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abril 01, 2022
Primer piso del castillo De Haar (1892-1913)
La cama es un invento que se emplea entre 6 a 8 horas al día, aproximadamente, según la persona; y nos favorece en la salud y en lo físico.
Tiene sus comienzos desde una simple piel de animal estirada en el suelo, que empleaba el hombre primitivo, hasta la más sofisticada cama que podemos encontrar en la actualidad.
El descubrimiento de nuevos materiales y técnicas, han permitido perfeccionar este mueble con el paso de los siglos.
La Antigüedad diferenció tres tipos de cama: para dormir, para comer y para velar difuntos.
Curiosamente, las más cómodas eran las camas funerarias. La arqueología nos ha mostrado sus bastidores de madera sujetos por tiras de cuero entrecruzadas. Homero da a entender que existía una distinción entre la cama de uso nocturno y la utilizada para depositar al difunto antes del funeral.
En la Antigüedad la cama no solo servía para dormir, sino que en ella se recibía, se comía; eran de gran riqueza ornamental, lo que a menudo restaba comodidad.
Se colocaba primero el torus: colchón sobre una base de tiras de piel entrecruzadas; la almohada era gruesa y alta, ya que se dormía en posición de semirreclinamiento.
No había sábanas, pero sí mantas, llamadas tapetia. Todo quedaba cubierto por una colcha de vivos colores. Al pie del lecho se extendía una alfombra o toral.
Se dormía con la cabeza mirando hacia el norte, lo que aseguraba una vida larga: los griegos aseguraban que si los pies daban a la puerta de la habitación o a la calle, el durmiente moriría pronto.
La siesta, inventada por los griegos y retomada por los romanos, se dormía en huecos excavados en los muros, cerrados con cortinas de lino. Era allí donde mejor se hacía el amor.
No se conoce quién inventó la cama, ni cuándo; pero podemos ver su desarrollo y formas de empleo en diferentes regiones del mundo.
Cama egipcia, entre el 3000 y 1000 a.c.
FORMAS DE USO
En los lugares nórdicos el hombre antiguo abría en el suelo zanjas que llenaba con cenizas calientes para que una vez echado en ellas procurarse calor. Allí dormía: era su cama, con una piel sobre el cuerpo.
Los pueblos germánicos se echaban sobre una especie de camastro improvisado dentro de una especie de caja (a modo de ataúd) que llenaban de musgo seco y hojas o heno.
La historia de la cama tradicional, como la conocemos hoy en día, comienza en el antiguo Egipto. Si miramos en los libros de historia y arqueología, las camas que usaban los egipcios en aquella época, paracen más bien sofás o divanes; esto se debe a que ellos no hacían distinción entre cama, sofá y diván, ya que el mismo mueble que usaban para dormir por la noche era el que utilizaban para descansar durante el día. Los primeros modelos que se conocen estaban confeccionados de fibras de hojas de palmera, hechas tiras, y luego unidas en fuertes mazos con piezas de cuerda o de cuero. Después introdujeron las camas hechas de madera con incrustaciones de ébano o marfil. En las casas reales, a veces las camas estaban decoradas en oro; en general, casi todos los colchones estaban constituidos de cuerdas tejidas, entrelazadas de la misma manera en que lo están hoy en día las sillas que usan para sentarse en la arena de la playa o el jardín.
Curiosamente, estas camas egipcias, antepasadas directas de las nuestras, no tenían cabecera, pero sí un tablero a los pies. Las almohadas que usaban eran bloques de madera, marfil o alabastro con molduras para acomodar la cabeza. En las secciones pobres de la población era común que las camas tuvieran una especie de toldo de donde colgar el mosquitero. Los dormitorios egipcios, por otra parte, eran muy sobrios: la cama, una silla y quizás una pequeña mesa. Por lo general, sólo los dueños de la casa tenían dormitorio; el resto de la familia y los esclavos dormían en el suelo.
