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julio 29, 2022
CIERTO día en que no me encontraba en casa, nuestra hijita de diez años le preguntó a mi esposo qué era una virgen. No queriendo eludir la pregunta ni comprometerse demasiado, mi marido le habló de las grandes selvas vírgenes.
Algunas semanas más tarde, mi madre vino a visitarnos y, mientras leía un artículo sobre la vida moderna, comentó:
—Supongo que hoy ya no hay vírgenes.
Al oír este comentario, mi hijita respondió vivamente:
—Oh, sí; hay muchas en el norte, y los leñadores no las tocarán en muchos años.
—P.S.
MI NIETECITA de nueve años, que aspira a ser escritora, me pidió que opinara sobre una de sus composiciones. Hallé muy poco que criticar, pero sí le advertí que no era de buen gusto literario repetir una palabra en la misma frase, siempre que hubiese algún sinónimo adecuado. Cuán fielmente siguió mi consejo pudo apreciarse en una labor de bordado que poco después trajo de la escuela, en que figuraban las palabras: "Hogar, dulce casa".
—C.W.H.
NIÑITO moderno a su madre: "Mamá, ¿de dónde vienen los folletos sobre educación sexual?"
—"Peterborough", en The Daily Telegraph de Londres
EN UN barco de transporte de tropas que se dirigía al Extremo Oriente, estábamos comenzando nuestra comida de mediodía.
—¿Hay alguna queja? —rugió el sargento mayor.
Un valiente soldado raso se levantó para hablar, pero el sargento mayor lo reprendió inmediatamente.
—Si se va a quejar por usted mismo, es en vano. Si habla en nombre de sus compañeros, es un motín.
—J.P.D.
AL VOLVER nuestro televisor del taller de reparación de un aficionado, nos estaba dando una imagen preciosa, sólo que tenía un defecto: la imagen estaba al revés: los letreros se leían al contrario, de derecha a izquierda, y los vaqueros montaban a caballo por la derecha, lo cual es un error.
No devolvimos el aparato a corregir esa anomalía, porque nos fuimos acostumbrando, y nos gustó más así. Vemos que ahora es más sencillo pasar por alto los anuncios comerciales o, a veces, cuando se nos antoja, gozamos descifrando los letreros. Los vecinos han ido a ver nuestro extraño televisor y les ha divertido mucho. ¿Por qué no hacer poner el cinescopio de su televisor al revés? La obra es muy sencilla para un técnico en televisión. Quizá le divertirá a usted por variar, o para una fiesta. O tal vez se enamore de él, como nosotros del nuestro.
—C.G.
"LIQUOR HILDE", estafadora de Alemania Occidental, se ganaba la vida haciéndose amiga de caballeros de edad en alguna taberna, a los que llevaba luego a su casa, donde, después de drogarlos, los robaba. Una noche Hilde y su presunta víctima estaban viendo el popular programa de televisión, Aktenzeichen: XY Ungelöst ("Caso: XY... sin resolver"). De improviso, la dramatización versó sobre el tipo de estafa que aquélla practicaba y apareció en la pantalla una foto de la propia Hilde tomada de los archivos de la policía. Ella apagó rápidamente el televisor. Su víctima no la reconoció, pero un vecino sí. Éste dio parte a la policía, que la aprehendió.
Cada programa de la serie presenta varios casos sin resolver. A los 90 minutos, el locutor ofrece un informe de los progresos logrados, que a veces son sorprendentes. Por ejemplo, cuatro de los nueve casos descritos en el programa de enero de 1972, quedaron esclarecidos esa misma noche. En los cinco años que ha venido presentándose, XY ha hallado la solución a 142 de los 248 crímenes que ha tratado.
—Time
¿QUÉ HACE usted si desea un automóvil nuevo pero no puede reunir el dinero necesario para el pago inicial? Para quien viva en el Brasil, lo mejor es hacerse socio de un consorcio. Cien personas dan cada una una cuota mensual equivalente a la quincuágésima parte del precio de un coche nuevo, durante 50 meses. El consorcio compra dos coches al mes. Se determina por sorteo quién ha de recibir primero los autos. Al vencerse el plazo de 50 meses, todos los individuos del consorcio tienen automóvil. Aun después de que el socio ha recibido su vehículo, sigue en la obligación de aportar su contribución mensual hasta que termine su contrato.
—W.V.
ESTOY de regreso en Nueva York, después de dos años de ausencia, con la mente llena de las palabras altisonantes de moda: crimen, violencia, pornografía, contaminación. Llegué a medianoche, después de un día de calor sofocante. Fantasmagórica, irreal bajo una "humoniebla" rojiza, la ciudad refleja su lúgubre leyenda. Y entonces, al día siguiente, un milagro: es un domingo radiante, de principios de otoño; sopla viento en ráfagas por las calles transversales; las nubes se deslizan rápidamente en lo alto: y Nueva York vuelve a ser lo que ha dejado de ser, según se dice: la más estimulante y cautivadora de las grandes metrópolis.
