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junio 22, 2021
Una fría noche de invierno, me levanté de mi escritorio y me dirigí al baño para lavar mi cara y así evitar quedarme dormida. Me propuse no ir a dormir hasta terminar mi reporte para la editorial donde trabajo. El plazo vencía el viernes, pero no quería dejar todo para el final. ¡Cuanto antes acabara mis pendientes, mejor!
Me quedé unos segundos recargada sobre el lavabo observando caer el agua a través del grifo, antes de que un ruido me distrajera. Me enderecé y volteé rápidamente para ver qué lo ocasionó. En el espejo, situado al final del corredor, percibí una sombra. Confundida me acerqué a éste. Al inicio sólo vi mi reflejo que mostraba una expresión de duda y desconcierto. Al acercarme más, alcancé a vislumbrar que, a mis espaldas, había una mujer alta y esbelta. No pude ver su rostro porque su larga cabellera negra lo cubría. Un escalofrío me recorrió el cuerpo y me giré en seco para hacerle frente a aquella mujer. ¿Cómo había logrado entrar en mi casa?, me pregunté. Pero, al dar vuelta, no se encontraba nadie, sólo la puerta del cuarto de baño que estaba abierta.
Regresé la mirada al espejo y allí seguía aquella silueta. Creí que mi falta de sueño me estaba jugando una alucinación. Me calmé y tomé unas cuantas respiraciones profundas antes de volver a mi cuarto para terminar de escribir las últimas líneas del reporte.
Justo frente a mi escritorio tengo un espejo enorme, por lo que no pude dejar de ver mi reflejo. Esta vez sentí miedo de ver aquel espejo, a pesar de que segundos antes me había convencido de que el incidente en el baño fue a causa de mi falta de sueño. Me invadió un terror profundo al ver mi reflejo en el espejo favorito de mi casa.
Al momento pensé: soy una mujer madura, no creo en fantasmas y nunca he considerado ese tipo de cosas como reales; así que decidí ignorar esos tontos pensamientos y dedicarme a terminar el reporte.
Cerca de las tres de la madrugada logré terminar mi trabajo. Con los ojos hinchados de cansancio decidí ir a dormir. Apagué las luces, me dirigí a mi cama y me acosté. ¡No podía conciliar el sueño! Daba vueltas y vueltas en la cama sin poder dormir. Esa figura extraña se había quedado impregnada en mi mente.
Cuando por fin me estaba quedando dormida, una presión sobre mi cuello me impedía respirar. El aire, poco a poco, se me iba acabando. Me incorporé rápidamente. Estaba bañada en sudor. Llevé mis manos a mi cuello y miré a mi alrededor en busca de alguna presencia, ¡pero nada! Tomé unas profundas respiraciones, me llevé las manos al rostro e intenté calmarme.
Al segundo escuche un ‘Toc, toc, toc’. Me sobresalté al oír eso. ¿De dónde provenía? Podía adivinar que de la puerta principal ¡no! Tengo un timbre y el sonido es diferente si decides llamar con el puño. Entonces, ¿De dónde? Encendí la lámpara de noche y volví a inspeccionar mi alcoba.
‘Toc, toc, toc’ ¡Otra vez ese ruido infernal!, ¿Me estaré volviendo loca? pensé. Mis ojos se dirigieron por inercia hacia el espejo. ¡Me quedé hecha piedra! Allí se hallaba esa silueta que me ha atormentado toda la noche. ¡Me quedé en total estado de shock! Aquella figura mostró una macabra sonrisa y con uno de sus dedos me hacía señas para que me acercara al espejo. ¡Quería gritar, pero no podía, quería moverme, pero me era imposible! Era tal mi miedo que no podía reaccionar. Pronto comencé a temblar... no sabía qué hacer.
Persistentemente seguía invitándome a acercarme al espejo, mientras yo seguía sin poder tomar control de mi cuerpo. El terror me invadió por completo. Tragué saliva con dificultad y lentamente salí de mi confortable cama para caminar y ponerme frente aquel majestuoso espejo. La mujer del otro lado colocó una mano sobre el espejo y con un movimiento de cabeza me incitó a imitarla. Temblorosa, hice lo que me pidió y coloqué mi mano en el mismo lugar que la de ella.
Transcurrieron algunos segundos y nada pasó. De repente, sentí cómo mi mano traspasaba el espejo. Grité al sentir el frío tacto de aquella mujer sobre mi mano y traté de alejarla de su alcance, pero era muy tarde... Pude observar cómo rápidamente salía del espejo e intercambiaba lugar conmigo. En cuestión de segundos quedé atrapada del otro lado. No había nada en aquel sitio, sólo una inmensa oscuridad y yo.
Asustada, golpeé el vidrio intentando salir de allí, pero fue en vano. “¡Déjame salir!” le grité. Mostró su rostro por primera vez y me miró con esos ojos azules tan parecidos a los míos. Me di cuenta que era como ver a mi misma. Se acercó al espejo y escribió con su dedo índice: ‘Disfruta de tu nuevo hogar"... No entendía lo que estaba ocurriendo.
Los rayos del sol me despertaron, mis ojos batallaron para acoplarse a su luz, parpadeé un par de veces hasta acostumbrarme. Enseguida, me vino a la mente lo ocurrido en la madrugada. Medité por unos segundos el suceso y concluí que había sido una horrible pesadilla. Me erguí y desperecé.
El ambiente en el cuarto me resultaba algo raro, era como gris. Al levantarme me di cuenta que estaba en otra habitación, o eso sentí. Recorrí la misma y todo era diferente, a excepción del espejo. Me acerqué al mismo y no vi mi reflejo. Era como ver en una ventana hacia otra habitación. Vi mi cuarto y a mi que interactuaba en el mismo. Ella me mira fijamente hasta que sentí una conexión con su mirada. Me observa, se ríe y dice: "¿te gusta tu nueva habitación?".
Fuente del texto:
BookNet