Publicado en
junio 17, 2021
Era el primer día de Belén en la biblioteca del estado. La enviaron desde el colegio para conseguir algunos créditos extras, por lo que ni ella ni el bibliotecario estaban preparados, ni predispuestos a trabajar juntos. El hombre que trabajaba ahí, desde hace 30 años, trató de mantenerla lo más lejos posible de él, así que le dio el área de libros comunes, prohibiéndole entrar a las demás.
Pero la joven no tenía intenciones de obedecer a un viejo mal encarado. Todas las cosas que él decía, ella las tomaba como reto. Al terminar la jornada de trabajo, tomaba libros de las "secciones prohibidas" y se los llevaba a casa. Los revisaba ligeramente sin encontrar algo bueno, para ella. No entendía por qué el bibliotecario los cuidaba tanto.
En una ocasión, en el grupo de libros que tomó sin permiso, uno le resultó algo distinto a los demás. Estaba cubierto en piel, como muchos otros, pero era tan tersa, delgada y suave que invitaba a acariciarla más de una vez; no tenía algún título, editorial o ilustración en la portada, ¡en realidad nada tenía!, ninguna marca que dañara aquella bella piel. Su insaciable curiosidad la empujó a revisar su contenido.
Cuando lo abrió, una ligera brisa alcanzó a enfriar sus pies y después el resto del cuerpo, al ver que en realidad tenía en las manos un diario en donde se relataban hechos macabros acontecidos en la vida de una persona desconocida.
Las cosas que se narraban ahí rebasaban por mucho las peores películas que había visto en su vida, tenía el miedo clavado en la espina, pero aun así, algo la motivaba a seguir leyendo sin parar. En tan solo una decena de páginas, su mente estaba hecha trizas, pues en cada una de ellas se narraba un terrible asesinato; y aun restaban cientos de ellas. No tenía tiempo de leerlas todas, así que saltó a las ultimas, las cuales resultaron peores que las primeras, como si la maldad del dueño del diario hubiese crecido con la práctica.
Al siguiente día, al entrar a la bibioteca, colocó el diario en la estantería del cual lo había tomado. Se dirigió al bibliotecario y le confesó haberlo leído, desobedeciendo su advertencia; y se disculpó por ello. Éste, con una sonrisa respondió: "¡No te preocupes, muchacha!... con tu pésima actitud lo único que has logrado es que hable de ti en ese diario".
Agarró a Belén por la fuerza y la metió en un cuarto.
Ahora, la difunta Belén, forma parte de ese terrorífico diario, en donde relata con detalles cómo fue su horripilante muerte.
Leyenda de Terror