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junio 01, 2022
Bombas, asaltos y asesinatos aumentarían en todo el mundo, declara un especialista en estos estudios, a menos que se tomen providencias eficaces.
Entrevista con Brian Crozier, por James Atwater.
Brian Crozier ha estudiado durante más de 20 años la creciente amenaza del terrorismo internacional. Este distinguido corresponsal inglés ha informado acerca de brotes de violencia y de revolución en todo el mundo. Sus libros se estudian en las escuelas de adiestramiento militar del Reino Unido y de los Estados Unidos. Ahora es director del Instituto para el Estudio de Conflictos, establecido en Londres. En esta entrevista se refiere concretamente a las tácticas, muy depuradas e implacables, que los terroristas emplean en casi todo el mundo.
Pregunta. Señor Crozier ¿considera usted que actualmente es grave la amenaza del terrorismo?
Respuesta. Indudablemente, muy grave. El terrorismo —absolutamente diferente del que hemos conocido en el pasado— se ha convertido en un azote de la sociedad moderna. Su alcance es "trasnacional", es decir, existe una especie de hermandad mundial de terroristas, con iguales creencias y técnicas básicas, que suelen prestarse ayuda mutua en materia de armas y adiestramiento. Los terroristas son generalmente hombres y mujeres instruidos, procedentes de familias de la clase media.
Casi nadie tiene una idea exacta de lo mucho que ha cundido el terrorismo. Por ejemplo, en los últimos cinco años han sido secuestrados más de dos docenas de diplomáticos de distintos países, y entre ellos tres fueron asesinados. Aunque la prensa mundial no siempre informa de todos estos incidentes, nuestro Instituto dispone de datos acerca de los ataques que se perpetran semana tras semana en países tales como Indonesia, Argentina, Chad y Filipinas, para citar únicamente alpinos, tomados al azar. Entre noviembre de 1970 y marzo de 1971, sólo en Guatemala, perecieron por lo menos 700 personas a manos de los terroristas.
Pero tal vez lo más alarmante del nuevo terrorismo es que con frecuencia va dirigido contra las democracias liberales de Occidente y de aquellas que siguen los lineamientos occidentales. Esto hace completo contraste con el pasado, cuando los revolucionarios atacaban a sociedades represivas, como las de Rusia zarista, del Imperio Austro-Húngaro y del antiguo régimen de Francia.
En Alemania Occidental y en Italia los ataques de los guerrilleros urbanos se han transformado en muy serios problemas nacionales. Inglaterra, Japón, la India y Suecia también han sentido los efectos del terrorismo. En los Estados Unidos, a la postre se puso fuera de acción a los llamados "Weathermen", tras descubrirse que estaban implicados en 4330 intentos dinamiteros en bancos, edificios de oficinas y escuelas.
Pregunta. ¿Qué esperan ganar estos terroristas atacando a las democracias?
Respuesta. Tratan de provocar un desquiciamiento de la sociedad y del gobierno, para así poder llegar ellos al poder. Intentan desintegrar la ley y el orden, con el propósito de hacer vacilar la fe de los ciudadanos en un sistema basado en la libertad y la tolerancia. Asesinan, roban, secuestran y dinamitan, hasta que las autoridades se ven obligadas a restringir las libertades civiles y a sofocar los ataques. Al tomar estas medidas, las autoridades se atraen el desafecto del ciudadano común, que se vuelve contra el gobierno. Al menos eso es lo que los terroristas esperan.
En Brasil, Uruguay, Ceilán y Filipinas, esa estrategia ha tenido cierto grado de éxito. Para combatir a los terroristas, los gobiernos de esos países han tenido que volverse ciertamente más autoritarios. Los formidables guerrilleros uruguayos estuvieron a punto de derrocar al gobierno antes de provocar la eficaz intervención del ejército. En Irlanda del Norte, el ejército republicano irlandés (IRA) fue causa de la rápida desintegración de la ley y el orden, lo que prácticamente puso fin al gobierno autónomo de Ulster y obligó al gobierno británico a arrestar a varios centenares de hombres sin someterlos a juicio, acto que provocó gran simpatía en favor del IRA entre los católicos de Irlanda y en el extranjero.
Pregunta. ¿De qué manera se encuentran ligados los grupos terroristas en todo el mundo?
Respuesta. Están conectados entre sí en formas completamente nuevas en la historia del terrorismo. Su material impreso clandestino llega por correo a todos los confines, y muchos grupos se mantienen en contacto por teléfono. El organismo guerrillero árabe llamado Al Fatah tiene su propia estación de radio, y Radio Habana transmite consignas terroristas en varios idiomas. Los terroristas también viajan en avión y recorren medio mundo en un solo día, ocultos entre la muchedumbre de turistas. O bien viajan en automóvil, de preferencia cuando ocurren en las fronteras aglomeraciones de turistas y las autoridades aduaneras y policiacas se limitan por fuerza a ejercer una vigilancia mínima.
