marido era capaz de satisfacer sus exigencias, escribe el médico, pero creía que esa actividad "no es natural en un matrimonio tan viejo".
Pero si este clima general de desaprobación estorba la expresión sexual de las parejas en edad muy avanzada, crea obstáculos mucho mayores para las personas de más de 65 años solteras, viudas o divorciadas, sobre todo tratándose de mujeres.
Es mucho más fácil para un hombre de cierta edad encontrar esposa que para una mujer en las mismas condiciones encontrar marido; en gran medida, porque prevalecen las prerrogativas del varón. Lo más probable es que sea éste quien tome la iniciativa en las relaciones sexuales. Se estima que la ancianidad no influye en la apariencia masculina tanto como en la femenina. Ver un anciano casarse con una muchacha es más aceptable para la gente que ver una mujer de edad casarse con un joven.
Además, la vida sexual extramatrimonial es más accesible a los hombres que a las mujeres. El Dr. Eric Pfeiffer, director adjunto de los programas del Centro para el Estudio del Envejecimiento y el Desarrollo Humano, de la Universidad de Duke, informa que cerca del 90 por ciento de las mujeres entrevistadas en un prolongado estudio del comportamiento sexual en la ancianidad, habían cesado de tener trato carnal cuando el esposo enfermó, quedó impotente o murió. "En cambio", informa el Dr. Pfeiffer, "el estado matrimonial tiene poco o ningún efecto en la frecuencia del trato sexual de los hombres de edad avanzada". El hecho de haberse formado en una sociedad que permite mayor libertad sexual a los hombres que a las mujeres hace moralmente más fácil para los ancianos que para las ancianas aceptar las relaciones carnales fuera de matrimonio.
Estudio de la vida sexual en los ancianos. ¿Son realmente nuestros impulsos y facultades sexuales tan persistentes y de tan larga duración? De vez en cuando regresa un científico de Hunza (Cachemira), de la Georgia soviética o de un pueblo andino de Ecuador con informes de octogenarios sexualmente activos. El Dr. Alexander Leaf, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, que ha estado en esos tres centros de longevidad, informó recientemente estar convencido de que "es posible durante 100 años, por lo menos, llevar una vida vigorosa, sin excluir la actividad sexual".
Pero, ¿es también verdad esto para las personas comunes de edad avanzada? Lo es: Y gran parte de la "indignidad" que sufren se podría mitigar si se conocieran mejor los hechos biológicos. Los tres estudios más importantes sobre el comportamiento sexual de los ancianos que se han hecho en los Estados Unidos son: el del Dr. Alfred Kinsey (cuyos informes acerca de la conducta sexual masculina y femenina se publicaron, respectivamente, en 1948 y 1953), el del Centro para el Estudio del Envejecimiento de la Universidad de Duke, y el de Masters y Johnson (directores de la Fundación de Investigaciones de Biología Reproductiva, en San Luis, en el Estado de Misurí). En los tres se demuestra sin lugar a dudas que los hombres y las mujeres saludables son fisiológicamente capaces de llevar una vida sexual satisfactoria mucho después de haber cumplido 80 años.
El estudio de Kinsey fue el que abrió brecha; nos enseñó que cuatro de cada cinco hombres de más de 60 años eran capaces del trato sexual y que tampoco había pruebas de declinación sexual en las mujeres, incluso a muy avanzada edad. Los estudios de la Universidad de Duke, seguidos sin solución de continuidad por espacio de 20 años, son los únicos en que los investigadores han podido observar durante un lapso largo la tendencia de la sexualidad en los ancianos. Un dato muy interesante fue la prueba de que el 15 por ciento de los hombres y mujeres estudiados revelaron aumento del interés y la actividad sexual a medida que envejecían.
La prueba clínica. El Dr. William Masters y Virginia Johnson no sólo entrevistaron a los ancianos, sino que observaron clínicamente su comportamiento sexual. Así se pudieron contrarrestar las fallas de memoria, las creencias erróneas motivadas inconscientemente por el deseo, las jactancias o los ocultamientos por vergüenza. Por otra parte, se logró la primera descripción detallada de las reacciones fisiológicas sexuales del organismo de personas en edad avanzada. Masters y Johnson concluyeron que en el anciano son más lentas, pero eso no es óbice para el placer del acto carnal. En realidad, el trato sexual de un anciano puede ser muy satisfactorio, tanto para él como para la mujer, precisamente porque su duración es mayor que en el hombre menos viejo. Si no convinieran en abstenerse de todo trato carnal, dicen estos investigadores, las parejas de ancianos "podrían y deberían continuar ejerciendo sin obstáculos e indefinidamente sus funciones sexuales".