Nuestra cama actual es muy poco diferente de la cama del faraón Tutankamon. Y es que tal vez no exista mueble más conservador. La cama egipcia de uso diario era tan alta que requería escalera. Las cubría una mosquitera que libraba al durmiente de mosquitos e insectos.
Fue famosa, en la Antigüedad, la cama de Ulises en su palacio de Ítaca, sobre un tronco de olivo gigante enraizado en tierra, con riquísimos adornos, correas de piel de toro teñida con púrpura e incrustaciones de oro y marfil; sobre su somier de cuerdas se extendía el colchón de plumas de oca o pato.
También existió, en la antigua Grecia, la cama portátil y cama de viaje y excursiones, las denominadas demya, y una cama llamada chamadys, una especie de camastro de pieles que se colocaba en la estancia principal para tumbarse en ella mientras se recibía a los amigos, aunque más que una cama era un sofá cama.
El griego pobre se conformaba con un armazón de madera o caja sobre el que se echaba el jergón de paja; no tenía emplazamiento fijo en la casa, sino que a veces se depositaba en el hueco excavado en un ancho muro de carga.
Los persas prestaron a la cama gran atención, las hacían todos los días, colocando cojines de pluma de ganso, sábanas de sedas y tapices a modo de manta. Eran camas de madera de ébano o cerezo. En el palacio real de Susa, el armazón de las camas era de plata cuando no de oro macizo.
En la antigua Roma la cama no desmerecía de la griega en riqueza. El emperador Heliogábalo comía en su cama de plata maciza recostado sobre un colchón de plumas que le cambiaban cada dos horas.
El pueblo dormía en camastros o en el suelo: solo accedía a un lecho cuando enfermaba o moría. Eran las denominadas camas de recuperación de la salud o de los "difuntos".
Cama de Tutankhamon
DESARROLLO
Hasta el siglo XV las camas europeas no tuvieron cabezal, acaso por su amplitud; eran fijas y de pesado armazón.
El grabador alemán Albert Durero dice que en Bruselas se hospedó en un mesón llamado Nassau, y junto a su cama había otra cama ocupada por cincuenta personas; por entonces se había abandonado la costumbre vigente en la Edad Media de dormir desnudo.
El dormitorio contaba con tiras de lienzo a modo de cortinas que protegían de insectos y miradas; estas tiras se convirtieron luego en pabellones de gran belleza: los famosos tapices que vemos en los museos. Fue entonces cuando la cama pasó a ser pieza clave en el ajuar familiar y en torno a ella giraba la vida, la enfermedad y la muerte.
La madera empezó a dejar sitio al hierro forjado, técnica en la que sobresalió la artesanía española, cuyas camas se vendían en Europa durante los siglos XVI y XVII.
La primera cama de la historia es el suelo con un lecho de hierbas. Egipcios y babilonios son los primeros en usar camas elevadas y, desde el principio, quienes tienen medios usan baldaquinos para cubren las camas y poderlas encerrar entre cortinas que mantengan el calor si el clima es frío.
Los egipcios tenían dioses protectores, como el genio enano Bes, cuyos amuletos se colgaban de la cabecera de la cama para proteger los sueños de los niños.
Los griegos fabricaban camas con tiras de cuero atravesadas como somier. Los romanos tenían varios tipos de camas Uno se usaba para dormir (lectus cubicularis), con cobertores de lino si su propietario es rico, o de lana o fieltro si es del pueblo.
Otro tipo de lecho se usaba para comer (lectus discubitonus), pues hasta la caída del Imperio Romano era costumbre comer echado.
También tenían una cama especial para el estudio (lectus lucubratorius) y una para los muertos (lectus funebris), sobre el cual eran llevados a la pira funeraria.
En la Edad Media, se coloca un lecho de paja sobre un somier hecho de cuerdas trenzadas. En el siglo XIII se pone de moda decorar las camas con todo tipo de incrustaciones.
Los más afortunados duermen en un colchón de lino relleno de plumas de oca o de pato y en un lecho con baldaquino. La burguesía duerme en un colchón de fieltro relleno de lana, de crin o de pluma de oca o pato.