Las bandas de terroristas también colaboran entre sí proporcionando adiestramiento y refugio a sus respectivos afiliados, así como dinero, pasaportes falsos y armas. Al igual que los ejércitos, los terroristas necesitan bases propias. Cuando se sigue la pista a las vías de suministro y comunicación, se descubre que esas líneas conducen a un verdadero rosario de "centros subversivos". Los más importantes se encuentran en los países comunistas: La Unión Soviética y sus satélites de Europa Oriental, especialmente, pero también los hay en China roja, Vietnam del Norte, Corea del Norte y Cuba.
Desde el punto de vista de los rusos, el terrorismo es el arma ideal. En público, los rusos propugnan una détente, una disminución de las tensiones internacionales, y tratan de mejorar las relaciones con determinado gobierno, pero al mismo tiempo suelen dar apoyo secreto a los terroristas empeñados en derrocar a ese gobierno.
Para el Kremlin, resulta bueno todo aquello que contribuya a minar la estructura de Europa Occidental o de los Estados Unidos. En México, por ejemplo, el servicio secreto soviético reclutó a algunos disidentes políticos para que estudiaran en la Universidad Patricio Lumumba, de Moscú. Posteriormente los rusos transportaron ese grupo a Corea del Norte, para adiestrarlo allí en el sabotaje y el terrorismo. Al volver a su patria, esos mexicanos iniciaron una campaña de terrorismo urbano que terminó en la expulsión de varios funcionarios de la embajada soviética en México.
La policía secreta soviética (KGB) tiene sus propios programas de terrorismo en Chile, cuyo presidente, el marxista Salvador Allende, también ha sido persuadido por Fidel Castro para que le permita aumentar el personal de la embajada cubana en Santiago, con la intención de convertirla en cuartel general de la subversión castrista en toda Sudamérica.
En 1969 los rusos empezaron a dar dinero y armas a los "combatientes de la libertad" palestinos, que habían instalado sus campamentos de adiestramiento de terroristas en Líbano y Siria. Muchos terroristas turcos recibieron instrucción en esos campamentos. También la recibieron allí por lo menos tres individuos del ejército rojo unido del Japón, que fueron los autores de la matanza perpetrada en el aeropuerto Lod, de Israel, en mayo del año pasado.
Pregunta. é Cómo se mezclaron los terroristas japoneses en la disputa entre árabes e israelíes?
Respuesta. El desarrollo de los acontecimientos ilustra de nuevo la índole trasnacional del terrorismo de hoy. Nueve individuos del grupo japonés secuestraron un avión de pasajeros en 1970 y lo llevaron a Pyongyang (Corea del Norte). Allí conocieron a George Habbash, fundador del frente popular de liberación de Palestina, quien los persuadió de unírseles en la lucha contra los israelíes. Tres japoneses fueron a un campamento de adiestramiento en Líbano, y desde allí pasaron en avión a Roma, donde un grupo de terroristas italianos los albergó, les dio armas y les consiguió pasaje en un vuelo de Air France con destino al aeropuerto de Lod. Allí, en unos cuantos minutos, mataron a 25 turistas e hirieron a otros 78.
En el juicio a que fue sometido, el único terrorista japonés sobreviviente advirtió que algún día los norteamericanos "sentirían por primera vez la marea de la guerra revolucionaria mundial". Añadió el reo: "No lo digo en broma".
Nadie sonrió, por cierto, en la sala del tribunal al escuchar esa advertencia.
Pregunta. ¿Hasta qué grado han apoyado el terrorismo los chinos rojos?
Respuesta. Los chinos comenzaron a fomentar el terrorismo en los primeros años del decenio de 1960 a 1969. Su propósito era acrecentar en el Tercer Mundo la influencia de su propia concepción del comunismo, a expensas de la concepción rusa. Al principio se limitaron a dar apoyo de propaganda en las campañas asiáticas y africanas contra "el imperialismo y la explotación" de Occidente. Posteriormente empezaron a dar apoyo activo —que abarcaba armas y adiestramiento— a algunos grupos insurgentes. En 1965 llevaron armas de contrabando a Indonesia y apoyaron un intento comunista de golpe de Estado, en el cual resultaron asesinados seis generales del ejército indonesio. En la matanza que siguió a ese golpe de mano perecieron alrededor de medio millón de indonesios.
En Asia Sudoriental los chinos han logrado un control casi total de los partidos comunistas locales. En Birmania, por ejemplo, son ellas los que ahora dirigen a los llamados banderas blancas, rama militar del partido que había estado bajo el dominio de los rusos durante muchas años. Los chinos suministraron armas al ejército tailandés de liberación y ahora dominan a los grupos insurgentes de Malasia. Adiestran también a los rebeldes naga y mizo, del nordeste de la India, y sirven de inspiración a los 18.000 naxalitas que esparcen el terror por toda la región de Bengala Occidental.
