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febrero 02, 2023
MI HIJA Susana y yo empezábamos a sentir los efectos del distanciamiento ideológico entre generaciones. Discutíamos cada vez más por los peinados, la ropa y el arreglo de la alcoba, y ella protestaba con frecuencia: "¡Siempre me estás riñendo!" Con el deseo de profundizar en el tema, decidí consultar en mi próxima visita a la biblioteca pública algún tratado de sicología de la adolescencia.
Fuimos juntas a la biblioteca. Cada una escogió sus libros y nos encontramos a la salida, frente a la mesa de la bibliotecaria. Quien hubiera visto las obras que llevábamos habría notado que teníamos dificultades: entre mis libros estaba uno titulado Cómo comprender a los hijos, mientras que uno de los escogidos por Susana se llamaba Cómo entender a los padres.
—J.S.
EN SU trabajo de consultora de belleza, mi esposa anda mucho en automóvil. Un día se asombró al ver por el espejo retrovisor la luz roja intermitente de un auto de patrulla. A los pocos minutos se encaró a un joven policía que le impuso una multa por exceso de velocidad.
Al día siguiente la llamaron por teléfono; una voz de mujer, titubeante, le preguntó si hablaba con la persona que había sido multada por rebasar el límite de velocidad el día anterior, y mencionó el lugar del incidente. Al responderle afirmativamente, la que llamaba confesó ser la esposa del agente. Y le explicó que su marido le había dicho haber percibido la fragancia más deliciosa que jamás hubiese olido. Es más, la encomió con tal entusiasmo que ella se propuso averiguar el nombre del perfume.
La esposa del agente es hoy una de las mejores clientes de mi mujer, y el costo de la multa se ha pagado con creces.
—G.W.H.
UNA DE mis compañeras de trabajo en el banco se alegró mucho cuando el marido le compró una bicicleta de diez velocidades. Afirmó que al día siguiente iría en ella al trabajo, que dista 11 kilómetros de su casa. Todos dudábamos que siguiera haciendo el largo viaje en bicicleta, sobre todo al siguiente día, pues amaneció lloviendo. Pero estábamos equivocados: Precisamente a las 8:30, entró pedaleando por las puertas del banco... vestida con sólo. Un bikini mojado y con un morral a la espalda, en el que llevaba la ropa del día.
—C.H.
UN PROMINENTE arquitecto de mi comunidad y su esposa poseen una interesantísima colección de banderas, una para cada ocasión. Si el invitado de honor es un funcionario de las Naciones Unidas, se iza el pabellón de este organismo. Si se agasaja a un profesor de la Universidad de Yale, ondea el estandarte universitario. Cuando los muchachos vuelven a casa en vacaciones, se levanta un gallardete con la divisa: "Bienvenidos a casa". Los visitantes de países que han disfrutado de su hospitalidad se sienten sumamente halagados al ver enarbolada su oriflama nacional mientras residen allí.
Pero una enseña que me intriga de manera especial es la que los anfitriones izan cuando sólo desean tomar baños de sol en el prado, o sentarse a leer sin que nadie les moleste. Es una banderola que proclama: "Buenos días, pero no entre usted".
—V.T.
CIERTO día fui al mercado a comprar manzanas. Después de mucho escoger, por fin pagué una canasta y ya me disponía a alejarme, cuando me pareció ver otra más bonita. Pregunté al vendedor cuál de las dos creía que tenía la mejor fruta, y él repuso:
—Señora: le vendí a usted la mejor canasta de manzanas que tenía; así siempre me queda la mejor para el próximo cliente.
—H.R.
SOY PINTOR aficionado, y había colocado mi caballete junto al mar para empezar a plasmar algunas barcas pesqueras cerca de una pintoresca choza. Un viejo lobo de mar se colocó detrás de mí a curiosear.
Sintiéndome un poco como "actor", quise hacer el papel de pintor. Al posarse una gaviota sobre el techo de la caseta, la dibujé rápidamente. Unos minutos después el pájaro remontó el vuelo. No pude resistir a la tentación de seguir "actuando" y, tomando una espátula, raspé el ave del lienzo y volví a pintar el azul brillante del cielo.
El anciano me había observado en completo silencio, pero al fin comentó: "Joven, ¿qué piensa hacer cuando baje la marea?"
—S.R.K.