Cierto es que yo, prudentemente, me di por satisfécho con vagar a través del rectángulo mágico, la verdadera "aldea" de mi corazón, la zona donde yo viviría si residiera aquí, entre las avenidas Park y Lexington, de la calle 50 a la 80. Transeúntes vestidos de colores brillantes, con aire indiferente. Hay una sensación de día festivo, una sensación apacible. Perros por todas partes: me atrevería a decir que su presencia "humaniza" a la ciudad gigantesca. Hay una muchedumbre abigarrada, bulliciosa, en el museo Whitney. Flanqueando las aceras se encuentran tiendas interesantísimas, almacenes de antigüedades, cafeterías económicas; y en todas partes impera la sensación de libertad, el anhelo de vivir. ¿Es esta la ciudad, la sociedad que nos dicen que anda tan mal?
Ya sé que estoy hablando de un distrito próspero, en un día festivo, y que Passy no es Aubervilliers. ¿Pero sería acaso más objetivo hablar sólo de crímenes, de violaciones, de drogas? De seleccionar cuidadosamente el París de uno, también se podría pintar un "bonito" cuadro de suciedad y de miseria. Es imposible negar que las grandes ciudades están enfermas, y que nos hacen sentirnos enfermos.
Y, sin embargo, junto a este lugar común, tan ampliamente ilustrado, yo desearía dejar el modesto testimonio de un domingo feliz. Del mismo modo como desearía que los forasteros que hablan de mi país, de mi ciudad, hicieran sitio, entre advertencias pesimistas y apocalípticas predicciones, a algunos recuerdos de luz y de alegría.
—FranÇois Nourissier, en France Soir, de París
TOMÓ MAL UNA CURVA. Tal es la explicación que se da en los periódicos para las tres cuartas partes de los accidentes ocurridos en las carreteras. Esto confiere a los automovilistas cierto sentimiento fatalista, la idea de que no son responsables de lo que sucede.
Pero las curvas están trazadas para tomarlas a 40, 80 o 100 kilómetros por hóra, según su ángulo de inclinación, el camino o las condiciones atmosféricas. Las curvas no están diseñadas en ningún caso para tomarlas mal, y seguramente no lo están para tomarlas mal "por razones indeterminadas".
Todas esas curvas "mal tomadas" son sencillamente resultado de excederse de la velocidad permitida. Por tanto, hay que decirlo así.
—M.E.
LA ESCUELA a la que asiste mi nieto de siete años estaba celebrando el día de los visitantes. Como su madre no podía asistir, me pidió que lo acompañara. Al llegar allí, Tomás estaba ansioso de presentarme a todos sus amiguitos. Me llevaba de la mano y, acariciándomela, les decía: "Te presento a mi abuelita; tiene 63 años y todavía vive".
—L.T.
EN NUESTRA escuela han implantado la educación sexual en el sexto año de primera enseñanza. Nuestro hijo, al llegar a casa un día, nos manifestó que había deducido que su parentesco con la madre era por nacimiento, y con el padre, por matrimonio.
—M.M.I.
ANTES de acudir al centro donde habría de someterme al reconocimiento médico para el servicio militar obligatorio, mis amigos me habían advertido que pasaría horas parado en "cola". Estaría todo el tiempo en calzoncillos, y alrededor del cuello llevaría una bolsita con mis objetos de valor, mientras hombres y máquinas examinaran hasta los últimos resquicios de mi anatomía. Me advirtieron que entre lo peor estaban los largos períodos de silencio, con la mirada fija en el piso, entre un grupo de extraños semidesnudos que esperan el próximo examen. Resuelto a hacer más llevadera la experiencia, me compré un ejemplar del READER'S DIGEST, que llevé conmigo todo el día, leyéndolo de pasta a pasta y usándolo ocasionalmente como hoja de parra.
No tardé en convertirme en objeto de envidia. Rechacé una oferta generosa por la revista, pero consentí en vender a un joven el "Humorismo militar". Otras secciones breves también hallaron compradores ávidos. Después, tan pronto como terminaba un artículo, lo pregonaba con gran alarde y lo daba al mejor postor. Al poco tiempo el lugar entero bullía con las voces del improvisado comercio: se vendían y se permutaban los artículos y todos trataban de superarse mutuamente en describir sus mercancías para sacarles el mejor provecho.
Así pues, un ejemplar del READER'S cambió un día de tedio y aburrimiento en una experiencia memorable y transformó a un grupo de silenciosos extraños entre sí en corrillos que compartían la risa.
—A.W.G.
LA VENTA de alcohol ha aumentado un 40 por ciento en Checoslovaquia durante los últimos 12 meses. Es, según se afirma, la única curva estadística que ha mostrado tendencia alcista en Praga.
—NBI, Dinamarca
NUESTRO concepto del casamiento está muy lejos de la realidad. Hay gente que pasa mucho tiempo disponiéndose para la boda, pero nadie se prepara para el matrimonio.
—L.M.