En África y en el Medio Oriente es intensa la rivalidad entre los chinos y los rusos. En el golfo Pérsico, donde el petróleo es la manzana de la discordia, luchan ahora por el control de la insurrección contra el sultán de Omán. Allí, así como en el territorio portugués de Mozambique, en África, los chinos han tenido mayor éxito que los rusos. Igualmente en Tanzania los chinos se han quedado con las antiguas conquistas rusas, al enviar guardias rojos a que construyan. un ferrocarril para el gobierno. Además, después enviaron armas. Los chinos administran campamentos para el adiestramiento de terroristas extranjeros en Tanzania.
Pero no nos engañemos; a pesar de ser rivales, tanto los rusos como los chinos fomentan el terrorismo, desde las actividades de guerrilleros aislados hasta guerras en gran escala de liberación nacional.
Pregunta. ¿Cree usted que ha logrado muchos progresos el terrorismo?
Respuesta. Por lo que se refiere a alcanzar el poder, hasta ahora el terrorismo ha sido táctica fructífera sólo cuando lo apoyó algún movimiento popular que defienda una causa nacionalista; por ejemplo, en la revolución de China o en la de Argelia. En otras partes, no obstante, los terroristas siguen siendo una grave amenaza. En el aspecto técnico, sus métodos se perfeccionan cada vez más. El secuestro de aviones ha aprovechado la vulnerabilidad del aparato moderno. Son ellos los que mejoraron la bomba enviada por carta. Y ahora los hombres de ciencia nos advierten que al resultar más accesible el suministro de materias fisionables, será técnicamente posible que un grupo de terroristas arme su propia bomba atómica, eficaz aunque burda, o que adapte a sus propias necesidades las diversas técnicas de la guerra bacteriológica.
Pregunta. ¿Se puede hacer algo para combatir el terrorismo?
Respuesta. Se debe hacer mucho.
Primero, puesto que es tan difícil combatir al terrorismo, cada país amenazado ha de crear un departamento de defensa especial que disponga de todos los conocimientos y recursos necesarios para combatir esta amenaza —peritos en contraespionaje, explosivos, tácticas de comandos, idiomas, comunicaciones—, que estén preparados en todo momento para entrar en acción cada vez que ocurra un incidente. Actualmente, en una situación de apuro, los gobiernos tienen que reunir apresuradamente a un grupo de especialistas que suelen no estar debidamente adiestrados como equipo. Puesto que el terrorismo moderno es de alcance internacional, necesitamos también una estrecha colaboración entre los distintos departamentos de defensa especial que se organicen. Sugiero el empleo de alianzas defensivas internacionales tan bien organizadas para lograr ese fin como la OTAN.
Segundo, debemos procurar concertar un tratado internacional por medio del cual se suspendan todos los servicios aéreos a cualquier país que no castigue a los secuestradores de aviones o que no los devuelva a la nación de donde partió el vuelo. Urge establecer medidas de seguridad más estrictas en los aeropuertos. Los pasajeros y el equipaje deben ser examinados y registrados muy cuidadosamente, y los documentos de viaje examinados minuciosamente, aunque esto signifique dilaciones y molestias.
Tercero, como han recomendado los Estados Unidos, los países asociados en las Naciones Unidas deben convenir en castigar (o enviar a su país, si allí está sujeto a castigo) a todo terrorista que hiera, secuestre o mate a cualquier civil inocente con el objeto de obtener concesiones de un Estado o de un organismo internacional. Si la ONU no está dispuesta a adoptar esa medida, las naciones de Occidente y cualesquiera otras que deseen unirse a este programa deben concertar sus propios acuerdos.
Por último, creo que una parte de los centros intelectuales de Occidente tienen grave responsabilidad por el fomento de una atmósfera favorable a los terroristas, al permitir una crítica parcial o negativa de nuestras instituciones y de nuestra sociedad. En algunos países de Occidente existe la tendencia a brindar hospitalidad en los medios de comunicación de masas a puntos de vista extremistas y a ofrecer a los terroristas una tribuna, al mismo tiempo que nos negamos a conceder tiempo y espacio a los elementos que desean refutar lo que preconizan los terroristas. El terrorismo puede ser tema de argumentos teatrales y cinematográficos apasionantes, pero esa clase de diversión a su vez despierta el interés por lo muy real, por deplorable que sea.
En resumen, creo que la mayoría de los gobiernos de Occidente todavía no se percatan de la índole especial de la amenaza del terrorismo a las democracias modernas. Somos especialmente vulnerables a la audacia y al fanatismo del hombre que está dispuesto a morir para obtener lo que desea. Debemos aprender a descubrir y a combatir esta amenaza terrorista, o su espectro nos perseguirá cada vez más en los años próximos.