Una serie similar de cambios fisiológicos ocurre en la mujer de édad avanzada, aunque, por fortuna, las molestias o irritabilidad local pueden mitigarse y contrarrestarse con un tratamiento hormonal. La mujer de avanzada edad, según Masters y Johnson, "es perfectamente capaz de actividad sexual y de lograr el orgasmo". La literatura médica registra muchos casos de mujeres de 60 a 80 años de edad que aún experimentaban el orgasmo y —lo que es más— algunas de ellas empezaron a tenerlo a esas edades.
Ninguna posibilidad de estar solos. Lo verdaderamente nefasto es que quienes tratan con los ancianos (familiares y amigos, médicos y trabajadores sociales, personal de los asilos para ancianos) ignoran los datos que abonan el interés y la capacidad sexuales de estas personas, o no los aceptan, por sus prejuicios. Los hombres y las mujeres que viven en asilos u hogares para personas de edad avanzada son probablemente los que más sufren a este respecto. Su medio está casi totalmente desexualizado. Casi no hay posibilidad de que un anciano y una anciana puedan estar juntos y solos. Únicamente una minoría de instituciones se esfuerzan para proporcionar lugares en los que tales parejas puedan al menos hablar, ya que no tener relaciones más íntimas.
La doctora Calderone comenta: "La sociedad parece decirles: Debes terminar con la actividad sexual, sobre todo porque tratar de satisfacer tus necesidades aumentaría las molestias que ya nos causa tu asistencia". Por ello la mayoría del personal, desde administradores hasta sirvientes, eluden hablar siquiera de la posibilidad de que los ancianos residentes en esas instituciones tengan necesidades o deseos sexuales. Una persona de edad avanzada que muestra tales necesidades o deseos suele ser objeto de reprimendas, pues la miran como enfermo mental o monstruo depravado.
La necesidad de amor. Aunque quizá nos adaptamos lentamente a la idea de que hay vida sexual después de los 65 años, todavía distamos mucho de ayudar a los ancianos a expresar sin cortapisas sus necesidades en este orden y de procurar solucionar sus problemas. Tal es la opinión del Dr. Robert Butler, siquiatra de Washington, D.C., y autor, en colaboración con Myrna Lewis, de Aging & Mental Health ("Envejecimiento y salud mental"). "Lo que se necesita", afirman estos especialistas, "es una campaña de educación sexual para las personas de edad avanzada".
Butler cree que los facultativos tienen la obligación de ser más precisos sobre la relación de causa a efecto entre la sexualidad y las enfermedades. Por ejemplo: el hombre o la mujer que padezcan del corazón deben saber que un infarto del miocardio o un ataque de angina de pecho durante el trato carnal es mucho menos probable de lo que ellos temen. La mujer que sufra de molestias vaginales debe someterse a un tratamiento de reposición hormonal; hay que tranquilizar al hombre que se va a hacer una prostatectomía diciéndole que el peligro de impotencia es relativamente remoto.
"El médico ordinario", agrega Butler, "no piensa en la importancia de la sexualidad para los ancianos". Sin embargo la actividad sexual puede, sin duda, ser terapéutica para una persona de edad avanzada. Y concluye: "Sabemos que esta actividad puede aliviar a los artríticos, porque aumenta la producción de cortisona de las cápsulas suprarrenales. El coito ayuda también a disminuir la tensión síquica".
Sin duda en la vida sexual después de los 65 años hay algo másque el simple acto carnal. Para el hombre, hay la satisfacción de sentirse todavía viril; para la mujer, el sentirse aún femenina: para ambos, ser todavía queridos y mutuamente necesarios. Sin olvidar el confortante calor de la proximidad física y el placer de sentir la compañía. Por último, la intimidad emocional que suscitan los goces compartidos. ¿Acaso los ancianos no necesitan tanto amor como cualquier persona?
Condensado del suplemento dominical del "Times" de Nueva York (20-I-1974), © 1974 por The New York Times Co., 229 W. 43 St., Nueva York. N.Y. 10036.