UNA MATRONA a su marido, en una reunión social: "Hazme el favor de no corregirme tanto, Romualdo: la mitad del placer de recordar hechos pasados está en acomodarlos".
—Lichty
MAGNATE de los negocios a su bella secretaria: "¿Qué significa eso de la maxi? ¡O usted reduce su falda o yo le reduzco el sueldo!"
—Tempo, de Italia
LA DAMA que se está pesando, a una compañera: "En todo hay inflación. Lo que antes eran 60 kilos, ahora son 70".
—Bernhardt
UNA SEÑORA que visita con una amiga a su esposo hospitalizado: "No, querido, no es el cura. Es una amiga con su abrigo maxi negro".
—Tempo, de Italia
GRANJERO recostado en el portón, a un caballero de la ciudad: "Ahora alternamos nuestras cosechas cada cuatro años: trigo, nabos, alfalfa... y festivales de música popular".
—Punch, de Inglaterra
LOS NIÑOS de hoy tienen tantos lujos que, para castigarlos, es preferible mandarlos a la alcoba de sus padres en vez de encerrarlos en la suya.
—E.W.
LOTTE LENYA, estrella de la opereta vienesa, decía, a los 66 años de edad, que aprobaba que las grandes bellezas profesionales se sometieran a operaciones de cirugía estética para eliminar las arrugas. "En cuanto a mí", agregaba, "quizá lo haga dentro de unos diez años. Por ahora quiero conservar las que me he ganado con el sudor de mi frente".
—E.W.
LA FINADA actriz Dame Madge Kendal, al preguntársele, siendo ya bien entrada en años, qué hacía para estar tan rozagante, respondió: "Trato de llenar las arrugas con inteligencia".
—The Wit of Women, compilado por Lore y Maurice Cowan
TODO EL mundo debería poseer un árbol en el tiempo del otoño. O un valle entero, o una montaña poblada de ellos. No es preciso que sea posesión legal en toda regla y con firma notarial, sino la posesión que se obtiene contemplándolo todos los días a la vuelta del camino, o calle abajo, o en un parque, y observando diariamente el cambio de color de sus hojas. Así el árbol será propio cuando deseemos pasar por ese lugar y no habrá valla ni título de propiedad que nos lo pueda quitar. Será nuestro todo el tiempo que lo recordemos.
Haga su elección. Tome posesión de uno y experimente el otoño en un árbol que ni aun los pájaros poseerán más cabalmente. Es suyo con sólo hallarlo y podrá conservarlo para siempre en la memoria.
—H.H.
CUANDO trataba de lograr que un viejo empleado público me diera una decisión por teléfono, me pidió que presentara mi solicitud por escrito.
—¿Por qué? —le pregunté— ¿Le ayudará eso a decidir algo?
—No —respondió el empleado—, pero me ayudará a decidir a quién debo pasarle el problema.
—J.D.
CANSADA después de haber empleado el invierno en mudarnos de casa y en luchar contra enfermedades sufridas por la familia, decidí pasar una semana en una granja de salud. Después de un par de días, comencé a preocuparme por mi esposo y mis dos hijos, que estarían arreglándoselas sin mí, y decidí telefonearles.
—Mamá —gritó mi chico de once años cuando contestó al teléfono—, ¿cuánto vas a tardar?
—Regresaré muy pronto —le aseguré para tranquilizarlo, sintiéndome culpable.
—No —replicó él, impaciente—. Lo que quiero saber es cuánto tiempo vas a tardar al teléfono. Estamos en mitad de una cena deliciosa.
—D.M.B.
EL HOMBRE es el más cruel de los animales. Nuestra depravación se manifiesta en los verbos con que describimos nuestras acciones diarias. Meditemos un instante en ellos: Cascamos huevos. Batimos crema. Cerramos tratos. Sofocamos el escándalo. Cegamos a nuestro prójimo con la verdad. Matamos con la mirada. Violamos los reglamentos. Enterramos nuestra vida secreta. Y a todas estas sólo estamos tratando de matar el tiempo.
—Pierre-Jean Vaillard, en Le Hérrison, de Francia
ANIVERSARIO RELÁMPAGO. Mi marido es muy aficionado a la electrónica. Poco antes de su cumpleaños vi en un catálogo cierta pieza de equipo para pruebas que yo sabía él deseaba adquirir. Como sólo faltaba una semana para aquella fecha, corrí a la máquina de escribir y apresuradamente compuse una carta en la que suplicaba el despacho inmediato por correo aéreo, o lo que fuera: yo pagaría los portes. Puse en el sobre mi cheque y di un suspiro de alivio. El día antes del aniversario de mi esposo recibí mi carta, que me devolvían con la siguiente anotación garrapateada al pie: "Estimada señora: Tendremos el mayor placer en atender su pedido. Pero, por favor, díganos qué desea".
—R.L.T.
POR UNA parte, me alegra que uno no se pueda llevar al otro mundo lo que tiene, pues es la única manera de salir de todas las cosas inútiles que se nos acumulan.
—B.P.