Hay que tener en cuenta que todavía no existe el dormitorio. Los pobres duermen en lechos de heno o en colchones rellenos de paja, virutas de madera u hojas de helecho, en una habitación que hace todas las funciones de la casa.
En el siglo XVIII aparece el dormitorio por primera vez y dormir se convierte en una cuestión privada, aunque eso no es todo, pues aparece también el somier, que puede ser de madera, cuero o hierro.
A veces, los colchones, casi siempre de algodón, se rellenan de miraguano. Desde la Revolución Industrial, las camas se hacen con los materiales más diversos y aparecen las camas plegables, los sofás camas, las camas turcas, las literas, etcétera.
Cama matrimonial. Construido a mano con madera de pino lodgepole
CRONOLOGÍA
Prehistoria: La primera cama es un techo de hierbas, no el puro suelo, sino un amontonamiento de hierbas o de hojas secas para hacer más blando el suelo.
Año 1500 a. C. Los asirios y tos egipcios ya dormían en camas especialmente preparadas. Las egipcias de los nobles tenían pies con forma de patas de animal, especialmente leones, y cabeceras adornadas con las figuras de tos dioses protectores.
Año 600 a.C. Los griegos inventaron el somier, hecho con tiras de cuero atravesadas, sobre los que se colocaba la hierba.
Siglo I. Los romanos, siempre tan especializados, tenían varios tipos de cama: para dormir, para comer, para leer y para los difuntos.
Siglo V. Con la caída del Imperio Romano y el empobrecimiento de la población, las camas se resuelven con cuerdas trenzadas como somier o el suelo y un lecho de paja.
Siglo XIII. La aparición de clases aburguesadas permite una mejora de las camas y se pone de moda hacerlas decoradas, aun en la única habitación de la casa. Los colchones se rellenan en el mejor de los casos de plumas de oca o de ganso.
Siglo XVIII. Aparece la necesidad de hacerse un dormitorio, una habitación únicamente para dormir y guardar las cosas personales. Las camas se hacen con somieres de hierro y empiezan a diversificarse los materiales y las formas.
Cama del 1530 en el Museo Edams
CURIOSIDADES
La cultura popular, a lo largo de la historia, ha creado una gran cantidad de supersticiones relacionadas a este mueble; veamos las más curiosas:
√ Se dice que no se debe interrumpir a quien hace la cama, de lo contrario quien duerme en ella pasará mala noche.
√ Trae malas consecuencias estornudar mientras se tiende las sábanas o se mulle colchón y almohada.
√ No se debe dejar la cama sin hacer porque la huella dejada por el durmiente puede ser utilizada por los aojadores para hacer daño.
√ Los pies del durmiente deben estar frente a la puerta y la cabecera mirar al Norte.
√ Para evitar pesadillas hay quien piensa que debe orientarse hacia el Levante con los pies al Poniente: es la mejor manera de librarse del magnetismo negativo.
√ No debe colocarse la cama en posición transversal al sentido de una corriente de agua que fluya por debajo del dormitorio.
√ Su posición debe correr pareja a las vigas del techo.
√ A uno y otro lado del lecho conviene colocar un plato de sal gorda y un recipiente con vinagre o vino para poner al durmiente a salvo de fuerzas negativas.
√ Al colchón no se debe dar la vuelta en viernes ni domingo.
√ William Shakespeare, recoge la creencia de que dormir en una cama centenaria contribuye al éxito de quien lo hace.
√ Existe un museo dedicado a la cama antigua en Wuzen (China)
Cama caja, Austria
ETIMOLOGÍA
La palabra cama (yacija) es una voz hispano latina que significa lecho en el suelo. No se descarta la etimología griega el adverbio jamai = en tierra. De hecho, la voz griega kameune significa dormir en tierra.
Fuente:
Revista Vanidades, Ecuador, mayo 18 de 1998 /
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