NOTICIAS DEL MUNDO DE LA MEDICINA
Publicado en
agosto 16, 2022
"EL SEÑOR ¡UF!"
LA MAYORÍA de las sustancias venenosas se marcan con claridad suficien te para poner en guardia a los adultos contra sus peligros, pero estas advertencias resultan a menudo inútiles para los niños. Muchos no pueden descifrar las etiquetas aunque lo intenten; a algunos, en vez de desagradarles, les atrae la tradicional calavera con los huesos cruzados que se utiliza como señal de peligro. Ahora hay en Norteamérica un diseño nuevo que, al parecer, sirve para que los menores capten mejor el mensaje. Se conoce con el nombre de "el señor ¡Uf!". Consiste en una cara con expresión dolorida y la lengua fuera, e indica al niño que eso es dañino.
"El señor ¡Uf!" fue creado por el Dr. Richard Moriarty, del Centro de Información sobre Venenos del Hospital de Pittsburgo, quien llevó a cabo una serie de experimentos para decidir cuál de los diversos diseños resultaba más repelente para el niño curioso. El emblema debe su nombre a uno de los pequeños testigos del estudio. Para explicar por qué no cogía un frasco que tenía pegada como etiqueta la cara verde biliosa, el niño dijo sencillamente: "¡Uf!"
—Time
FOTOGRAFÍAS QUE INDICAN SI SE ESTÁ PREDISPUESTO A UN ATAQUE CEREBRAL
LA FOTOGRAFÍA con rayos infrarrojos, conocida médicamente como termografía, sirve a los médicos para detectar a las personas expuestas a un ataque cerebral. Sin aviso previo, este padecimiento puede dejar tullido o matar a un individuo, pues queda bloqueado el paso de la sangre al cerebro. Aunque el bloqueo se presenta en cualquier vaso arterial de este órgano, se puede detectar a menudo en las arterias carótidas externa e interna de ambos lados del cuello, ramas de la carótida primitiva. Para descubrir si ha disminuido la luz de uno de estos vasos tan importantes, los médicos enfrían la frente del enfermo y observan cómo la termografía registra la velocidad de recuperación de la temperatura normal.
El principio en que se basa la técnica es que las regiones anatómicas con riego sanguíneo abundante están más calientes que los órganos adyacentes, en donde el flujo de sangre es menor. Estas zonas de temperatura más alta se ven en la termografía como manchas brillantes, y las más frías aparecen oscuras. En consecuencia, si un lado de la frente que se ha enfriado antes tarda en calentarse más que el otro, la arteria que riega esa mitad del cerebro quizá tenga un flujo de sangre menor. Después, los médicos hacen pruebas más minuciosas.
Si se ve que la arteria está muy obstruida, se puede extraer quirúrgicamente el trombo. En casos de menor gravedad, se pueden administrar anticoagulantes, para evitar que los trombos aumenten de tamaño, o que se formen nuevos coágulos.
—James Carberry, en The Wall Street Journal
NUEVO MEDICAMENTO QUE CONTROLA EL SÍNDROME DE TOURETTE
NANCY es una muchacha que sufre de constantes contracturas musculares en párpados, boca, cuello y hombros; con cierta frecuencia gime o grita, y a veces, sin venir a cuento, le sale de los labios una andanada de obscenidades y groserías que harían ruborizarse a un marinero. Su padecimiento empezó hace siete años, cuando tenía once.
En otros tiempos no era raro que se acusara a estos enfermos de estar poseídos por el demonio. Hoy la sociedad aparta y aísla a muchas víctimas de esta enfermedad. Pero gracias a un nuevo medicamento, los pacientes de este mal pueden vivir con relativa normalidad.
El remedio es tan eficaz que no vuelve a gritar ni a proferir palabrotas, a menos que se les olvide tomar la píldora curativa.
La enfermedad —llamada así en honor del médico francés que la describió— resulta difícil de entender. Muchos investigadores la atribuyen a una lesión del sistema nervioso central. No se abrigaban esperanzas de que Nancy se curara hasta que la llevaron al Hospital Michael Reese y al Centro Médico de Chicago. Allí, el Dr. Louis Boshes, jefe del departamento de neurología, diagnosticó el padecimiento y le recetó haloperidol, enérgico tranquilizante. El medicamento ha revolucionado el tratamiento de la enfermedad de Tourette, dice el Dr. Boshes.
Antes de probar el haloperidol, comenta el Dr. Arthur Shapiro, profesor de siquiatría del Centro Médico Cornell, del Hospital de Nueva York, el padre de un enfermo gastó 50.000 dólares tratando inútilmente de curar a su hijo. El Dr. Shapiro, que atiende a unas 70 personas con el síndrome de Tourette, dice que el medicamento ha demostrado tener una eficacia de cuando menos el 80 por ciento en todos los casos, y que en muchos de ellos se ha logrado la desaparición casi completa de estos síntomas.
—R.K.